Capítulo 15

1.7K 161 22
                                    


Zabdiel de Jesús

La llamada de Richard me había robado al menos una hora y media, este chico cuando empezaba a hablar no había Dios que lo callase.

La gran mayoría de la conversación había sido puro chisme en donde me contaba todo lo que estaba a pasar en Estados Unidos. Nunca pasaba nada interesante, me voy yo y empieza a ocurrir de todo.

Irritado, me meto el teléfono en el bolsillo y camino fuera del hotel. No tenía ni la menor idea de donde se había metido Keshia y para colmo le había dado el día libre a los hombres que trabajaban para mi.

Parece que el destino me amaba en estos últimos días porque en apenas minutos llega la jovencita que tiene mi mente ocupada, pero no llega sola sino acompañada de otras dos chicas más y de un perro.

—Keshia.— llamo su atención al decir su nombre—. ¿No nos vas a presentar?

La chica que llevaba gafas de sol la codeó de forma amistosa y ella rió en voz baja.

—Por supuesto.— dijo acercándose—. Chicas, él es Zabdiel de Jesús.

—Yo soy María.— dijo la que llevaba el perro con la correa.

—Y yo también soy María.— respondió la otra

Fruncí ligeramente el ceño haciendo que las tres se rieran en mi cara.

—Es un gusto conocerlas, chicas.— dije cortésmente.

—Te sigo en Instagram, deberías de hacer lo mismo.— murmuró María alzando sus cejas.

—Oh, a mi también me tienes que seguir eh, seremos la envidia de todo Sanxenxo.— la apoyó su amiga mientras me señalaba con el dedo índice.

Sin poder evitarlo me río, no es de lo más habitual que unas jovencitas se te acerquen para pedirte que las sigas en Instagram.

—Lo haré, no os preocupéis.— respondí encogiéndome de hombros.

Ambas chillaron emocionadas antes de abrazarme, abrí los ojos sorprendidos y busqué la mirada de Keshia. Ella parecía verse divertida con toda esta situación.

—Perdón, perdón... Ha sido la emoción.— se disculpa una de ellas mientras se separan de mi—. Creo que es momento de irnos, María.

—Probablemente lo sea.— respondió encogiéndose de hombros—. Ha sido un placer conoceros a ambos, no olvides que mañana hemos quedado para ir juntas a la playa.

—No me olvidaré.— dijo negando con la cabeza.

—¿Y yo puedo ir?— pregunté haciendo un puchero, no me gustaban los planes sin mi.

María pareció pensárselo mientras se mordía el labio inferior pero en seguida su amiga la hizo reaccionar.

—No, es una salida de chicas y tú no eres una chica.

—Pero...

—Shh, es el momento en el que dices "Por ti puedo ser lo que tú quieras"— murmuró divertida.

—No diré eso.— dejé claro.

—Tampoco vendrás mañana con nosotras, fin del asunto.

Pongo los ojos en blanco, por mucho tiempo que pase en el planeta tierra jamás lograré entender a las mujeres.

Ellas se despiden de forma amistosa antes de irse, Keshia permanece con una sonrisa en los labios desde entonces.

—¿Nuevas amigas?

—Supongo que si.— dice encogiéndose de hombros—. Es una pena que en cuanto volvamos a Estados Unidos toda la fantasía que estamos creando aquí vaya a romperse.

Mi única fantasía aquí es ella, ¿como se lo hago entender?

Quería venir a la isla porque amaba el lugar en todos los aspectos, desde que vi la película quedé totalmente enamorado y prometí viajar antes de morirme. Sin embargo, el sueño de la isla no se compara con la chica que estoy adorando en grandes cantidades.

No quiero que todo vuelva a la normalidad al volver a Estados Unidos.

–¿Cual es la necesidad de volver?— pregunto.

—No seas pendejo, nuestra vida está allí...

"Pendejo"

Creo que debería de acostumbrarme a que es mexicana y puede soltarme cualquier expresión que yo no use a diario.

—Eso es un insulto, ¿verdad?

—Para nada.— responde tratando de ocultar la sonrisa que amenaza con dibujarse en sus labios.

Pequeña mentirosa...

—Bueno, voy a pasarlo por alto y centrarme en la conversación que estábamos manteniendo.— dije llevando mis manos a su diminuta cintura para atraerla a mi—. Si por mi fuera me quedaría en Skopelos contigo toda la vida.

—Eres un magnate, debes de ocuparte de tu trabajo... Además, tu familia está lejos de aquí al igual que tus amigos, no creo que vayas a soportar vivir apartado de ellos.

—Si te tengo cerca a ti tal vez lo soporte.— digo acercando mi rostro al suyo—. Puedo trasladar la empresa hacía aquí, tengo negocios en medio mundo así que no sería problema para mi.

—Entonces deja de pensar en ti y piensa en mi por un momento... Lo único que tengo es a mi hermano y él está en Estados Unidos.— la veo tragar saliva—. Él no sabe que estoy aquí, no sé cómo estará llevando estos días pero... Él no trabaja, soy yo quien nos mantiene a ambos. Es complicado para los dos, ¿sabes?

Dejo escapar un suspiro de mis labios.

—Bien, volveremos a Estados Unidos pero con la única condición de que tú vas a actuar normal y no como si no nos conociésemos de nada.— le hago saber—. No quiero que me evites, no cuando tu cercanía se ha vuelto algo imprescindible.

Asiente brevemente y yo aprovecho para llevar mis labios encima de los suyos. Besarla era lo que más quería hacer desde hace bastante, tal vez se estaba volviendo una costumbre pero definitivamente me encantaba. Sus labios tenían un dulce sabor que podría estar saboreando todo el día.

Magnate De JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora