«Epílogo»

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Los años habían pasado con demasiada rapidez y aquella relación a la que ninguna persona le veía futuro estaba más fortalecida que nunca.

Zabdiel no creía en el matrimonio por lo que habían decidido no casarse.

Sin embargo, desde hace apenas unos días había un integrante más en la familia: Diego de Jesús.

Ninguno de ellos se veía en el papel de padres pero cuando Keshia supo que estaba embarazada se sintió muy ilusionada, Zabdiel compartió su misma emoción cuando se enteró de que sería padre de tan hermosa criatura. Fue quien cuidó de su novia durante todo el embarazo, consintiéndola en todos y cada uno de sus antojos.

—Oye, ya deja al pobre niño tranquilo...— se quejó Amparo cuando entró en casa y vio a Zabdiel con su hijo en brazos.

Desde que habían salido del hospital no había hecho más que tenerlo consigo, Keshia se encontraba durmiendo en la habitación pues en las noches no pegaba ojo por estar al pendiente de Diego.

Por parte de Amparo, había roto la relación de amistad que tenía con Keshia. Los celos habían podido con ella y por mucho que quisiera a su amiga era más grande el crush que tenía con Zabdiel.

—No quiero dejar a mi hijo.— le hizo saber mientras se sentaba en el sofá con su hijo en los brazos—. Es igualito a su madre...

—No creo que eso le favorezca a un recién nacido...— opinó desde la cocina.

Zabdiel puso los ojos en blanco, no era la primera persona que le decía eso pero él le hacía el mismo caso a todos... Es decir, ninguno.

Diego rompió a llorar y el magnate entró en pánico, calmar bebés nunca había sido su punto fuerte.

—Shh, vas a despertar a mamá.— dijo Zabdiel acunando al niño—. Por favor... Hazle caso a tu padre y todo irá bien.

—No tienes que amenazar al niño, además ya estoy despierta.— dijo Keshia caminando a pasos lentos hasta él, Zabdiel dejó escapar un suspiro cuando el niño se calmó al estar en los brazos de su madre.

—Eres un amor.— murmuró besando su mejilla, ella lo regresó a mirar con una sonrisa en los labios.

Diego no tardó demasiado en quedarse dormido, estaba cómodamente en los brazos de Keshia mientras que tenía el dedo de Zabdiel atrapado con una de sus manos.

—Y pensar que nosotros dos hicimos a semejante muñequito...— murmuró el magnate llevando la pequeña mano del bebé a sus labios para dejar un beso en él.

—Está muy bien hecho eh.— murmuró divertida—. Es muy bonito.

—Ese adjetivo me recuerda a alguien.— dijo divertido.

Keshia rió por lo bajo antes de llevar a Diego a la habitación, era mejor que descansase allí a que en sus brazos, estaría mucho más cómodo.

Se quedó allí durante un par de minutos admirando al bebé dormir, era sin duda la cosa más adorable que sus ojos verían jamás. Si es cierto que en la gran mayoría de sus rasgos se parecía a ella pero con el tiempo podrían cambiar muchas cosas.

—Bonita, Richard acaba de llamar y dijo que estaba de camino.— dijo Zabdiel apoyándose en el marco de la puerta—. No te molesta que venga, ¿verdad?

—¿Sigue con mal de amores?

—Si, definitivamente si.— respondió tratando de ocultar una sonrisa.

—No te rías de tu amigo, el pobre la está pasando mal.— dijo empujándolo fuera de la habitación.

Ambos sabían que no la estaba pasando mal y que lo único que hacía era dramatizar un poco de más las cosas que le estaban pasando en ese momento.

—Creo que en quince minutos nos da tiempo para muchas cosas.— susurró Zabdiel mientras la arrastraba hasta el sofá.

—¿Que quieres hacer?

—Sinceramente, quiero hacer otro muñequito como el que está dormido en la habitación.— murmuró acariciando su cabello—. ¿No te parece buena idea?

—No sabía que querías tener más hijos.— dijo ladeando la cabeza—. Al menos podríamos esperar al año que viene... Diego tan solo tiene días de nacido.

—Tienes razón, es muy reciente.— dijo haciendo un puchero con sus labios.

—Siempre pensé que un magnate solo debería de tener un hijo, ya sabes... Así en un futuro no habrá problemas para ver quien se queda con la empresa.— murmuró burlona.

—Nuestros hijos no tendrán ese problema porque su padre no es cualquier magnate, es el magnate de Jesús.— dijo antes de besarla.

Keshia sonrió sobre su boca mientras llevaba una de sus manos a su nuca para profundizar el beso. Había visto a Amparo meterse con rapidez en la cocina para no presenciar nada de lo que vendría a continuación.

—¿Sabes? Nos merecemos unas vacaciones.— dijo Zabdiel mientras acariciaba la espalda de su novia con la yema de sus dedos.

—¿A Skópelos?— preguntó burlona.

—A donde todo esto empezó.— susurró rozando su nariz con la de ella—. Además, conozco a un par de personitas que están ansiosas por conocer a Diego.

—¡María y María!— exclamó emocionada.

—Esas mismas... Además, que ahora tienen pareja y creo que al novio de una ya lo conocemos.

—No me digas que es el príncipe de Grecia...

Zabdiel rió antes de bajar sus labios a su cuello para besar la zona a su antojo.

Keshia se había tatuado una luna en honor a esa noche en especial. Esa noche en la que Zabdiel le había hecho el amor bajo la noche estrellada de Skópelos, allí en la arena y con la luna iluminando en el cielo.

Habían cumplido con la promesa de no romperse el corazón el uno al otro, y es que las promesas que se hacían en Skópelos eran por y para siempre.

|| F I N A L||

Quinto libro de la Saga ya en mi perfil.

Magnate De JesúsWhere stories live. Discover now