Capítulo 25 (FINAL)

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Zabdiel de Jesús

Sé que Keshia piensa que hace más de dos o tres horas que me he dormido pero no es así, no puedo darme el lujo de dormir sabiendo que mi chica estaba mal y que sollozaba en silencio a mi lado.

Verla mal no hacía más que partirme el corazón... Y ella había prometido no romperme el corazón.

Sin poder evitarlo la envuelvo con mis brazos y la atraigo hacia mi cuerpo, ella se gira para poder pasar uno de sus brazos por mi abdomen.

—Te quiero.— susurró apenas audible mientras dejaba que su cabeza descansase en mi pecho, siento sus mejillas húmedas contra mi piel y el corazón se me encoge.

No iba a permitir que se sintiera mal por un gilipollas como su hermano. Mañana sería un gran día, la vuelta a la empresa prometía mucho.

Acaricio su cabello hasta que se queda dormida en mis brazos, hago lo mismo al menos durante un par de horas ya que cuando escucho a Amparo entrar al departamento sé que es hora de levantarse. Con mucho cuidado dejo a Keshia entre las almohadas y la tapo para que no la coja el frío, entro a la ducho para empezar bien la mañana y tan solo minutos después ya me encontraba vestido y preparado para salir.

—Bueno días, señor.— saluda Amparo a la vez que sirve el desayuno.

—Amparo, Keshia se ha quedado ha dormir así que pon otro plato para ella.— le informo dándole una sonrisa ladeada.

Su cara era un poema, se me olvidaba que ellas eran amigas y que iban a contarse todo lo que había sucedido entre ambos. De todos modos, me constaba que Amparo ya había visto las imágenes de Keshia y yo en Skópelos así que no tendría que hacer drama por nada.

Minutos más tarde, Keshia aparece con un vestido de color blanco que le sienta de maravilla y que le resalta el color moreno que había tomado su piel gracias al sol y la playa.

—Te ves radiante.— dije mirándola.

—Creo que el blanco me favorece, me lo diste a entender cuando me compraste el vestido de la cita.— dijo tomando asiento enfrente.

—Hey, el beso...— digo haciendo un puchero—. Te olvidaste de darme un beso de buenos días.

Ella me mira burlona antes de levantarse para dejar un beso en mis labios, justo en ese momento entró Amparo para servir el desayuno.

—¡Amparo!— exclamó llena de felicidad.

—Ahora no, Keshia, estoy trabajando.— respondió.

La decepción de la mexicana se notaba de leguas, estaba más que ilusionada por ver a su amiga como para que ella le respondiera de esa manera tan cortante.

—Podéis hablar sin ningún problema.— le hice saber alzando las cejas.

Pero Amparo pasó totalmente de mis palabras y tras servir el desayuno volvió por donde había entrado.

—Eso no me lo esperaba.— dijo Keshia soltando un suspiro.

—No te preocupes por eso ahora.— dije negando con la cabeza—. Mejor comamos que después vamos a la empresa, ¿no te emociona tu primer día de trabajo en la empresa de tu novio?

—Tal vez el que mi jefe sea mi novio le quita la diversión.— respondió burlona.

—Para nada, así nos veremos más veces al día... Tengo un nuevo escritorio que me encantaría estrenar.

—Voy a hacer como que no acabas de decir eso.— murmuró sonrojada.

Reí encogiéndome de hombros, mis palabras iban muy en serio pero ella no quería colaborar. El desayuno se pasó bastante normal, todo estaba delicioso y con la presencia de Keshia se hacía incluso más increíble.

Salimos del departamento y tomamos el coche que estaba allí estacionado, no era el mismo que conduje la anterior noche pero se asimilaba demasiado. Un BMW de color negro que era de mis favoritos en la colección.

Salimos tomamos de la mano y entramos a la empresa con la cabeza en alto, como dignos jefes que éramos.

Es decir, el jefe era yo pero si ella era mi novia también la hacía partícipe de esto.

—Buenos días, señor de Jesús.— dijo mi secretaria sonriente.

—Buenos días a todos.— saludé a mis empleados con una sonrisa en los labios—. Quiero presentaros a Keshia Miller, mi novia y vuestra compañera de trabajo de ahora en adelante. Cualquier cosa importante que yo no pueda atender porque estoy en una reunión u ocupado con alguna otra cosa quiero que se lo digáis a ella, su palabra vale lo mismo que la mía.

Su mano aprieta ligeramente la mía.

—Eso era todo, muchas gracias.— dije encogiéndome de hombros—. Podéis volver a vuestros trabajos que no interrumpiré más.

Ellos hacen caso a mi mandato porque empiezan a ponerse cada quien con su labor.

—Un momento.— le digo a mi secretaria cuando está a punto de irse—. Le debes una disculpa a esta chica.

—¿Por qué motivo?

—Por haber tenido prejuicios y no querer que formara parte de la empresa solo porque no era de tu misma clase económica.— dije alzando una ceja—. Ahora eres tú la que no estás a su nivel con respecto al dinero, tiene y tendrá cientos de veces más lo que tú no tendrás en la vida.

—Lo lamento, señorita.— susurró avergonzada.

Humillar a las personas de esta forma nunca me había gustado pero esta vez sentía que se lo merecía, de esta forma la había tratado ella así que un poco de su propia medicina no le vendría mal.

—Que sea la última vez porque a la próxima te quiero fuera de esta empresa.— le hago saber.

Sin decir nada más le indicó a Keshia que camine conmigo en dirección al ascensor, pulso el botón del último piso y esperamos a que este suba.

—No debiste de hacer eso, fue humillante.

—No voy a permitir que alguien te haga sentir menos.— murmuré, las puertas del ascensor se abrieron y caminé fuera de este—. Eres mi novia, Keshia, eso te posiciona ahora como mucho más que ella.

—Yo no quiero ser más ni menos.— dije caminando en dirección al gran ventanal que forma parte de mi oficina.

—¿Y quieres ser mía? — pregunto sitiándome detrás de ella.

—Eso siempre.— susurró, la vi sonreír por el reflejo que me daba el cristal.

—Voltea que quiero comerte la boca.— se ríe mientras se gira, la empujo suavemente haciendo que su espalda choque contra el cristal. Pongo una de mis manos al lado de su cuerpo como si quisiera impedirle que se fuera y la otra la llevo a su rostro—. Te amo.

—Te amo, Zabdiel.— susurró antes de que mis labios aplastaran los suyos.

Quería a esta mujer más que para unas vacaciones en el lugar de mis sueños, Mamma Mia era una excelente película con su buena historia de amor... Pero no se comparaba en lo más mínimo con la historia de amor que había escrito con Keshia.

Si esto había sido el libro aún quedaba esperar a la película...

|| F I N A L ||

Magnate De JesúsМесто, где живут истории. Откройте их для себя