Capítulo 10

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Keshia Miller

El bikini de color rosa quedaba bastante bien en mi cuerpo, al menos en mi humilde opinión. En el fondo creía que a Zabdiel también le había gustado pues de vez en cuando sus ojos se desviaban de mi rostro a mi cuerpo.

Simplemente esperaba que fuera por eso y no por pena o algo parecido.

La arena se sentía ardiente bajo mis pies con cada paso que daba, era una completa tortura de esas que se vuelven agradables. Porque sinceramente, no había tenido la oportunidad de ir mucho a la playa y poder hacerlo ahora en Skopelos y de la mano de un magnate era el sueño de muchas personas.

Me fue inevitable no mirar a Zabdiel cuando este se sacó las gafas de sol y miró en dirección a las olas del mar, no había demasiadas personas bañándose, se notaba que aprovechaban el día y ahora que estaba empezando a atardecer decidían irse retirando.

—Vamos, linda.— indicó poniendo una de sus manos en mi espalda baja, al igual que la arena su tacto ardió en mi piel.

Pero esa forma de arder era tan exquisita que no tendría problema en pasar las vacaciones entre las llamas del fuego.

Mi lado racional se había quedado en casa, mis pensamientos no eran para nada puros con este hombre al lado... Y no sé qué tan beneficioso podría ser eso tanto para él como para mi.

Recuerda, Keshia, es tu jefe... Le debes un debido respecto.

Intento repetir esa frase un par de veces en mi mente pero en cuanto mis ojos se desvían hasta su cuerpo se me vuelve a olvidar todo. Me obligo a cerrar la boca, sería muy probable que terminara babeando si no lo hacía y no estaba dispuesta a pasar más vergüenza.

Por suerte el agua se encontraba congelada, me baja un poco de la nube de éxtasis en la que había quedado de solo admirar a semejante hombre.

—¿Está fría?— preguntó burlón.

—Demasiado caliente para mi gusto.— respondí sarcástica.

De sus labios se escapó una carcajada antes de salpicarme con el agua, tensándome de inmediato por la temperatura de esta.

—¿No era que estaba caliente?— siguió burlándose, esta vez no me quedé atrás y fui yo quien lo salpicó a él—.¡Oye! No deberías de hacerle eso a tu jefe.

—Pues mi jefe debería de dejar de burlarse porque me está poniendo de mal humor ya en el primer día.— refuté cruzándome de brazos, estos quedaron a la altura de mi pecho y él miró la acción sin ningún disimulo.

En momentos como este agradecería tener más pechos, me conformaba con un par de tallas más.

—Creo que tu jefe no era consciente de eso, tienes que perdonarlo.— dijo mientras se acercaba, el agua se movía con cada paso haciendo un sonido que era agradable para mis oídos.

No supe como sentirme cuando tan solo quedaban centímetros entre nosotros, la temperatura del agua había dejado de importarme porque mi cuerpo ya volvía a arder por sí solo.

Una de sus manos se alzó y acarició con mucho cuidado mi mejilla, tal vez fue por lo húmeda que estaba o por lo placentero que se sentía su tacto, pero mis labios se entreabrieron por inercia a la vez que mis ojos se cerraban. Me permití disfrutar de la sensación todo el tiempo que él quisiera que durara.

—Perdón, linda, no quería ponerte de mal humor.— dijo en apenas un susurro.

Uno que escuché bastante cerca.

Su aliento batió en mi rostro, se sentía fresco. Suficiente para que mi piel se erizase.

Sentía mi corazón latir con demasiada intensidad en mi pecho, por un momento temí que llegara a escucharlo. Sentía los nervios picar en mi estómago, tal vez por la ridícula imagen que de seguro tenía frente a sus ojos.

Keshia, no puedes esperar que alguien como él vaya a besarte...

Solo hay que mirarlo a él y después mirarme a mi.

Me atreví a abrir los ojos, no eran centímetros sino milímetros los que nos separaban. Estaba tan cerca que mis pensamientos me llevaron una vez más hasta la patética idea de que sus labios y los míos se unieran en un beso.

—Voy a besarte.— anunció, sus labios rozaron los míos con cada una de las palabras que soltó.

—¿Qué?— cuestioné anonadada.

No estaba segura de si verdaderamente él acababa de decir eso o había sido ya una alucinación mía por desear tanto este momento.

Todas las dudas se disiparon en el momento que decidió hacerlo real y me besó.

No tenía la más mínima experiencia en los besos, había tenido un único novio a lo largo de mi vida y ni siquiera habíamos pasado de darnos picos.

Intenté seguirle el ritmo, el cual se me hacía tan jodidamente sencillo conforme pasaban los segundos. Sus labios eran suaves y se sentían deliciosos, de eso no había duda.

La mordida del final le dio el toque exquisito, no necesité de más para sentir que me derretía en sus brazos y en medio del mar.

Sus manos habían estado haciendo un muy buen acompañamiento con eso de repartir sutiles caricias en mi cuerpo, haciéndome sentir bien durante los escasos minutos que esto duró.

No era lo correcto y no sabría con qué cara mirarlo de ahora en adelante...

Magnate De JesúsWhere stories live. Discover now