Capítulo 11

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Zabdiel de Jesús

La indiferencia de Keshia en estos últimos días había estado torturándome. Desde que nos besamos en la playa estaba evitando mirarme a la cara, las palabras que cruzaba conmigo eran casi mínimas simplemente me respondía con monosílabos.

—Señor, la señorita Keshia acaba de entrar al comedor.— me informa uno de los hombres que trabaja para mi.

—Gracias, puedes retirarte... Oh, y además tómate el día de mañana libre.— respondo con una sonrisa en los labios.

—Gracias, señor.— murmuró dando un leve asentimiento en mi dirección.

Termino de abotonar la camisa, dejando libres los dos últimos botones, y me encamino a la puerta. Todavía tengo el cabello húmedo de la ducha que me tomé hace apenas quince minutos pero eso no será impedimento para ir a cenar con la joven que me ignora desde pasados unos días.

Atraigo la mirada de una gran cantidad de personas en cuanto entro al comedor, le sonrío por cortesía mientras camino en la dirección de la mesa de Keshia. En sus manos tenía un menú y un camarero estaba preguntándole que iba a pedir. No alcanzo a escuchar la respuesta ya que cuando llego ella le devuelve el menú y él está dispuesto a irse.

—Tráeme lo mismo, por favor.— le indico tomando asiento frente a ella.

—Por supuesto, señor.— responde con una sonrisa en los labios.

La veo cruzarse de brazos desviando la mirada al gran ventanal que tenemos al lado, desde aquí se podían admirar las hermosas vistas al mar mientras que la oscuridad de la noche empezaba a cubrir el paisaje, dándole unos aires elegantes y bellos.

—Estás muy bonita.— la halago al fijarme en su vestimenta.

Tenía uno de esos típicos vestidos veraniegos que transparentaba el bikini rojo que llevaba por debajo, no era necesario poner mucha imaginación ya que todo estaba a la vista.

Definitivamente, sería una cena muy agradable.

—Gracias, usted tampoco se ve mal.— dice sin siquiera mirarme.

Y volvemos con eso de la formalidad...

Estoy dispuesto a refutar, no en lo de que me veo genial sino en que no quiero que me llame usted ni nada por el estilo... No quiero que ponga una barrera entre nosotros, no necesito más distancia.

Ella no está dispuesta a hablarme así que simplemente dejo que la cena fluya, al menos compartimos un par de miradas mientras cenamos en completo silencio.

—Buenas noches.— dice en cuanto termina, la miro confuso cuando se levanta.

—¿Ya?

—Me gustaría pasear un rato a solas antes de irme a dormir.— se encoge de hombros restándole importancia.

—¿Puedo ir...?

—Señor, me gustaría estar a solas.— deja claro antes de abandonar el comedor.

Dejo que un suspiro salga de mis labios poco antes de levantarme e irme del lugar. Quería hablar con ella, no estaba muy seguro de que pero ansiaba que todo volviera a la normalidad.

Solo por un beso...

A pesar de que ya era noche, no había atisbo de frío o algo similar. El ambiente se mantenía cálido y agradable.

Mis pies andan sin ninguna preocupación al tiempo que mis ojos se fijan en la playa, había alguien allí y estaba casi seguro de saber quien se trataba. Caminé a pasos lentos y terminé sentado en una de las grandes rocas que allí había, estaba lo suficientemente lejos como para que ella no me viera.

La vi deshacerse de su vestido y acto seguido dejó caer la parte superior del bikini en la arena.

Cristo bendito.

Paso saliva por mi garganta con dificultad cuando siento mi polla crisparse bajo la tela de mi pantalón.

Keshia era una chica muy delgada, tal vez no podía presumir de caderas o de nalgas, no era el tipo de chica que llamaba la atención por su cuerpo. Era bonita, tenía unas facciones delicadas y hermosas, una mirada hipnotizante y una sonrisa encantadora.

Y no podíamos pasar por alto que tenía buenos pechos, no eran grandes pero llamarían la atención de cualquiera.

—Joder...— maldigo por lo bajo, no puedo hablar de sus atributos femeninos cuando está a tan solo metros y con unas diminutas bragas cubriendo su cuerpo.

Veo cómo se sienta en la orilla, dejando que el agua toque su piel y con cuidado se recuerda en la arena. Sus manos van directas a sus pechos, poniendo la palma sobre sus pezones para impedirme que los siga mirando.

¿Se supone que debería de acercarme o quedarme aquí como si nada?

La segunda opción resulta tentadora, solo faltaba añadirle lo de masturbarse... No creo que la tela de mi pantalón pudiera seguir soportando la presión y, honestamente, estaba empezando a doler.

Decido hacerle caso a mi primer instinto e ir con ella, por lo visto no me escucha llegar ya que el único sonido audible en este lugar a estas horas eran las olas.

Me siento a su lado y sin poder evitarlo mi mano va directa a su rostro, apartando algunos mechones de su cabello. Sus ojos se abren y su mirada se encuentra con la mía.

—Sé que querías estar sola pero déjame acompañarte aunque sólo sea esta noche.— susurré acariciando su mejilla.

Follarla en la arena de la playa de Skopelos no estaba en mis planes cuando decidí traerla conmigo... Pero su mirada desprendía lujuria bajo la tenue luz de la luna que iluminaba en medio del cielo, y yo estaba más que dispuesto a satisfacer el deseo que ambos sentíamos en ese momento.

Magnate De JesúsWhere stories live. Discover now