Capítulo 14

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Keshia Miller

—Quiero que tengas muy claro de que en ningún momento vas a serlo, esto no estaba planeado... Simplemente surgió, a veces es bueno dejarse llevar por los impulsos.— dijo tomando mi mano y acariciándola con su dedo pulgar.

Mis impulsos dicen que como sigas siendo tan jodidamente perfecto voy a terminar enamorándome de ti...

—Solo quería dejarlo claro.— le hago saber en voz baja, el chico impone mucho a pesar de que es como un cacho de pan. En la vida conocí a alguien tan amable y dulce como él... Y probablemente no vaya a conocer tampoco a nadie de la misma forma.

Es único.

El resto del desayuno pasa con completa tranquilidad y en cierta forma lo agradezco, no quería que esto se volviera incómodo.

La poca plática que tenemos es amena, él me cuenta un par de cosas sobre sus amigos y compañeros de trabajo y yo me limito a escucharlo.

—Se nota que sois muy unidos.— digo ladeando la cabeza.

—Lo somos, desde hace casi seis años.— respondió sonriendo—. Prometo que a la vuelta te los presento, te van a caer bien.

—No sé si es una buena idea.

—¡Por supuesto que lo es! Además, también conocerás a las chicas.— dijo alzando sus cejas—. Fiamma, Leylani y Cyara son unas chicas increíbles, seguramente os volveréis amigas.

—No pertenecemos a la misma clase.

—¿Crees que la clase importa a la hora de llevarse bien con alguien?— cuestionó negando con la cabeza.

—No tan así pero...

—Nada de peros, la respuesta es un rotundo no.— dijo chasqueando su lengua—. Y es por eso que os tenéis que conocer.

—Bien, supongo que no me podré negar...— murmuré rodando los ojos en fingida molestia.

Hacer amigas nunca había sido mi punto fuerte, con suerte me había hecho amiga de Amparo hace algunos años. Porque a pesar de todo, ella fue la única capaz de entenderme y quedarse a mi lado.

El teléfono del magnate sonó y él se disculpó antes de tomarlo.

—Es importante.— dijo mirándome.

—Contesta, iré a dar una vuelta por la isla.— respondí levantándome.

—Keshia, yo quería pasar tiempo contigo...

—Lo que sobra es el tiempo, atiende la llamada que ya pasaremos un rato junto más tarde.— le dije antes de salir del comedor.

Pasé varios minutos caminando y disfrutando de las vistas, no me cansaría nunca de esto. Cuando noto que el calor es demasiado decido sacarme la sudadera y atarla en mi cintura, al menos así estaría un poco más fresca.

No sé en qué momento decidí sentarme para poder mirar al mar, eran ese tipo de vistas que te ayudaban a aclarar los pensamientos. Y en mis pensamientos no había nada más que un tal Zabdiel de Jesús.

—¡El perro!— el grito femenino de una mujer me hizo sobresaltarme.

—¡Por favor, agarra el perro!— gritó una segunda voz.

Fruncí ligeramente el ceño y busqué con la mirada el dichoso perro, no me hizo falta buscarlo durante demasiado tiempo ya que fue él quien corrió hacia mi. Su lengua se pasó por mi cara una y otra vez.

—Que alivio...— dijo una de las chicas mientras agarraba la correa del perro y lo alejaba—. Disculpa, se nos escapó... Y a veces es cariñoso de más.

—Somos unas irresponsables que ni siquiera sabemos cuidar a un perro, muy triste.— dijo la otra mientras negaba con la cabeza.

Entre ellas se miraron y sonrieron divertidas.

—Le puede pasar a cualquiera, no os preocupéis.— le digo mientras me limpio las babas del perro.

—No eres de aquí, ¿verdad?

—¿Tanto se nota?— pregunté divertida.

—Nosotras estábamos igual que tú la primera vez que vinimos, era el sueño de ambas desde que vimos Mamma Mia... Y ahora venimos todos los veranos, una fantasía.— relató mientras soltaba un suspiro de ensueño—. ¿Cómo te llamas?

—Oh, soy Keshia.— respondí sonriente.

—Yo soy María.

—Yo también soy María.— dijo burlona al ver mi expresión.

—¿Os llamáis igual?

—Si ella se llama María y yo también me llamo María... Entonces si, nos llamamos igual.

Me es inevitable reírme, tienen un peculiar acento jodidamente bonito que me intriga saber de donde es. Ambas aparentar ser simpáticas, son el tipo de chicas que con solo verlas sabes que te caerán bien.

—Cuéntanos, Keshia... ¿Estás aquí de vacaciones?

—Con mi jefe.— respondí encogiéndome de hombros—. Bueno, o al menos hasta hace poco era mi jefe.

—¿Por qué no sería tu jefe ahora...?— cuestionó alzando una de sus cejas.

—¡No puede ser!— exclamaron al unísono—. Que no sea lo que estoy pensando...

—Tal vez si lo sea.— respondí avergonzada.

—Chica, eres preciosa pero no aparentas ser el tipo de mujer que se acuesta con su jefe... Bueno, eso no es lo importante, ¡te has tirado a tu jefe en Kalokairi! Es un sueño.

—Pues imagínate en la arena y en medio de la noche...— murmuré sin siquiera darme cuenta, el grito de ambas chicas se hizo presente en el ambiente.

Definitivamente, creo que podría llevarme genial con ellas. Tenían ese punto de lectura que a cualquiera le encanta y yo no soy la excepción.

Magnate De JesúsWhere stories live. Discover now