Capítulo 17

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Zabdiel de Jesús

Acaricio su cabello con una de mis manos mientras que con la otra me encargo de buscar los perfiles de sus nuevas amigas en Instagram, les prometí que las seguiría así que eso iba a hacer.

Keshia se encontraba mirando una película en Netflix y la gran mayoría del tiempo no hacía más que quejarse, era la adaptación de un libro que había leído y por lo visto no se parecían en nada.

—¡Maldita sea! ¿Y el beso?

Fruncí ligeramente el ceño volviendo mi vista a ella y sin pensarlo dos veces uní mis labios con los suyos. Ella jadeó sorprendida pero me siguió el beso pasados unos segundos.

—¿Y eso a que viene?— cuestionó confusa.

—Tú preguntaste por el beso...

—Por el que tenían que darse los protagonistas, en el libro se besaban justo en esa parte.— explica riendo, mis mejillas se tornan rojas de inmediato debido a la mala interpretación que hice de la pregunta.

—Oh vaya... Pues ya que ellos no se han besado aproveché para hacerlo yo contigo.— dije como excusa.

—Ajá.

Vale, no me creía... Normal, tampoco soné demasiado creíble.

Ruedo los ojos con fingida molestia mientras dejo el teléfono en la mesita de noche, envuelvo su cuerpo con mis brazos y rozo mi nariz en su cabeza. El afrutado olor de su champú inunda mis fosas nasales y me es inevitable sonreír.

—¿De que trata la película?— le pregunto cuando mis ojos se dirigen hacia la televisión.

—De amor.— se limita a responder.

—¿Y ya?

—Es que si empiezo a hablar voy a darte mucho spoiler... Es mejor que la veas por ti mismo.— responde haciendo un puchero.

Reí en bajo mientras mis manos se colaban dentro de su blusa y acariciaban la cálida piel de su abdomen.

—¿Te gusta más la película o el libro?

—La pregunta ofende.— murmura como si fuera obvio—. Los libros siempre son mejores.

—Para quien le gusta leer, supongo que si.— murmuré bajando mis labios hasta atrapar el lóbulo de su oreja.

La sentí estremecer ante mi acción pero no dijo nada al respecto así que me permití seguir a lo mío mientras veía la película. Bajé por su cuello con húmedos besos, mis manos ascendieron hasta que sentí uno de sus pechos en mi palma, fui yo quien jadeó al saber que no usaba sostén y por lo tanto sería más fácil para mi.

—Creo que deberías de parar.— dijo antes de tragar saliva.

–¿Realmente lo crees?– cuestioné burlón—. Tu cuerpo no quiere que lo haga.

Mi dedo índice y pulgar atraparon uno de sus pezones haciéndola gemir, sonreí satisfecho mientras mi pulgar hacía círculos a su alrededor.

—Zabdiel...— mi nombre salió de sus labios como un claro gemido.

—¿Quieres que me detenga?

—Diablos, no.— dijo mordiendo su labio inferior—. Haz lo que quieras pero no te detengas.

La hice dar media vuelta para quedar cara a cara y comerle la boca antes de que cambiara de idea. Seguiría disfrutando del sabor de sus labios como la primera vez, tan dulces y delicados... La rica sensación de sentirlos empalmados contra los míos. Mi lengua chocó con la suya de forma ligera y ella ahogó un gemido en mi boca.

—Eres tan bonita...— susurré sombre sus labios al tiempo que mi mano se deslizaba hasta llegar al borde de su pantalón, con cuidado empecé a bajarlo—. Quiero saborearte.

Se sonrojó mientras apretaba las piernas, no había que ser muy observador para darse cuenta de que ya se encontraba mojada.

La acomodé entre las almohadas y tomé las finas tiras de sus bragas con mis dedos, con lentitud empecé a deslizarlas por sus piernas.

—Abre las piernas.

—No quiero que lo hagas, es vergonzoso.— murmuró apenada.

—Oye, no debes de tener vergüenza conmigo.— murmuré mientras dejaba un camino de besos desde sus tobillos hasta la cara interna de sus muslos—. Va a gustarte y mucho.

—Pero...

—Keshia, por favor.— pedí alzando la mirada—. Si no te sientes cómoda solo tienes que decírmelo y me detendré.

Ella asintió ligeramente mientras separaba sus piernas para mi, me relamí los labios deleitándome solo con la mirada. Sus jugos resbalaban por su entrada dándole un aspecto exquisito, se me hacía la boca agua de solo mirarla.

Mis dedos tomaron su humedad para extenderla por toda su vulva, iba a comerla completita y quería que se diera cuenta antes de que mi boca hiciera contacto con su piel.

Acerqué mi rostro y soplé a la altura de su clítoris, ella gimió al tiempo que su pelvis se levantaba de forma involuntaria.

—Voy a darte lo que quieres, bonita.— susurré antes de que mis labios atacaran la zona, mis dedos no se quedaron atrás y acariciaron sus pliegues antes de ir directos a su entrada y hundirse en ella. Combinación de labios, lengua y dedos que nunca fallaba.

Sentí una de sus manos en mi cabeza y sus dedos tironeando de mi cabello. Escuché los gemidos que llevaban mi nombre, mezclados con la agitada respiración. Saboree los fluidos que de ella salieron cuando se retorció de placer debido al orgasmo que le había regalado.

Magnate De JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora