09| Un juego de Póker.

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Ps.

Si quieres algo tómalo, porque nadie te lo va a dar,

Lali.

Alik Lébedev

Toda la semana ha sido una puta tortura.

Verla pasar tan decidida e imponente y con tal seguridad me ha dejado la polla endurecida más de una vez.

Está siendo difícil, demasiado difícil, creí que sería más sencillo guardarme las ganas voraces que tengo de follarla, pero que iluso fui.

Tengo cuatro jodidos días que me doy placer a mí mismo, mi polla seguramente se ha cansado de mi mano, cuando realmente desea que la acaricie su delicada mano o su boca. Sí, su boca.

Darihan está haciendo que pierda la cordura y sé que lo hace con toda la intención. Y es que por qué mierdas no se me ocurrió crear una maldita cláusula en donde mis empleadas se vistan de abuela. Esos vestiditos provocadores logran desestabilizarme, provocando que mi resistencia cada día sea menor.

Cierro la puerta de un portazo.

Malditos sean esos vestiditos.

Me apresuro a llegar a mi escritorio e inmediatamente quito mi saco. Esto me está matando. Alzó el cuello y quitó la corbata de un solo tirón, desabrochó los botones de las mangas y las subo tres cuartos, mientras vuelvo a bajar el cuello de la camisa.

Hace calor, demasiada calor. Me tiro a la silla de cuero y comienzo a jugar con mi pulsera, frustrado.

Lo hizo, lo hizo otra vez. Se atrevió a volver a traer esos vestiditos que me traen loco, y mierda, esas zapatillas que la hacen ver más alta, pero que aun así le saco media cabeza.

Y estos días han sido más tortuosos porque he tenido que verla desde que voy a recogerla, hasta que la llevo a su edificio. Cada vez que su vestido se sube cuando está sentada, me desestabiliza.

No he logrado concentrarme adecuadamente desde que llegó a Milév, es increíble como creí que follarmela sería una distracción, pero creo que el no follarmela está haciendo que descuide más mis labores.

Tal vez, tenga razón Edik, y deba hacerlo importándome una mierda lo que dice la cláusula. Al fin y al cabo, soy el jefe, no pueden despedirme a mí y claramente no voy a hacerlo con Darihan.

Solo será una vez, sólo únicamente vez.

El teléfono suena e inmediatamente respondo para después escuchar a Loana.

—Señor, el señor Carusso ha llamado para saber la hora de su reunión con usted.

—Cancela todas mis citas, Loana —agarro mi entrecejo— ¿Te parece que estoy para reuniones?

—Lo siento, señor, enseguida agendo sus citas para el lunes.

Corto la llamada y vuelvo a los planos del casino.

Después de prometer prácticamente aclarar todas las dudas de Darihan y de por supuesto haberle quedado mal, porque Edik ya me esperaba, me puse a revisar toda la información que había acordado con Edik.

Llegó la hora de la comida y me pareció buena idea en esos momentos invitar a comer a Darihan para así poder hablar sobre las dudas que ella tenía.

Pero cuando llegue a su oficina no me espere lo que me encontré y por eso es por lo que había desistido de invitarla y me había venido a la oficina lo más rápido que fuese posible.

Lienzo Ruso +18 © |Actualizándose lentamente|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora