00| Prólogo

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Florencia/Italia.
10 años antes/Año 2011.
Lo prometo.

D. Rossetti Brooks 🥀

Me encontraba fuera de mi hogar y la verdad es que estar en casa era horrible, se supone que un hogar debe de ser acogedor y lleno de amor.

Madre era la única que me daba amor, pero la mayoría del tiempo solía ocultarlo. A padre no le gustaba, a pesar de su típica frase "la familia es lealtad y la lealtad es amor", pero... ¿Dónde quedaba el amor? ¿y realmente había lealtad?, yo sólo le tenía miedo. Era lo único que sabía.

Lo único bueno de todo es nuestro viñedo, lo adoro. En el puedo explorar los grandes terrenos, hay flores, montones de hermosas flores y por supuestos grandes hectáreas de uvas.

Todo es tan fantástico, es como si volará cuando el viento sopla mi vestido y con el mi cabello enloquece. Pero eso solo pasa cuando no estoy en casa, cuando vuelvo todo vuelve a ser como antes, una tortura.

—¡Hija! —grita mi madre.

Guardo rápidamente mi diario y me pongo de pie sacudiendo mi vestido.

—¡Ya voy, madre! —le respondo. No quiero problemas más tarde.

Corro por todo el terreno para poner llegar lo más rápido posible a casa, padre no tardará en llegar. Siempre que vuelve de un viaje de trabajo de varios días, vuelve enfadado.

—Los zapatos —me reprocha. Siempre lo olvido.

—Lo siento —quito mis botas para no dejar lodo por toda la casa quedándome en medias, entro lo más rápido posible y voy a mi habitación para vestirme. A padre le molesta verme indecente para la cena.

• • •

Cenamos en silencio como todas las veces, pero esta vez algo es diferente. Él parece estar más enfadado de lo normal.

Me asusto con el sonido seco de los cubiertos cuando estos son lanzados bruscamente por mi padre a la mesa. Algo no está bien.

—¿Necesitas algo más, querido? —pregunta cabizbaja.

No le dirige la mirada, no dice nada. Levantó la cabeza y su atención está centrada en mí, únicamente en mí.

—¿Acaso mi hija no piensa dirigirme la palabra? —grita sobresaltándome. Nunca me había gritado, no al menos en mis trece años.

No digo nada, sólo permanezco quieta en mi lugar, pero eso parece empeorar las cosas. Porque termina poniéndose de pie, tirando cosas en el camino.

—De pie jovencita, esta noche aprenderás que a tu padre no se le ignora —con temor obedezco. Estoy asustada.

—Ponte a lado de la mesa y de espaldas —exige. Sigo sin saber qué es lo que pasará.

Antes de obedecer volteo a ver a mi madre y ella me mira angustiada.

—¡Es para hoy, Andrea! —grita sobresaltándome una vez más.

Con cuidado me pongo en la posición que me indicó. Escucho como se mueve de un lugar a otro por el crujir de la madera.

— ¡¿Qué es lo que se te ha enseñado en este hogar, Andrea?! —bajo la cabeza y pongo ambas manos atrás de mi espalda— ¡Responde!

—Deb...debo de-e amarte, respetarte, debo-o tratarte con amo-r, padre —respondo temerosa. Hoy tengo más miedo que antes.

—¡¿Y qué es lo que hiciste, Andrea?! —escucho el choque de dos metales y después una silla ser arrastrada.

No tengo permitido moverme.

Lienzo Ruso +18 © |Actualizándose lentamente|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora