02| Montecarlo.

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Ps.
Paris/Francia.
Actualidad/Año 2021.

Darihan Rossetti.

Mi corazón esta acelerado, trato de ir más lento para calmar mi desesperación por llegar. El sudor recorre mi cuello terminando en el inicio de mis pechos, sin detenerme trato de regular mi respiración, lo que menos quiero en estos momentos es morir por un ataque al corazón.

Un leve gemido sale de mis labios; estoy apunto, así que hago de todo mi esfuerzo por llegar.

Tú puedes.

Estoy tan exhausta cuando por fin llego, inhalo y exhalo regulando mi respiración mientras comienzo a subir las escaleras de mi edificio quitándome los audífonos.

-Bonjour, mademoiselle Darihan- me saluda el portero que está bajando.

Únicamente asiento y continuó con mi camino, no es por ser descortés, pero hoy no me apetece saludar y si algo no me apetece para qué hacerlo, no pretendo agradarles a las personas.

Una vez dentro de mi apartamento, lanzo los audífonos, la gorra y mi teléfono al sofá, y suspiro al ver que aún me quedan cosas por empacar. Teresa la muchacha que me ayuda dos veces por semana se ofreció ayudarme, pero me negué rotundamente, esto quería hacerlo yo, porque algunas cosas las dejaría, aunque ahora me arrepentía.

Me voy directo a la cocina y agarro un vaso para tomar agua y refrescarme; moría de sed.

Correr en las mañanas por las calles parisinas se ha vuelto mi pasatiempo favorito y es una pena que este sea mi último recorrido.

Le doy otro pequeño vistazo a la sala y ya me quiero morir otra vez, llevo toda la noche empacando, exactamente ayer por la tarde se comunicaron conmigo para darme la noticia; me habían aceptado en Milév.

En un principio me sorprendió su llamada, pues habían pasado algunos meses de mi solicitud por él empleo, pero se quién soy y era claro que llamarían. No por nada me preparé tanto para estar donde estoy.

Aún muerta por el ejercicio regreso a la sala, agarro la cinta que está en la mesa de centro y me pongo a sellar las cajas, a los segundos sale Romina y salta al sillón, la acaricio. Romina es mi pequeña gatita, la adopte hace un año, no porque yo quisiera, sino porque la muy pobre me dio lastima, mi mejor amigo Dean estaba dando en adopción gatitos y nadie la quería por ser blanca, supuestamente porque los blancos se ensucian más rápido, boberías, así que yo me sacrifique y le di un hogar y ahora la adoro, no podría vivir sin ella.

Continuó sellando las cajas por lo que a la hora ya tengo la mayor parte listas.

Comienza a darme hambre y opto por pedir comida a domicilio, aprovecho para mandarles un mensaje a mis mejores amigos, hoy hay fiesta y no me importa que sea jueves y ellos tengan que trabajar mañana, les dejo el mensaje y en lo que llega la comida me meto al baño para darme una ducha.

Pongo algo de música en el reproductor que tengo en el baño y me tomo mi tiempo para relajarme pasándome una esponja por mi cuerpo, correr me relaja, pero no siempre es suficiente, después de un rato escucho mi teléfono sonar.

Agarro una toalla y me cubro, en seguida voy a la sala para responder.

- ¿Sí?

-Señorita Ro-Brooks, llegó su comida.

-Págale, bajo en seguida. -le ordenó.

«No es tu esclavo, Darihan»

Escucho la vocecita de mi interior, pero la ignoro.

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