¿Lo odias? Si.

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Ps.

Cada familia es única y especial en su forma imperfecta de ser...

Moscú, Rusia.

Veronika Lébedev.

Todos siempre han sentido alguna vez en su vida un amor odio por una persona, un amigo, un hermano, con un padre o una persona que a penas conoces, pero que sabes que la amas y odias a sobremanera.

Ese sentimiento es el que siempre he tenido y nunca se ha ido por Alik; mi hermano mayor. Cuando éramos pequeños solía verlo como un ejemplo a seguir y no es que haya cambiado eso, claro está que sigue siendo una persona ideal al cual seguir, pero no del todo, lo único bueno a seguir de él, es el mérito a que nunca se rinde, siempre trata de persistir y jamás se deja pisotear por nada ni nadie, eso es algo que le aplaudo y de lo que estoy orgullosa.

¿Quién no estaría orgullosa de los logros de sus hermanos?

Amo a cada uno de mis hermanos, los amo con una intensidad que es inexplicable, pero todo se rompió entre nosotros, todo acabo para nuestra familia.

Solíamos ser la envidia de Moscú, las revistas nos anhelaban, éramos primicia, la familia de la portada de cada mes, los anfitriones de galas y eventos. Todos éramos felices, pero entonces ocurrió lo que nadie nunca había imaginado; la fama empezó a cobrar factura. La felicidad se acabó, comenzaron las peleas, los distanciamientos, los eventos se fueron desvaneciendo, ya no había más revistas, ya no había más sonrisas y llegó a tal punto que Alik, nos dejó.

—¿Qué averiguaste? — su voz ronca me sobresalta sacándome del pasado.

Le sonrío alegre y reparo todo el lugar, nunca me ha gustado visitarlo y no es porque no quiera, sino que realmente me aterra el lugar donde vive.

Siempre esta custodiado por hombres que dan miedo y odio que siempre tengan que revisarme como una vil criminal cuando soy su hermana; su sangre, pero supongo que es el protocolo si quiero ver al jefe de la mafia.

— Sergei —susurro— ¿Cómo quieres que averigüe si ni siquiera me ha dejado verlo?

Pone una mano en el mentón, rascando su barbilla.

—¿Entonces, cuatro semanas no te bastaron?

Se pone de pie y rodea la mesa hasta posicionarse frente a mí.

—Sergei...

—No me respondiste.

—¡De acuerdo fue difícil! ¿Okay?

—¿Difícil? ¡Solo te mande a una sola cosa, Veronika! —ríe con amargura— ¿Qué tiene de difícil eso?

Me levanto tomando mi cabeza con frustración.

—¡Lo es! —espeto— lo es... cuando no has visto a tu hermano por cinco años.

Su mandíbula se tensa y aprieta sus manos en un puño.

—Es Alik, Veronika... a él no le importa nadie quien no sea el mismo. No le importas tu —sisea con asco— así que deja de llorar por ese imbécil.

Sus palabras son como puñaladas de realidad a mi corazón, mi babilla tiembla mientras intento no derramar las lágrimas de mis ojos, aquellos ojos que se parecen tanto a él. Esos ojos que muchas veces he odiado, porque me los recordaba.

—Tienes razón —sorbo mi nariz— lo siento...

Parece relajarse y me dedica una mirada comprensible.

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