Tic tac, el tiempo se acaba.

2.6K 186 114
                                    

Ps.

La familia debe permanecer unida, mi pequeño sol.
—DR.

Mikonos, Grecia.

El crujido de las ramas alerta a los militares descubriéndome, salgo de mi escondite con la respiración acelerada, mi barba pica, mi cuerpo se siente pesado y corro a toda velocidad, saltando bardas, casas, bajando a toda velocidad las escaleras a pesar de no tener la misma condición de antes.

«Diez metros de distancia»

Esquivo una bala.

«Ocho metros de distancia»

Salto un par de mesas.

«Cinco metro de distancia»

Diviso mi objetivo de escape.

El yate yace en la playa mientras continúo corriendo y esquivando balas, pero no del todo perfecto, una de ellas roza mi brazo, otra mis costillas hiriéndome, pero no paro. Un monstruo como yo nunca para.

Mis hombres embarcan todo, sacan armas y comienzan a disparar a mi espalda dándome el camino libre para lanzarme al mar y nadar hasta el yate. Siento las balas impregnar en el agua turquesa como si fueran grandes gotas de agua; gotas mortales, gotas capaces de acabar tu vida en un mínimo instante. Mis brazos se cansan pero no es momento de parar, falta poco, no parare cuando ya estoy a un paso de obtener lo que quiero; mi libertad.

«Un metro de distancia»

Me ayudan a subir y me lanzan un arma, me giro y arremeto con varios de ellos, continúo avanzado de espaldas, sin dejar de disparar, encienden el bote y arrancan saliendo del lugar. Las sirenas se oyen avisando que han llegado refuerzos, se embarcan en lanchas y mis hombres no pierden el tiempo y oportunidad para deshacerse de ellos.

Es hora.

Uno...

Dos...

Tres...

Activan las bombas y en cuestión de segundos explotan en mil pedazos esparciendo restos del material tintando el agua turquesa en sangre, gasolina, aceite...

—Señor —intentan ponerme de pie. Continúo mirando el fuego en el mar; el fuego abrazador con una gran satisfacción.

El sonido de un helicóptero no se hace esperar y en menos de un minuto mis hombres ya han sacado una bazuca para tirar de él, le dan en la cola de este y se descontrola cayendo en aguas del Mediterráneo.

Logramos salir con éxito, todos me saludan y me dan la bienvenida de vuelta, porque he vuelto.

Las horas pasan, se respira una calma y una alegría que no había sentido durante tanto tiempo, inhalo con profundidad respirando la victoria. En un dado punto hacemos cambio de yate para pasar desapercibidos y evitar altercados.

Me despojo de las horribles prendas y me doy un baño colocándome lo que merezco, recorto mi barba y al salir me encuentro a mi chico.

—Pon al pendiente a este hombre —le doy una palmada en la espalda sobresaltándolo— cuéntame, que has hecho sin mi estos últimos cinco años.

Su cuerpo se tensa y ríe con alegría achicándose ese par de ojos grises que ha heredado de mí, también.

Igual que ella.

—Padre —suspira—. Te he extrañado.

Inhalo hondo con orgullo mirando el horizonte.

Yo también me extrañe, por fin vuelvo a ser el mismo, por fin volveré a ser el mismo y lo primero que debo de hacer es encontrarla. La necesito.

Lienzo Ruso +18 © |Actualizándose lentamente|Where stories live. Discover now