32. Los verdaderos fetiches de Qinghua

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Vaya sorpresa que se llevó Mobei-jun al encontrarse atado a una silla por Qinghua. Quién pensaría que luego de haber transmigrado al mundo de Shan Qinghua, este sacaría a relucir una parte muy escondida de su personalidad y sus verdaderos fetiches.

—¡Qinghua! ¿Qué crees que haces? ¡Desátame ahora mismo! —Ordenó intentando desesperadamente zafarse de las ataduras, consiguiendo en cambio, irritar la piel de sus muñecas y tobillos.

—Dawang. —Le llamó de esa manera por simple costumbre. —Tu ya no eres nadie aquí, no puedes darme órdenes y no pienso cumplirlas.

Una sonrisa maliciosa se formó en el rostro de Shan Qinghua, ahora que no había un sistema que le dijera como actuar, podía ser él mismo.

—Además, tú mismo me pediste esto. —agregó.

—¡Yo únicamente quería que tuviéramos sexo! No que-

La fusta se estampó con fuerza en el muslos izquierdo de Mobei-jun, haciéndolo callar en ese mimo instante.

—¡Ah! ¡Qinghua! ¡Te mataré! — Otro golpe fue dado esta vez un poco más cerca de su entrepierna.

—¡Calla! No tienes permitido quejarte, así como yo me tuve que guardar todas mis quejas cuando estuve bajo tus órdenes.

Qinghua ya no parecía el mismo, aunque su cuerpo era similar al de su personaje dentro del libro, era como si otra persona se hubiera metido en bajo su piel. Si no fuera porque este hombre le llamaba de manera similar y conocía detalles muy privados de su relación, Mobei Jun podría jurar que era algún loco que había leído la nueva novela y quería suplantarle.

—Si me llego a sol- —Esta vez el azote golpeó directamente en su entrepierna haciéndole soltar un gruñido. Utilizó la fusta para obligarle a levantar el mentón y lo miró con incredulidad. —Dawang, tus palabras dicen una cosa, pero a ese amigo de allá abajo parece gustarle mucho que lo castigue. —Presionó con la rodilla aquel bulto que comenzaba a marcarse a través del pantalón. —Dime, Dawang, ¿debería maltratarlo de nuevo?

Recorrió aquel prominente pecho, deslizando sus manos arriba de la tela hasta llegar a sus pezones erectos. —¿Te atreves a fingir que no te gusta cuando todo tu cuerpo pide a gritos que te folle? —Sus dedos pellizcaron esos pequeños botones que se marcaban a través de la delgada camisa, presionándolos y retorciéndolos mientras dejaba caer todo su peso en la rodilla, aplastando esa inflamación que cada vez se hacía más grande y dura. Sus labios se acercaron a su oído y le lamió el lóbulo de la oreja antes de susurrarle. —Sabes lo mucho que esto te encanta, admite lo mucho que quieres que te haga mío ahora mismo. —Enterró sus uñas en la blanda carne de sus pezones y el quejido que Mobei Jun dejó escapar, fue la respuesta que necesitaba.

Mobei Jun sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando las uñas de Qinghua marcaron su piel y desgarraron su camisa. Una de sus pequeñas y delgadas manos ya habían desabrochado su pantalón y se encontraba apretando su dureza por encima del interior.

Shan Qinghua bajó la tela dejando expuesta la protuberante y voluminosa erección. Mobei Jun apartó la mirada con vergüenza, ocultando sus mejillas sonrojadas al darse cuenta de que su glande estaba completamente humedecido por ese líquido transparente que revelaban su excitación.

­—¿Qué tenemos aquí? —Qinghua pasó dos de sus dedos impregnándolos de aquella pegajosa humedad. —¿Te avergüenza tanto que tu propio cuerpo te traicione? Pruébate. — ordenó. Introdujo los dedos en su boca y le obligó a chupárselos.

Mobei Jun lo miro desafiante, pero obedeció a la orden y pasó su lengua por entre los dedos mojados de Qinghua. Al notarlo, sonrió complacido y decidió premiarle a su manera. Sacó una bala vibradora y la amarro a los testículos de aquel, encendiéndola sin previo aviso. Mobei Jun se retorció, tratando de controlar su respiración, negando que disfrutaba de aquella extraña sensación. Su pene fue bañado en lubricante y la mano de Qinghua se deslizó lentamente por él, apretándole, subiendo y bajando una y otra vez. Aquellas manos, aunque pertenecieran a Shan Qinghua, se sentían totalmente diferentes, sabían donde y como tocar, el simple tacto de ellas le hacia jadear, pidiendo clemencia y al mismo tiempo rogando por más.

Las vibraciones continuaban y la mano de Qinghua lo torturaba, yendo mucho mas lento de lo que necesitaba. Sus jadeos aumentaban al igual que su desesperación y siquiera él mismo podía impedirse rogar.

—Qing... Qinghua. —Este levanto una ceja y siguió con el suplicio, bajando la velocidad hasta casi detenerse. —¡Qinghua! No... no te detengas... —Bajó el mentón intentando ocultar su rostro totalmente avergonzado.

—¿Eso es lo que quieres, Dawang? —Mobei Jun asintió sin poder mirarle a la cara. —No me convence, no te dejare acabar hasta que me digas exactamente que es lo que quieres.

Mobei Jun suspiro con frustración al no poder resistirse ante la desesperación y la necesidad de ser tocado. —Quiero... quiero que sigas, quiero que me toques... que no te detengas hasta hacerme llegar.

—¿Te atreves a pedirlo con ese tono? —Río por lo bajo. —Bien. — Las vibraciones de la bala aumentaron al mismo tiempo que los movimiento de la mano que envolvían calurosamente su pene.

—¿Te gusta que te toque de esta manera, cierto? —No hubo respuesta.

—Responde. —exigió.

Mobei jun se limito a asentir tratando te contener los sonidos que amenazaban con salir de su boca.

—¡Dilo! —Qinghua ejerció más presión en el pene, obligándole a hablar.

—¡Sí! ¡Me gusta! Me gusta que me toques así... —Admitió. A medida que el toque aumentaba, sus jadeos se hacían cada vez más constantes, impidiéndole ocultar su deleite.

Qinghua volvió a acercarse a su oído, lamiendo y mordiéndole el lóbulo. —Vamos Dawang, se que quieres mucho más que eso. —Le dio especial atención al glande, tocándolo y presionándolo, pero privándole de poder acabar. —Si me dices exactamente que es lo que quieres, dejare que te vengas.

Las vibraciones volvieron a aumentar y el placer acumulado había llegado hasta un punto doloroso e insoportable que le hacía creer que en cualquier momento podía explotar.

—¡Maldición Qinghua! ¡Quiero que me folles! —confesó. —Eso es lo que querías escuchar, ¿no? Ahora, déjame... déjame acabar... por favor... —suplicó.

—Tus deseos son ordenes, Dawang. —El vibrador llegó a su velocidad máxima y quitó el pulgar de su uretra.

Mobei Jun echó la cabeza hacia atrás y cerro sus ojos. Un suspiro salió de entre sus labios mientras el semen salía disparado y el placer se expandía por su cuerpo.

—Parece que sí estabas siendo sincero, tus piernas están temblando ¿Tanto te gustó?

Aun sin haber respondido, Mobei Jun sintió como la fusta se deslizaba por su pierna, provocándole un escalofrío. —Dawang, apenas estamos comenzando. 

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⏰ Last updated: Feb 08, 2021 ⏰

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