XV: Acertijo

5 2 0
                                    

El viento soplaba cada vez más frío

Iba abrigado, para evitar cualquier intento de hipotermia. Pero no contaba con esa voz. Dicho sonido me dejó helado. 

Giré mi cabeza lentamente. A mi derecha, se encontraba la chica pelirroja parada con un paraguas. Me repitió la pregunta.

     — ¿Tú otra vez? —quiso saber, sonriente.

     Para qué mentirles. A mí no se me ocurría qué responderle.

     —Pero serás irrespetuoso —volvió a decir—. ¿No me responderás?

     Entré en sí.

     —No sé por qué siempre nos encontramos de la manera más inesperada posible —respondí—. Solo me quedé pensando en ello, lo siento.

     La chica pelirroja se reía. Procedió a sentarse al lado de mí.

Y el viento soplaba bastante fuerte. Si no hubiera ido abrigado, quizá estaría muerto de frío.

     — ¿Cómo es tu nombre?

     —No me creerás si te lo digo —dijo.

     —Me lo creeré, no te preocupes. Solo quiero saberlo. 

     Ella me miró un tanto serio, giró su cabeza y sonrió.

     —Te pondré un acertijo. Así es más divertido.

    Me digné a asentir. Por lo menos iba a decírmelo.

Ella sacó su móvil y empezó a leer algo, todo esto mientras sonreía pícara.

     —Si mi nombre quieres conocer, donde te encuentras tendrás que saber.

     ¿En serio tanto para decirme tu nombre? Además, ¿qué clase de acertijo es ese?

     Pensé durante un rato y nada se me ocurría.

     — ¿Mar? —intenté adivinar—. ¿Te llamas Mar?

     La chica se rio a carcajadas. Estaba burlándose de mí.

     — ¡Casi! —soltó—. Pero no. No me llamo Mar. Generaliza un poco más.

     Pensé un rato más. Y, aunque la idea me parecía descabellada, lo dije.

     — ¿Te llamas Estación? ¿En serio?

     Esta vez se carcajeó mucho más fuerte que la anterior. Yo estaba un poco harto, para qué engañarlos.

     —Ya casi debo marcharme. Préstame tu móvil.

     Yo extendí mi brazo y le facilité mi teléfono celular. 

     —Ahí está mi número de teléfono. Me autoguardé como "Chica acertijo". Espero lo adivines pronto. Y, si te interesa, tengo veintiún años. Y amo la pizza —dijo esto último y guiñó su ojo.

     Okay, acaba de invitarme a que la invite a comer pizza. Genial.

Ella se fue alejando cada vez más. Yo me quedé allí sentando, aún pensando en el acertijo de mierda. Aunque con algo de felicidad: tenía su WhatsApp. Y, justamente, acababa de enviar un mensaje:

Chica acertijo: Si mi nombre quieres conocer, donde te encuentras tendrás que saber. 😉

Yo: Te odio.


La Estación | Una historia de desahogoWhere stories live. Discover now