XXX (30): Terapia del espíritu

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Continuaba caminando hacia la oficina de Jungle. Al doblar la esquina, veo a California a la lejanía. Aún no me había notado, pero me iba acercando poco a poco a ella. Me vio, vino hacia mí y me besó.

     —Aproveché que debía hacer unas cosas —dijo, luego de besarme—. También supuse que vendrías a este consultorio, ya que es el más famoso de toda San Francisco.

     Sonreí ante su inteligencia. Era muy grato que se preocupara y se molestara en acercarse. 

     —Te lo agradezco, California. Pero debo dejarte —me río—. Voy dos minutos tarde. —Digo, luego de mirar mi reloj.

     California volvió a besarme y abrazarme y se despidió. Jungle me esperaba a unos cuantos metros de donde estaba actualmente.

Subo las escaleras, saludo a quien por su rostro quiera ser saludado y timbro. Alejandro Jungle me abre.

     — ¿Cuatro minutos tarde? ¿Quién te distrajo? No, no me digas. No debería importarme —concluye riéndose.

     Yo lo miro con diversión y algo de escepticismo.

     —Pasa —agrega.

Me adentré en la oficina y aprecié las telas que ayer dijo tener. No mentía con que había mucha tela que cortar. Me senté y se lo cuestioné.

     — ¿Esas son las telas que cortaremos?

     Él miró y se rió. 

     —Sí —contestó, aún riendo—. Mi esposa me las trajo hace un rato. 

Comenzamos cada uno a cortar trozos bastante largos. Mientras, él iba a leyendo mi hoja médica. 

     —Tu última sesión fue hace dos meses —comentó, mientras en su mano derecha tenía la hoja y en su izquierda un trozo de tela recién cortada—. Registremos la anterior y esta.

Él leía y yo me distraía. 

     —Distimia controlada hasta la fecha, entonces —soltó él—. Bien, el proceso es el mismo. Sesiones cortas de respiración abdominal, las cuales sirven mucho para disminuir la ansiedad. Distracción, ya sea amorosa, amistosa o laboral. ¿Alguna de estas tres pusiste en práctica?

     Yo lo miraba sonriente, mientras terminaba de cortar el trozo de tela.

     —Amorosa, sí. Conocí a una chica y está siendo muy importante en este proceso. También está la distracción familiar. Me ayudó mucho el  haber tomado la decisión de venir a California y estar con mi mamá.

Jungle tomó el trozo de tela que yo había cortado. Me miró durante unos segundos.

     — ¡Claro, la chica! Lo había olvidado —dice él. Me dio más tela—. ¿Acertaste con su nombre?

     No recordaba que él sabía la historia del acertijo y todo eso. Es mi terapeuta, debo contarle todo. O casi todo, supongo.

     —En una cita anterior —le comento— intenté adivinarlo y dije que su nombre es Francisco.

Claramente es algo vergonzoso, pero es mi terapeuta. Lo último pensable es que se burle.

     Jungle se reía. Yo lo miraba.

     — ¡Perdón! —dijo, conteniendo la risa—. Pero ¿a quién se le ocurre?

     Me justifiqué diciendo que era un acertijo. Luego continuó con que era fácil adivinar. Solo existían dos respuestas posibles: San Francisco y California, obviamente debía apostar por el nombre femenino. Pero, sinceramente, no sabía que podía existir alguien llamado California. 

De pronto, Jungle se enserió. Me miró a los ojos y comenzó a decir:

     —Matteo, la vida es injusta. Lo sabes tú, lo sé yo y lo sabemos todos. A veces debes tomar decisiones bastante difíciles donde, mayormente, cierras una puerta para que se abran otras. No sé si has pensado en cómo se sentiría querer que otra persona se sienta bien aunque a ti te duela en el alma el sacrificio.

     Pensé en lo que decía. Entendía su punto, pero a medias. Algo me ocurrió hace varios años. Conocí a una chica, me enamoré de ella. Estuvimos mucho tiempo juntos pero, en el transcurso de los años, noté que ella estaba enamorada de alguien más. Le pedí terminar. Sufrí mucho, pero supe que era lo mejor para ella y para mí. A los años, me di cuenta que ella estaba saliendo con esa persona. Supe que ella era feliz y supuse que su felicidad debía ser mi felicidad.

     —Cuando puedas —añadió Jungle—, hazlo. Sacrifícate por otra persona, solo por su bienestar.

     Y estuve a punto de decirle que ya lo había hecho, pero siguió:

     —Me lo agradecerás. Y más que un consejo de terapeuta, tómalo como un consejo paternal.

Era esta la terapia necesaria, la bien llamada terapia del espíritu.


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⏰ Poslední aktualizace: Nov 10, 2021 ⏰

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