Seguía alucinando después de que mis labios y sus labios habían conectado por primera vez (y espero no sea la única). Ella se alejó poco a poco sonriente, yo quedé atónito en el sitio. No sabía cómo reaccionar luego de ello.
A ver —pasaba por mi mente—. Esta chica me acaba de besar. Aunque, realmente, yo lo quería pero ni en años lo iba a hacer. ¿Acaso ella me lee la mente? Y, claro, lo mejor de todo es: ¿por qué aún no sé su nombre?
Le escribí un WhatsApp rápidamente. Estaba desconcertado.
Yo: ¿Por qué todavía no sé tu nombre?
Chica acertijo: Tranquilízate, ya pronto lo sabrás.
¿Pronto lo sabré?
...
El día siguiente después de ese episodio altamente confuso y lleno de emociones, decidí llamar a Ryan y Travis. Necesitaba ponerlos al día.
— ¡No me jodas! —soltaba Ryan—. ¿En serio ya la has besado? No, no, no. Mejor dicho: ¿ya te ha besado ella a ti?
Travis reía, yo estaba algo sonrojado pero también reía. Asentí sonriente.
—Pasamos de no tener contacto visual —esta vez hablaba Travis—, a besarse en su primera cita. Es que esto es de película juvenil, la típica que dura ciento veinte minutos y tienen sexo cada veinte minutos.
Las carcajadas no faltaron. Qué hijos de puta, pero los amaba.
—Mañana tengo cita con Greenman —les informé, ya un poco más serio—. Pero como no estoy en Filadelfia, él me dijo que acudiera a un compañero de él mientras estoy en California.
Los chicos asentían serios. Cuando hablábamos de mi problema emocional, ellos siempre estaban al pendiente y queriendo saber cada detalle.
ESTÁS LEYENDO
La Estación | Una historia de desahogo
RomanceMatteo, un chico tímido y con grandes aspiraciones a convertirse en traductor, decide ir de visita a casa de su madre en San Francisco, California. Al llegar y salir de la estación de tren, la fuerte lluvia provocó que el chico se resguardara en una...