3. Lily se toma un día del café

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En la hora del almuerzo, Rachel me reprocha por no saber el significado de spam.

- Eres una chica joven en pleno siglo XXI, ¿Cómo no sabes qué es spam? – Me reclama

Estoy muy ocupada comiendo uno de los panquecitos de Abu como para darle otra respuesta más que un encogimiento de hombros, a lo que reacciona bufando.

Hemos pasado toda la mañana atareadas con clientes y Rachel salta contra mí al primer respiro que tenemos. Al parecer, hoy es uno de esos días en los que todo el mundo tiene pendientes que hacer y necesita un extra de cafeína para despertarse. Agradezco internamente que Abu nos esté acompañando hoy en el café.

A mi rubia amiga le parece una catástrofe que no entienda su jerga moderna y digital, y si no cambio de tema rápido, sé que tiene la energía para continuar con su monólogo toda la tarde.

Sin ninguna otra opción, arraco un pedazo de mi dulce y se lo meto en la boca a la primera oportunidad que veo; cuando ella abre la boca para respirar. Rachel tose agresivamente y se agacha en el grifo para tomar agua, yo sonrío porque la venganza sabe tan dulce como un panquecito

- Por cierto, ¿recuerdas a esa chica dulce de anteojos? ¿Qué venía regularmente? –Pregunto cuando traga el líquido –. Me he dado cuenta de que ha dejado de venir desde la semana pasada, me pregunto por qué.

Me basta una sola mirada al rostro mojado de Rachel para saber exactamente qué ha pasado con la chica. El color rosa en sus mejillas y la manera en que juega con sus labios la delata como la causa del desaparecimiento de nuestra dulce clienta.

- Rachel – La llamo inquisitivamente, ella desvía la mirada -, ¿qué hiciste con la pobre chica?

Ella traga sonoramente antes de verme con gesto culpable: - Puede que la haya invitado a salir y haya sido su primera experiencia con una chica – Suelta la verdad lentamente, cautelosa de lo que dice – Y puede que también ella dijera algo parecido a "no creo que esto sea lo mío" antes de desaparecer de mi departamento y, probablemente, también del café – Ríe nerviosamente.

- ¡Rachel! ¡No puedo creer que nos hayas espantado a una cliente! – El grito me sale tan agudo y alto que Abu sale específicamente de la cocina a decirme que baje la voz.

- Bueno, pero ¡yo me llevé la peor parte! – Exclama con un puchero cuando mi abuela vuelve a su lugar – Me rompió el corazón – Solloza falsamente.

Yo ruedo los ojos:- Prácticamente me dijiste que estabas enamorada de Liam esta semana – Le digo, sé que tengo que aclarar más cuando me ve confundida - ¿El chico de los anteojos?

- ¡Ese Liam! – Chasquea los dedos cuando lo recuerda –, pero ese ya pasó – Finaliza antes de levantarse y dejarme sola en el suelo.

Nunca deja de sorprenderme lo volátil que es Rachel con sus relaciones. Pasa de chicos y chicas tan rápido que a veces me es difícil seguirle el paso a sus anécdotas, aunque al final del día todas terminan con ella nuevamente soltera.

No mentiré, la primera vez que Rachel me contó de su experiencia con una chica tuve que preguntarle más de dos veces a qué se refería, pero nunca tuvo pena de confesarme que era bisexual. En realidad, ella estaba orgullosa de ser una chica con amor para todos.

Pero cada vez que me habla de alguien a quien le ha pegado el ojo en la cafetería, me asusta que este sea el resultado: un cliente menos. Aunque la mayoría de veces mantenemos nuestro clientes, hay otras en los que simplemente se desvanecen del planeta.

Me levanto y sigo a Rachel hasta el filo de la pared del arte.

- Rachel, ¿no puedes buscar tus amores en otro lado? ¿Uno que no nos haga perder clientes? – Ella pone los ojos en blanco.

Trazos AzulesWhere stories live. Discover now