4. El nombre es Peter

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Dejo que el café se filtre poco a poco mientras escucho a Rachel hablar de una chica que conoció en la biblioteca

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Dejo que el café se filtre poco a poco mientras escucho a Rachel hablar de una chica que conoció en la biblioteca. Apenas es media mañana y parte de la clientela matutina continúa llegando. La suerte que algunos tienen de no tener que madrugar por ir a trabajar.

- Sé que ella y yo estamos predestinadas porque justo en el momento en que la vi, ella sostenía un libro llamado Destino – Explica – Si eso no es una señal, no sé qué es.

- Una coincidencia – Respondo burlona.

Ella imita una risa falsa: - Qué graciosa.

El café termina de filtrarse y comienzo a preparar el pedido del cliente. Rachel me sigue, deambulando con sus teorías de almas gemelas. No ha mencionada nada del chico de los dibujos cuando pensé que sería lo primero en su boca cuando me viera, aunque, para ser justas, hemos estado ocupadas toda la mañana.

Tengo que detener su monólogo en algún punto cuando voy a entregar el café en una de las mesas ocupadas. Por el rabillo del ojo capto que el cliente ha agarrado los lápices y está haciendo un bosquejo de algo que se asemeja a un gato. Sonrío porque presenciar a alguien hacer arte se siente especial.

- Mira – Me dice Rachel cuando regreso a su lado -, acepto que el libro puede ser una coincidencia – Hace una mueca de disgusto -, pero si ella aparece por aquí, de la nada, es destino – Sonríe triunfante.

- No es destino si le diste la dirección de la cafetería o le dijiste que trabajas en una – Le recrimino al notar la astucia en sus gestos.

Sabiendo que ha sido atrapada, solo me revolotea los ojos y bufa. Aunque se mantiene ofendida por unos minutos más, pronto Rachel está de nuevo hablándome, esta vez con un tema mucho más interesante.

- Apuesto a que, si se tratara de tu chico, estarías más de acuerdo conmigo – Me pongo colorada –. He estado esperando toda la mañana a que me preguntes por él, pero solo me has dejado parlotear sin parar de una chica que no te importa – Ríe.

Mi cara está caliente, no necesito un espejo para confirmar lo roja que he de estar. La manera en que lo dice está acompañada por un tono jocoso y sabelotodo que me pellizca la piel.

- No sé de qué hablas – Ella bufa.

- Estuvo parado, literalmente paralizado en la puerta por más de dos minutos, viendo penosamente tu lugar vacío – Comienza a relatar aunque yo intento parecer no interesada -, tuve que decirle que estaba bloqueando la entrada para que se moviera.

Se detiene, esperando alguna reacción de mi parte. Finalmente, hago un sonido con la boca que ella toma como su señal para seguir.

- La mejor parte fue cuando no sabía cómo preguntar por... – Coloca un dedo bajo la barbilla, golpeándola juguetonamente en una falsa mueca pensativa – la pelirroja del café – Me da una media sonrisa porque ambas sabemos que me he puesto aún más roja.

Trazos AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora