19. Respuestas

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La vigencia de nuestro trato empieza a la mañana siguiente. Él ha decidido que el miércoles será nuestro día, y yo ya tengo mi pregunta lista en la punta de la lengua.

Mientras arreglamos la estancia, colocando las almohadas en su lugar y barriendo las migas de los panquecitos y lápices, le pregunto: - ¿Cuántos hermanos son?

La interrupción lo toma desprevenido, pero le doy el crédito de recomponerse de inmediato. Continúa barriendo mientras me responde.

- Somos cinco hermanos – Responde cortamente.

- ¿Y...? – Le insisto.

Él detiene sus movimientos y se recarga contra la escoba, soltando un suspiro cansado y profundo.

- No vas a dejarme en paz hasta que obtengas lo que quieres, ¿verdad? – Asiento encantada de que esté entendiendo – Está bien.

Deja la escoba recostada contra la pared y se sienta junto a mí, sobre las almohadas recién ordenadas. Le dedico toda mi atención, en la mañana los ojos se le ven casi verdes.

- Soy el segundo de seis hermanos – Abre su palma frente a mí, enumerando los nombres que dice a continuación -. El primero es Charles, tiene 25 años y está a cargo de la empresa familiar. De ahí estoy yo, el encantador – le doy un manotazo juguetón – y artista de 22 años. El tercer hermano es Louis, tiene 17 años y por el momento es un dolor en el culo, no sabe qué quiere hacer con su vida. Su gemelo, Liam, y el cuarto hermano, ya sabía desde niño que iba a ser doctor.

Río. A Peter, tan serio y directo e incluso un poco grosero, le cambia la mirada al hablar de sus hermanos. Se nota cuánto los quiere.

- El quinto hermano es Luke, de 15 años. Es bastante inteligente y responsable, probablemente más maduro que todos los demás juntos.

- Hasta ahora, Luke es mi favorito.

- ¡Hey! ¿Dónde quedó la lealtad, Musa? – Se queja mientras aprieta mis caderas, haciéndome reír.

- No sé de qué hablas, Luke suena encantador.

- Es un niño.

- El único problema – Suspiro con falsa decepción.

Todo es en un tono jocoso que lo hace temblar de la risa, dejándome escuchar esa dulce melodía. Él no tiene por qué saber que es imposible que alguien lo reemplace en mi vida.

- ¿Y el último? – Pregunto.

A Peter se le transforma el rostro al hablar de Charlotte, su hermana de 7 años. La piel se le ilumina y se le escapa una sonrisa orgullosa.

- Es lo mejor de todos nosotros, tan dulce y atenta – Me agarra la mano, jugando con mis dedos -. Cada vez que llego a casa me recibe con marcadores y manchas de pintura en su cara.

Ríe perdido en la memoria de su hermana, le aprieto los dedos con cariño para que siga. Quiero escuchar más sobre Charlotte. Deja de jugar con mis dedos para agarrarme la mano con más firmeza, acercándome a él con la aparente intención de contarme un secreto.

- Cada día, mañana y noche, ella me pregunta por mi musa – El aliento se me va de la sorpresa, él sonríe encantado de mi reacción -. Una vez encontró un dibujo tuyo entre mis cosas, y desde entonces no para de decirme que quiere conocer a la princesa pelirroja de mi cuaderno.

Los ojos se me empañan ante la imagen que nace en mi cabeza de una pequeña niña con los ojos de Peter, la misma alma creativa nadando en ellos. Soñadora, inocente y dulce.

- Yo también quiero conocerla – Susurro aún en mi ensoñación.

La sonrisa de Peter se amplía, satisfecho con mi respuesta. Probablemente el mundo entero pueda caber en su sonrisa.

Trazos AzulesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant