Capítulo 26

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Hanna

Lo veo detenidamente.

Su sangre caliente contra mis dedos.

Luce cómo si solo durmiera una siesta.

El olor a metal bajo mis narices haciéndome temblar.

Miro hacía la máquina que pitea con sus latidos.

Su boca soltando jadeos de dolor.

Dejo de torturarme al escuchar la puerta abrirse. Derek entra con ligeras ojeras y me extiende el café qué me prometió hace unos minutos. Mira a Adrien todavía sin despertar y sale haciendo sonar sus dedos con su pulgar.

Suspiró y le doy un trago al café quemándome la lengua.

"Dentro de la ambulancia pregunto por usted, señorita Hanna."

Dejo el café sobre la mesa auxiliar y acerco mi sofá más a la camilla. Miro de reojo la puerta y estiro mi mano hacía su rostro delineando sus marcados pómulos.

Mi príncipe azul, peleo por mí, y perdió...

Mi príncipe azul es un idiota.

— Eres un idiota. — Murmuro dejando mi cabeza sobre su hombro.

Su suave respiración le agita el pecho y llevo mi mano ahí con mucho cuidado sintiendo a través de la sabana el parche que le pusieron. Suspiro y cierro los ojos imaginando que no estamos en un hospital, imaginando que estamos en nuestro departamento.

Adrien cocina para mi recordándome lo hermosa que soy y yo estoy burlándome de él porque me sube el ego, y luego se queja de ello. La radio reproduce las canciones de este verano, él se seca las manos y avanza hacía mi con los brazos extendidos. Ambos bailamos en la cocina tarareando la canción y terminamos besándonos conmigo sobre la isla y él entre mis piernas. Solo nos separamos cuando la carne comienza a quemarse.

Me gustaría volver en el tiempo y decirle en ese momento que aunque sea mi príncipe azul, no significa que lo sea en realidad. En la realidad, no esquivas balas a lo Matrix, a no ser que tengas experiencia.

Aunque también me gustaría volver en el tiempo, y decirle a Derryl que le enseñe a hacerlo.

»— Un gran, gran, gran, gran idiota. — Bajo mi mano a la suya y la tomo con cuidado ya qué tiene una aguja en el dorso.

Sangre caliente entre mis dedos, brotando con rapidez.

Cuando vi su cara de horror, me desconecté. Todo dejo de importarme, no pensé en Andrea, en Johan ni en la persona que le disparo, tampoco pensé en cobrar venganza. Solo pensaba en la cantidad alarmante de sangre saliendo de su pecho.

Sentí cómo si alguien abriera mi estómago y esófago, sin tocar mi piel, mis dedos se entumecieron, mis piernas no respondían de inmediato y detrás de mi lengua, sentí miedo. Sentí miedo de que ese fuera el último momento juntos, el último momento de verlo de pie, el último momento que me sorprendiera, y el último momento en que sus ojos y los míos se vieran.

Me desconecte de tal forma que todo se me olvido, apenas respiraba y se me olvido por completo cómo hacer presión con mis manos. No tenía la menor idea de lo qué hacía, no por qué no lo hubiese hecho antes, porque me olvide de todo...

Andrea tuvo qué ayudarme a hacer presión, y fue ella la que alarmo a los guardias para qué viniera. Si no hubiese estado, Adrien hubiese muerto por mi culpa. Porque mi miedo me congelo.

Nunca me había pasado, incluso durante esa semana con los cuatro, supe mantener la cordura durante las violaciones, pero con Adrien perdí todo el maldito control.

Buscando el Paraiso (+21)Where stories live. Discover now