Capítulo 39

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Adrien

— ¡Adrien! ¡James!

Bajo mi fusil poniéndole el seguro de inmediato y me quito los protectores de los oídos girándome junto al británico hacia la mujer que corre desde el almacén de entrenamiento.

La miramos correr con sus brazos junto a su cuerpo, y cruzamos miradas entre ambos confundidos cuando llega a nosotros y respira agitada tratando calmarse.

— ¿Estás bien...? — James la mira preocupado y la mujer se recompone con los ojos cafés brillando en emoción.

— ¡El señor Derryl! — Grita. — ¡Me llevara con él a Dubái! ¡Comenzare a trabajar como guardaespaldas!

Nos abraza con fuerza riendo emocionada.

— Eso es genial Stella, ¿Cuándo se irán? — James le sonríe y ella le mira ofendida.

— ¿Ya me estás echando?

— ¡No! Es solo que necesito una fecha para hacer la parrillada con los chicos el día siguiente.

Me rio a carcajadas cuando la chica comienza a gritarle por ser tan malo.

Desde que comencé a venir a los entrenamientos con los guardias de Derryl, me hice bastante cercano con cada uno de los futuros guardaespaldas, sin embargo, James y Stella son los únicos con los que me hablo luego de salir de aquí.

James vino desde Chester hace un par de años a entrenar con Derryl y hace dos años es orgullosamente un miembro de los guardias Morgan, porta su pistola dorada y todo el rollo. Y Stella vino desde Arizona hace unos meses para cumplir su sueño de ser un soldado, ya que el ejército americano no la acepto por su historial criminal.

Sigue sin decirme que fue lo que hizo, no creo que haya asesinado a alguien, es muy pequeña y ruidosa para hacer algo así. Sin embargo, es algo que siempre vuelvo a pensar cuando en el ring se lanza sobre mi como un gato rabioso.

A medida que ellos terminan de discutir como la mayoría del tiempo, yo igual calmo mi risa y veo al inglés desordenar el cabello de la chica de un metro y sesenta con una sonrisa.

— Felicidades Stella, solo recuerda quien eres, y nunca ser parte de las Perras.

La chica asiente sonriendo y junta su mano con la de él en un puño.

— Ser quien soy y nunca ser una de las Perras.

La chica choca su puño conmigo también y luego corre hacia el grupo que entrena cuerpo a cuerpo y les cuenta la noticia ya que todos la abrazan.

— ¿Ser una de las perras? — Pregunto mirando todavía el grupo que estrecha a la castaña.

— Ya sabes, los hombres de Hanna. — Lo miro confundido y se rasca la cabeza haciendo una mueca. Suele hacer eso cuando me cuenta algo que no debe.

— ¿Los guardias de Hanna se llaman Perras? — Rio. — ¿Gerald es el jefe de las perras?

— ¿Qué? ¡No! Esa es Fátima, Gerald es el jefe de guardias, no el de las Perras.

— ¿Quiénes son las Perras entonces?

— Las Perras de Hanna Morgan. — Suspira. —Veras, están los guardias de la señorita Hanna, los que la cuidan a ella, y están sus Perras, los que hacen el trabajo sucio, los que cuidan la mercancía durante los traslados, se encargan de distribuirla y atienden los asuntos ilegales. Las Perras, Dios... Son unos enfermos.

La curiosidad me pide saber más.

— ¿Y por qué no se debe ser una Perra?

— Porque una vez que te conviertes en una Perra de Hanna Morgan, no dejas de serlo hasta que mueres. En el mundo existen tres grupos de psicópatas armados a los que nunca quieres enfrentar; El ARMY estadounidense, ISIS, y Las Perras de Hanna Morgan. ¿Y sabes por qué? Porque todos esos dementes están dispuestos a morir por su líder.

Buscando el Paraiso (+21)Where stories live. Discover now