Capitulo 3: Unión de las pesadillas blancas

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Akila desconsolada comienza a llorar y deja fluir su rio de sufrimiento y dolor. La mayor parte de la población la rodeaba, al subir su vista se encuentra con esa escena y su miedo crece. ¿Qué les diría a los aldeanos? ¿Qué le diría al jefe? Lo único que hizo fue activar su poder y encerrarse en una cúpula de humo con unas palabras.

—¡Déjenme sola! —Aquel grito heló la sangre de más de uno.

Entre estelas e hilos de humos sus lágrimas caen el suelo, nunca había pensado en llorar por ella, pero tampoco pensaba que la perdería de tan horrible manera. Sin importar lo que fuera era su madre; por más que la odiara ella era su madre.

Se quedó en esa esfera de humo hasta que su constelación apareció en el cielo. Deshizo la cúpula y observo como su cristal se iluminaba al recibir la constelación Ara, el altar.

Se sienta en la tierra chamuscada y observa el cielo estrellado. Su atención va directamente a la de su madre, la serpiente. Odiaba y amaba verla, como si fuera necesario verla. Su mirada se dirige a lo que quedaba de su hogar y nota un ligero brillo.

Se acerca a ese brillo, parecía cobrar vida mientras se acercaba y estar vivo por sí solo. Intenta sujetarlo pero algo se lo impide, vidrio, en específico una botella que cuidadosamente limpia y se da cuenta que la poción que su madre pensaba lanzar estaba intacta. Sorprendentemente no había cambiado era como si su madre fuera sido la causa de esa explosión que deshizo su hogar.

Agarrando la botella y limpiándose lo mejor que pudo la cara corre en dirección a la tienda del jefe de la tribu. O lo que queda de ella, la destrucción de su tribu cobraba sentido, era el veneno. Pero el de una bestia nueva.

Llega y observa que están todos durmiendo pero a lo lejos una luz muy tenue, sabía que era él. No podía creer que tan tonto era. Como puede lo alcanza, siempre buscando que no se percatara de su presencia y al estar lo suficientemente cerca uso sus poderes de aromancia y creó una ilusión en su mente de su peor miedo y lo hizo caer. La luz de la antorcha se extingue pero el cielo estaba tan brillante como siempre.

—¡¿Está loco?! ¿Quiere morir? —Le pregunto en un susurro furioso

—No gracias, buscaba algo que no es de tu incumbencia —responde él molesto.

—Indicios de alguna nueva bestia ¿verdad? —Mi voz atrae su vista y lo único que puedo hacer es dejar que una pesadez saliera de mi cuerpo, al menos no estaba loca.

—¿Cómo lo supiste? —En eso Akila sacó la botella y se la mostro

—Esta poción la conozco, esta mata todo lo que pueda tocar, pero es sumamente volátil... ¡maldición! Tu madre siempre encargándose de todo sola, y ¿esa bestia la mató? —grito su jefe. Antoine Scorpius

—Es lo que creo, así que puede dejarme ayudarlo, y no, no es una pregunta. Esa cosa sea lo que sea mato a mi madre y...

Una explosión retumba en los oídos de ambos. Era en su aldea, su jefe invoca a su escorpión gigante y se monta sobre él dejando a Akila en el camino. Con determinación, Akila corre y pronto se encuentra en su aldea y los pocos tablones de madera que existían estaban totalmente destruidos. Muchos aldeanos huían de algo, pero de la desesperación no sabían por dónde ir, algunos utilizaban sus poderes pero tampoco surtía gran efecto. Su tribu desaparecería y la única que pudo evitarlo... le dejo la herramienta a su hija.

—Es volátil, pero para que algo explote necesita chispa. Y es de noche así que... — dijo para sí misma antes de lanzar poción y que esta estallara en el cielo y cubriera todo de ese veneno.

Por suerte a los aldeanos ni a ella le pasaba algo, pero al escorpión del jefe si y lo devolvió a su hogar. Sea cual fuera.

Y unos gritos horribles aparecieron, podían oírla gritar pero no ver. Entonces a Akila se le ocurrió la idea de usar su poder de humo y hacer una cúpula que fue agrandando y cuando esa cosa toco la cúpula se mostró por completo, se volvió tan blanca como la más pura nube.

I know I'm Not AloneWhere stories live. Discover now