Capitulo 20: Gran reloj roto

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El Ernesto más viejo de ambos había caminado durante varias horas, parecía haberse vuelto de noche, pero las montañas negaban la luz del sol, había escuchado voces y quiso ver quién era, al parecer había encontrado oro en la superficie. Una sonrisa maligna se moldeo su boca, las voces eran de Akila Ara y algún viejo ermitaño de la isla, se había quedado por esa zona esperando ver la oportunidad y eliminar la piedra de su zapato que evitaría cumplir su destino.

Escuchaba la charla y su situación mejoraba, sus oídos escuchaban el relato de que, al parecer, los amigos de Akila habían roto lazos con ella, eso era muy bueno para el Ernesto mayor, seguía escuchando hasta que la conversa se tornó suave y cariñosa.

—Qué asco —susurro él lo más bajo que pudo para no ser detectado.

Seguía observando y mirando como ellos tenían una conversa hasta que se levantaron y al parecer iban a luchar. Y en efecto lo hicieron, Ernesto subió a un árbol para evitar ser visto pero tener un gran espectáculo en primera fila de esa sorprendente lucha. Akila era hábil pero el viejo tenía sus trucos, aunque el viejo uso una buena táctica que había sembrado esperanza de muerte en el corazón de Ernesto. Se había transformado en un demonio o algo parecido.

Akila estaba frita y Ernesto solo espero hasta que Akila fuera derrotada en poco tiempo y se recostó y relajo. Sin poder controlarlo se quedó dormido hasta que sintió una lluvia, Ernesto aun con algo de sueño en su sistema busca como puede otro refugio hasta que su cuerpo comienza a arder despertándolo.

Su mano comenzaba a quemar, no podía gritar así que como pudo invoco su espada y retraso un poco su estado temporal y se curó de ese ácido, al estar totalmente curado busco un refugio bajo una roca cerca del lugar con vista directa a la acción, Akila se iba a enfrentar al demonio y había derrotado a las dos serpientes en los brazos de ese viejo.
Uno no puede confiar en los viejos. Pensó y se hundió más en su refugio mientras durase. Akila había corrido al lugar donde el viejo al parecer había caído y se estaba quemando los pies, Ernesto quería que sufriera un poco para que ese humo le hiciera algún daño más permanente. Pero algo lo sorprendió.

Akila había recitado unas palabras raras y un humo tricolor salía de sus manos y un brillo grisáceo de su collar, Ernesto observaba como todo el humo eliminaba el ácido y curaba todas las heridas de los árboles y del viejo, si es que tenía alguna.

Ernesto sale de su escondite y sin dudarlo vuelve a invocar su espada, el viejo se había recuperado de su estado demoniaco y hablaba con ella de forma tranquila y relajada.

Ernesto apretaba la mandíbula y los puños, ella era feliz mientras el sufría, eso no lo iba a permitir. Así que el corrió con su movimiento de fase, todo alrededor de él se movía en cámara lenta y le daba algo de celos ver como el anciano era feliz con ella. Hasta que el anciano lo observa de reojo un segundo eterno, y de repente una serpiente se preparaba para morderlo, obstaculizaba totalmente la dirección de Akila, pero la del viejo no.

—Si tanto la proteges, entonces muere tu —dijo Ernesto al ver al viejo quien sonreía burlonamente.

Ernesto sabía que lo había burlado de una forma ridícula, pero no permitiría algo así otra vez, preparo su espada y con un ligero cambio de dirección fijo su rumbo al anciano. Su sonrisa no se desvaneció hasta que él le clavo su espada en el pecho y penetró hasta el otro lado, dejo la espada caer y luego de ello la recogió para infligir más dolor aún.

Había finalizado su movimiento de fase, ya estaba no muy lejos de la zona, hasta que escuchó ese grito de dolor y se deleitó todo lo que pudo.

—¡Maldito reloj roto! —la cara de Ernesto era de satisfacción pura.

I know I'm Not AloneWhere stories live. Discover now