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"Quien vaya conmigo a una librería debería saber que NO saldré rápido de ahí

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"Quien vaya conmigo a una librería debería saber que NO saldré rápido de ahí." —

Pov's Dylan

Ella me guiaba. Sus pasos eran imitados por los míos, siguiendo el trayecto que me indicaban. Nos hizo perder entre inmensas estanterías infinitas como la información que poseían. O por lo menos, eso es lo que ella podría pensar con certeza, ella aseguraría que me perdería en la magia del lugar, y para su buena o mala fortuna estaba totalmente equivocada.

Sí, estaba perdido, pero más allá de eso me encontraba fascinado. Hayley me tenía fascinado.

Ella no comprendería ni la más remota idea de cómo hasta la más mínima acción que ejercía ocasionaba un remolino de sensaciones en mí. No era consciente de lo adorable que me resultaba la manera en que se emocionaba en relatar pequeños fragmentos de algunas de las historias que había leído y al mantenerse así de inmersa en su relato, su emoción la delataba al provocar que diera pequeños brinquitos de felicidad en cada uno de sus pasos.

No se imaginaria la forma en que el brillo de sus ojos se convertía en el causante de que me transportara a su lado en esas escenas que su voz lograba filtrar en mi mente y deformaba mi realidad al crear escenarios fantásticos que se apoderaban por completo de mis sentidos. Amé saber que lo único que necesitábamos para desvanecernos y volver a encontrarnos en un mismo instante era escuchar su voz.

Adoré la transparencia que me brindaba al otorgarme la oportunidad de poder leer sus emociones. Ni si quiera podía pasar por alto la sinceridad con la que me hacía saber que odiaba con toda su alma los spoilers y no tendría piedad de mí si en algún momento me atrevía a decirle alguno...

Me derretía la sonrisa que dejaba salir de forma inmediata cuando recordaba algún momento divertido, o cuando la interrumpía un par de segundos para decirle alguna absurda ocurrencia que pasara por mí mente en ese momento.

Inclusive amé con todo mí ser la confesión de que su enamoradizo corazón guardaba sentimientos por un sinfín de amores platónicos. Me sentí pleno al poderme atrever a confesarle los míos y de improvisto ser sumidos en una inocente batalla de celos que terminó en risas.

El tiempo se aceleró. Los segundos se convirtieron en horas, mi mente fue totalmente absorbida por la fascinación que me provocaba y me mantenía pendiente de cada una de sus acciones. Cuando menos cuenta nos dimos, el recorrido y las actividades que Hayley debía realizar llegaron a su fin.

Y el tiempo que disponíamos para estar juntos también.

Fue entonces, cuando terminamos de hacer todo, que el silencio se prolongó. Y no, no fue un silencio incómodo, se sintió más como si nada de lo que pudiéramos decir lograría hacer que las cosas fuesen diferentes...

Me equivoqué. Hayley ya estaba preparada. Sorprendiéndome una vez más, su voz se elevó ligeramente, y en un vago susurro admitió:

—No quiero que te vayas.

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¡Oye! Ése es mi libroOnde as histórias ganham vida. Descobre agora