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"—Me mata lo que estás haciendo.
—Yo no estoy haciendo nada.
—Es precisamente eso lo que me está matando."—

—Y al final... ¿Qué paso con tú enamorado amiga?

Katlin me miraba con expectación, en espera que le diera las mejores noticias del mundo. Ella quería que le dijera que fue la mejor cita de la vida, que todo era color de rosa y ya estaba a punto de decidir la fecha de la boda. La conocía, por lo tanto sabía que se ilusionaba muchísimo más de lo que yo lo haría.

—No pasó nada... supongo, —suspiré profundo, tenía más dudas que otra cosa. No podía tener la certeza de que ya hubiera algo entre nosotros, todo queda en el aire cuando se trata del Roba libros, me dejaba en una incógnita que me mantenía suspicaz y confundida.

—Lo espere todo el día y no llego, —admití

— ¡¿TE DEJÓ PLANTADA?! —, elevó su voz de forma innecesaria. Las personas sentadas a nuestro alrededor dejaron escapar ligeras risas.

Rodé los ojos.

—Dímelo porque lo mato. Te juro que lo mato.

La agresividad de mi mejor amiga era única. Hasta a mi llegaba a darme miedo.

—Técnicamente no, —debía detenerla antes de que armara todo un escándalo. —Sí llegó. Sólo que por la noche... A las 9 de la noche para ser exacta, vino a verme empijamado, percudido y después de haberse tenido que escapar de su casa...

—Muy casual todo amiga, —agregué con sarcasmo.

— ¿Qué me estas contando? ¿Hablas en serio?

Ni yo podía procesar que sí, todo lo que acababa de decir sucedió y en pocas palabras... Era una locura.

—Aunque bueno, lo puedo creer por que debo decírtelo amiga, yo ya cumplí con mi función. Lo investigué.

Que mi mejor amiga fuera la hija del director, no podía negar que tenía ciertas ventajas...

— ¿Qué hiciste qué? —, me atraganté con el trago de agua que le di a mi bebida.

Estábamos en hora del almuerzo, aprovechando para ponernos al corriente con las noticias del fin de semana.

Por la mañana me tocaron las 2 clases que compartía con Dylan, por lo tanto fue fácil darme cuenta de que no asistió al instituto y no podía negar que me sentaba mal saberlo. Quería verlo, quería preguntarle que sucedía con él...

— ¿Qué esperabas amiga? Debía hacerlo. No tengo intenciones de entregarte a cualquier patán.

Sus justificaciones siempre las daba de tal modo, que hasta a mí me parecían suficiente coherentes.

— ¿Y qué descubriste?, —le pregunté como quien no quiere la cosa...

—Dylan Stiles. Se apellida igual que el prestigioso empresario Alejandro Stiles... Pero lo que es muy raro es que su expediente de estudiante indica que ha cursado más de diez escuelas diferentes desde el preescolar... Se inscribió este mismo año a este instituto, lo cual explicaría por qué ninguna de las dos tenía noción de su existencia.

—Eres toda una detective, —la halagué sorprendida.

Solo pude pensar en lo poco que conocía de él. Realmente no tenía idea de quién era, y si resultaba que era el hijo de Alejandro Stiles, eso explicaría por qué tuvo que cambiarse de escuela todos estos años... No obstante, no podía evitar pensar en la vida inestable que debió haber tenido... Con cambios tan drásticos a lo largo de su crecimiento.

—Pero eso no es lo peor de todo Hayley.

¿Qué podía ser peor?

—Dylan ya ha sido dado de baja..., —hizo una ligera pausa, al ver que me quedaba anonadada, —Dylan no volverá a estudiar aquí.

Espera...¿QUÉ?

¿QUÉ?

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¡Oye! Ése es mi libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora