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"Estamos hechos de páginas de libros".

Es extraño y al mismo momento algo tan típico, sucede en tantas ocasiones que no debería sorprenderme

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Es extraño y al mismo momento algo tan típico, sucede en tantas ocasiones que no debería sorprenderme.

¿Conocen esa sensación?

La sensación de saber que antes de conocer a una persona jamás habías sido consciente de su existencia. Nunca antes la habías visto y en el momento en que aparece en tu vida es como si todo encajara de repente y empieza a aparecer por todos lados. A cualquier lugar que vayas está ahí, como si de una nueva unión se tratara, de repente al entrar en tu vida, termina convirtiéndose totalmente en parte de ella.

Justo eso me estaba sucediendo. Tal vez una parte inconsciente de mí estaba pendiente de él a lo largo de la mañana... Tal vez.

Me acababa de enterar que compartíamos 2 clases juntos. En los pasillos siempre coincidamos, lo notaba pendiente de mí al mirarme cada que pasaba por donde me encontraba... Y siempre me sonreía. ¿Se daba cuenta de que su sonrisa era tan deslumbrante?

Me dejaba atolondrada, me provocaba contener la respiración y solo cuando pasaba de largo me permitía soltar todo el aire.

Todo el día tuve en mente que no tardaría en abordarme y, la ansiedad por saberlo, hizo que no pudiera concentrarme como debería en mis clases diarias.

Lentamente la hora de salida se iba acercando y me permitía respirar con tranquilidad el aroma de alivio al saber que hoy no tendría necesidad de hablar con él. Lo sabía: era una actitud cobarde.

Al no tener prisa alguna, me dediqué a observar como todos guardaban sus útiles con anticipación. Faltaba muy poco para salir. Dicho y hecho no tardó nada en sonar el timbre, todos a excepción de mí, salieron volando en dirección a la salida, incluido el mismo profesor.

Me reí entre dientes y empecé a guardarlo todo con la mirada fija en el suelo.

De repente lo supe: no estaba sola. Levanté mi vista y ahí se encontraba, como si nunca hubiera dejado de estarlo, se recargaba en el escritorio del profesor con una preciosa sonrisa de lado que me aceleró el corazón.

— ¿Me extrañaste?, — me preguntó con expectación.

Me eché a reír con nerviosismo.

— ¡Sales de entre las piedras!, —le reclamé.

—No podía ignorar a una damisela en apuros, —respondió observándome con mucha intriga y curiosidad.

— ¿Y cuál es el apuro?, — le cuestioné reprimiendo las ganas de reír.

Señaló al lado de mí, giré mi cabeza y lo único que vi fue mi mochila que reposaba a mi costado, lista para ser sujeta.

—No puedo dejar que cargues con semejante tortura, ¿Sabes la cantidad de dolores de espalda que puede provocar?

Fue demasiado para mí, mi risa se escuchó en todo el salón.

— ¿Es ésta una nueva táctica de conquista?

Poco a poco se fue acercando a mí, me miraba tanto que lograba que me atacara el nerviosismo. Al llegar a mi lado, su mano sujeto con fuerza mi mochila y la colocó alrededor de su hombro. Se inclinó ligeramente y susurró a un lado de mi oreja.

—Dímelo tú, ¿Acaso está funcionando?

Sacudí mi cabeza contrariada y totalmente avergonzada por su cercanía.

Lo escuché reír a la hora que se alejó de mí.

— ¿Vamos?

Sonreí con timidez al notar como mi mochila y la suya colgaban de sus hombros. No me estaba dejando opción alguna y lo peor de todo es que tampoco la quería.

—Vamos, —acepté, y colocándome a su lado, empezamos a caminar sin ninguna dirección en mente.

—Vamos, —acepté, y colocándome a su lado, empezamos a caminar sin ninguna dirección en mente

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¡Oye! Ése es mi libroWo Geschichten leben. Entdecke jetzt