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26 de Noviembre del 2020.

¡Oye! Ése es mi libro llegó a puesto número 1 en historia corta

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¡Oye! Ése es mi libro llegó a puesto número 1 en historia corta.

¿Cómo? No tengo ni la más remota idea, me tomó sumamente desprevenida... ¿Cómo fue posible que esta historia pequeña y en proceso, de repente escalara a lo más alto?

Aún sigo sorprendida y muy agradecida a todos los que permitieron que eso fuera posible, mil gracias de verdad, a todos los que le dieron clic. A todos los que llegaron para quedarse... Se ganaron un pedazote de mi corazón.

Gracias, muchas, muchas gracias, los quiero conocer, ¿Desde dónde me leen?

Ya sé, ya sé, a lo que vienen...

La historia aún no termina, prometo ponerme las pilas, por lo pronto los dejó con el capítulo 30.

Sé que ya lo repetí mucho peroo..., MUCHÍSIMAS GRACIAS,

Isee ❤️

...

Adelante. Cae. El mundo se ve distinto desde el suelo. -Opra Winfrey

Las palabras se desvanecieron en un ligero suspiro, nuestros cuerpos se atraparon mutuamente en un abrazo que contenía cada uno de los sentimientos que experimentábamos. Esperaba transmitirle el máximo apoyo posible. Tenía que hacerle saber de algún modo, lo mucho que me importaba. No existía razón para que afrontara la situación solo, ya no más, no mientras yo estuviera para impedirlo.

Cerré mis ojos al recargar mi cabeza en su pecho, parecía que acababa de apretar un diminuto botón que de inmediato despertó la frecuencia correcta y me presento la melodía más grata posible: el latido acelerado de su corazón. El batir de las alas de un colibrí se quedaría corto en comparación.

- ¿Qué piensas? -, le pregunté curiosa.

-En lo afortunado que soy... La chica de mis sueños se encuentra entre mis brazos. Después de esto, no podré decir que no conozco la felicidad.

Me reí apenada. -Esto es absurdo Dylan... Siempre pensé que esto del amor solo existía en libros. Pero... Mírame, aquí estoy: ridículamente enamorada del joven que intentó robarse mi libro.

Sonrió, divertido. - ¿Y quién ha dicho que no estamos en un libro? ¿Quién ha dicho que no somos un simple invento de alguna loca autora? ¿Acaso eso nos impediría disfrutar de esto que tenemos?

-No sé...-titubeé.

Su mirada resplandeció con picardía, aceptando el reto que le proponía. Sus manos sujetaron mis mejillas coloradas en un repentino movimiento. Mis ojos no podían detenerse, no tenían ni la menor idea del lugar correcto en el cual perderse, si en el inmenso y profundo océano de sus ojos, o en sus exquisitos labios rosados que entreabiertos desprendían un aliento divino que me embriagaba de la ansiedad que me provocaba.

Me jaló con suavidad y me besó. Lo besé. Nos besamos. Realmente daba igual. El tiempo se paralizó. Nunca había llegado a comprender la magia que podría existir en un simple roce. La magia que aseguré solo existía en libros, terminé encontrándola en sus labios. Labios que no solo besaban, labios que conectaban a su mente con su cuerpo y permitían salir a flote cada una de sus palabras...

- ¿Y ahora? -, me cuestionó entre labios.

-De acuerdo, -murmuré en un largo suspiro. -Definitivamente no. Nada ni nadie impediría que disfrutáramos de esto...

-Llámalo como quieras Enana... En este momento solo tengo un par de cosas claras. Me gustas demasiado, y por todos los dioses, tu boca me sabe a gloria.

- ¿Quién es gloria? -, lo molesté sonriendo.

Se echó a reír. - ¿Celosa?

-Por supuesto. No me gusta que el muchacho que quiero ande besando a ésa tal Gloria.

Respiró profundo. Ocultando su rostro en un adorable gesto.

-"El muchacho que quiero"... -repitió, sorprendido y soñado.

-No debería sorprenderte...

-Eso no quita lo increíblemente bien que sonó.

-Te quiero Dylan,-le confesé.

-Es todo lo que siempre quise escuchar...-susurró a punto de besarme una vez más.

- ¡Justo así los quería encontrar!, -exclamó Camille al adentrarse en las profundidades del laberinto de estanterías.

Su voz nos pegó semejante susto que nos hizo pararnos de un brinco.

La carcajada que se aventó Camille nos devolvió la tranquilidad.

-Ya basta par de tortolos, el trabajo no se hará por sí solo.

- ¿Puedo ayudar a Hayley? -le preguntó Dylan, haciendo un ligero puchero que le funcionó a la perfección.

-Por favor, que de lo chaparrita que está nunca deja descansar a la pobre escalera.

-Estaré encantado de ser su escalera móvil, -se burló.

¿Era en serio? En el momento que comenzaba el complot contra mí, ya podía dar por hecho que a Camille le agradaba Dylan.

Me crucé de brazos y haciéndome la indignada me adelanté un par de metros. Con cada paso más eran mis esfuerzos por reprimir la inmensa sonrisa que amenazaba resplandecer. Me alegraba saber que aun teníamos tiempo. Aprovecharía cada instante. Lo llevaría a recorrer cada centímetro del paraíso en que nos encontrábamos. Rodeados de información, de conocimiento, de historias, de aventuras, de magia... O en otras palabras, el increíble e indicado sitio donde nuestra historia dio comienzo.

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¡Oye! Ése es mi libroWhere stories live. Discover now