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"Podría decirte tantas cosas... Pero si te fijas en la forma en la que te miro, ya deberías saberlo todo." —

"Me mal acostumbraste Dylan

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"Me mal acostumbraste Dylan."

Con pesadumbre recargaba mis brazos en el pupitre de mi banca. No tenía ánimos. Me sentía cansada. Sí, cansada de no saber de él. Cada día me preocupaba más.

Miré el reloj del aula, las manecillas se encontraban a mi favor, a punto de marcar las 2 de la tarde.

—Recuerden que deben entregar el proyecto el próximo lunes, si lo entregan a destiempo repercutirá en su calificación final. Eso sería todo jóvenes... Que pasen buena tarde.

El timbre de salida sonó y el salón se vacío en un santiamén.

Agarre mis pertenencias sin perder tiempo, apresurándome para despedirme de Katlin. Ambas vivíamos justo del otro lado del hogar de la otra, por lo que nos resultaba imposible irnos juntas.

— ¡Te la lavas eh! —gritó cuando llevaba un par de metros alejada.

— ¡Tú eres a la que le apesta!—le grité de vuelta rodando mis ojos.

— ¿Ya me la oliste? —, contraatacó.

¿Qué nos importaba estar en medio de la multitud aglomerada en el portón de la escuela? Nada. Éramos conscientes de que nos miraban como bichos raros. Ya estábamos acostumbradas. Apenas nos juntábamos.

Me reí. — ¡Ya vete! ¡Te quiero!

— ¡Me mandas mensaje!

— ¡Lo haré! —Agité mi mano en su dirección antes de darme media vuelta y continuar con mi camino.

Justo al cruzar a la otra esquina de la cuadra observé la silueta de un hombre recargado en la barda de una de las casas del alrededor. Tuve la fuerte impresión de que me estaba esperando, al sentir su mirada fija en mí.

Me vi en la necesidad de voltear a verlo, topándome con el rostro de Marvin.

Me sonreía de forma burlona y nada amigable. —Hola dulzura. Te estaba esperando.

—No fastidies.

No me molesté en detenerme, le pasé de largo sin intenciones de perder mi valioso tiempo con él.

— ¿No quieres saber dónde puedes encontrar a Dylan?

Me detuve un solo instante al escuchar el nombre de Dylan, la duda se apodero de mí, no obstante, sabía que era alguna mala jugarreta en la que no debía caer.

—No, —le corté y continúe avanzando.

Lo que no esperaba es que su mano volará en dirección a mi brazo y lo apretará con brusquedad. Logró su cometido al jalar todo mi cuerpo e impedir mí avance.

— ¡No me toques! —chillé repugnada intentando zafarme de su agarre.

—Venga ya, ¿Por qué haces tanto drama? No te haré nada.

—No lo repetiré dos veces. SUELTAME. —Elevé mi voz y lo taladré con la mirada con profunda rabia. ¿Con qué derecho se atrevía a tocarme? ¿Qué pretendía?

—Ya la escuchaste imbécil.

Esa voz... era la voz que hace unas semanas era la protagonista de mis pesadillas. ¿Dylan?

Mi mirada frenética se apresuró a buscarlo, apareció frente a Marvin. Vestía una polera gris que cubría con su capucha sus alborotados cabellos. Unos rizos negros lograban colarse por su frente.

No dudó en actuar. Su puño cerrado impacto en la regordeta cara de Marvin, lo que ocasionó que me soltara de inmediato al ser impulsado hacia atrás por la fuerza del golpe.

—Que sea la primera y última vez que te atreves a tocarla.

Sus palabras fueron firmes, claras y suficientes. Al terminar de mencionar la última silaba, me dio la sensación de que todo a nuestro alrededor se desvanecía, su atención se dirigió totalmente a mí.

—Me da tanto gusto verte Enana.

Nuestros ojos se encontraron, mi pecho dio un brinco de felicidad, el brillo de sus pupilas resplandecía más de lo normal.

Sentí como se formaba un apretado nudo en mi garganta. Estiré mi mano y le di una buena palmada en su hombro.

—No me vuelvas a hacer eso.

—Ouch—se quejó. — ¿Qué hice?

—Me hiciste extrañarte mucho. —Se lo dije, salió de mí. Salió desde lo profundo de mis sentimientos.

— ¿Cómo? ¿Qué acabo de escuchar?

—Espero lo hayas escuchado bien porque no lo pienso repetir.

Su sonrisa resplandeció, elevando la comisura de sus rosados labios carnosos.

—También te extrañé mucho Enana.

— ¿Damos un paseo? —agregó cambiando de forma drástica el tono de su voz.

Su repentina seriedad me dio a entender que tenía intenciones de explicarme lo que sucedía.

—Por supuesto que sí... Llamaré a Camille para avisarle que llegaré tarde.

Aceptó con un ligero asentimiento de cabeza.

Hayley:

—Camille, llegaré un poco tarde.

—Tengo que hacer algo...

—Prometo no tardar mucho, te compensaré con la cena.

Enviado a las 2:25 pm.

Camille patrona de mí <3:

—No te preocupes.

—Aquí te espero.

—Suerte con lo que tienes que hacer.

—Seguramente tiene bonitos ojos azules.

Enviado a las 2:35 pm.

Enviado a las 2:35 pm

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¡Oye! Ése es mi libroWhere stories live. Discover now