18

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"No, no soy una adicta a la lectura.
Puedo dejar de leer en cuanto termine un capítulo más".—

Resumiré mi sábado en una simple palabra: Leer.
No necesitaba dormir. No necesitaba comer. Lo único que mi mente suplicaba eran respuestas. Respuestas que no me daría mirar el teléfono cada que de la nada se colaba Dylan en mis pensamientos e interrumpía abruptamente mi lectura.

Ningún mensaje.

Mentiría si dijera que me daba igual.
La parte de mi mente que cayó ante sus encantos, deseaba saber de él. Parecía un ángel posado en mi hombro que susurraba en mi oído que mirará mi teléfono cada 10 minutos.

La otra parte, por el contrario, un diablo muy gruñón, prefería mil veces más meter la nariz dentro de mi libro y continuar averiguando todos los sucesos que me dejaban helada, estupefacta y sumamente intrigada ansiando saber más. Conforme la historia se desarrollaba me costaba formar más de una frase coherente en mi cabeza. Todas las ideas, teorías y nuevos descubrimientos se mezclaban en una onda expansiva que se agitaba sin cesar, de tal forma, que provocaba una explosión de confusión en mi mente. Ésa confusión que te dejaba anonadada suplicando por más, aún si fuera exceso de información.

Me sumergí de tal manera en la historia, sobre todo al percatarme de que las notas salvajes dejaron de aparecer en 5 largos capítulos, dándome la libertad de concentrarme.

Una vez más, una parte de mí lo noto y se lamentó por ello y la otra, suspiró con alivio.

Fue una sorpresa enorme para mí darle la vuelta a la hoja final del capítulo 18 y que ahí apareciera, esperando por mí, la pequeña nota de papel adornada con una delicada y elegante caligrafía.

"¡Oh siii!" chilló el ángel en mi hombro. Enamorado y torpe.
"¡No puede ser!" refunfuñó por otro lado el diablo. Maldiciendo una y mil veces las interrupciones.

"Intenté sin éxito darte señales de mi existencia.

Te observé durante muchos días y descubrí lo ridículamente despistada que eres.

Nunca te diste cuenta de  que te sonreía en los pasillos cada que pasabas por dónde me encontraba. Ojalá sólo hubiese sido una ocasión pero, en realidad, fueron un montón de veces y en todas ellas me sentí invisible.

Ni siquiera una mirada, todo de ti pasaba de largo y me dejaba con la mano ligeramente levantada con la esperanza de que al verme, la pudiera agitar en tu dirección en un inocente saludo.

Nunca volteaste. Nunca me miraste.
Para ti, era como si no existiera.
Me convertiste en un cero a tu izquierda. Insignificante. No sabías que en un simple movimiento podría cambiar la jugada, colocarme en el sitio indicado y darle la vuelta a todo.

Quería conocerte. ¿Por qué tenías que hacérmelo tan difícil Hayley?

Solo bastaba que giraras tu cabeza.
Solo necesitaba que nuestros ojos se encontrarán...

Pero lo sabía. Por supuesto que lo sabía.
No iba a ser una tarea sencilla. No eras una chica cualquiera. Tú eras lectora.

Tu mente se encontraba viajando aún. En infinitos e increíbles universos que  provocaban que se nublara tu mente y escaparás de la realidad.

Conocía perfectamente la sensación y te culpaba. Por tu culpa había puesto mis pies sobre la tierra.

Por tu culpa la idea de viajar se me hacía ridícula. ¿Para qué? Si con el simple hecho de mirarte ya me sentía fuera de este mundo".

"¡Estúpido! ¡Mi corazón, idiota!" Se quejó el diablo cuando terminé de leer la nota.

"¡Ya quiero tener los 10 hijos!" Canturreó el ángel.

"X2" Dijo el diablo y entonces lo supe.
Estaba perdida.

¡Oye! Ése es mi libroحيث تعيش القصص. اكتشف الآن