15

807 111 13
                                    

"No se que vez en mí, pero no dejes de verme"—

—Hola Hayley—saludó al verme salir de la biblioteca. Vestía una playera azúl que se ceñía perfectamente a sus amplios hombros y estrecha cintura marcada.  Un hecho que no podía creer que hubiera pasado por alto: tenía un muy buen físico, muy muy bueno... De lo que me perdí por no haberlo notado antes...

Le sonreí con timidez ahuyentando mis pensamientos hormonales a la par.

—¡Dylan! ¡Estás aquí!

Por supuesto que estaba aquí.
—Agarrándome desprevenida como siempre,—pensé. ¿O no?
—¿Qué? ¿Lo dije o lo pensé?
Sacudí mi cabeza contrariada, me ponía más nerviosa de lo que era capaz de controlar.

—Lo dijiste,—afirmó riéndose.—Hasta torpe eres adorable enana.

—¿Disfrutas molestarme?—le reclamé con un tono que delataba mis claras intenciones de bromear con él.

—Sin duda alguna, es mi nuevo hobby favorito,—aseguró triunfante.
—¿Nos vamos?—agregó sin quitar esa enorme sonrisa de su rostro.
—Vamos—acepté.
—Es la segunda ocasión en qué aceptas ir conmigo, me siento afortunado.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que decir todo de esa manera tan acertada que no le dejaba duda alguna a sus palabras?
Comenzaba a entenderlo, comenzaba a percatarme de ligeros cambios en su tono que delataban cuándo estaba bromeando y cuándo hablaba directamente desde lo más profundo de sus sentimientos. 
—No te vayas a acostumbrar—le dije riéndome y comencé a caminar delante de él.

Me alcanzó de inmediato, acoplandose a mis pasos.
—Entonces tenemos un serio problema Hayley,—dijo y agregó de inmediato,—Ya me acostumbré.
—¿A-a-a qué exactamente?—tartamudee con el corazón encogido en mi pecho.
—A ti enana, a ti.—Era tan directo, tan atrevido y tan tímido al mismo tiempo que me desconcertaba.

Sacudí mi cabeza con una ligera sonrisa de lado, impidiéndome a mi misma responderle. ¿Qué le diría? ¿Qué no podía dejar de pensar en él? ¿Que cada día que transcurría más deseaba saber de él y que una parte de mí lo único que esperaba eran sus repentinas apariciones, una nota, un mensaje... Lo que fuera. Era demasiado cobarde para admitirlo.

—¿Responderás mi pregunta?—le dije retomando nuestros mensajes. No iba a desaprovechar la oportunidad de adquirir respuestas.

—No creíste que sería tan fácil, ¿Cierto?

Fue todo lo que dijo. Caminaba a mi lado con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro. Tenía que levantar mi mentón para poder observar con detalle la expresión de su rostro, totalmente serena.

—Si algo he aprendido es que contigo nada es fácil,—admití.

Se hecho a reír ante mi respuesta.

—Te responderé todo lo que quieras Enana. Sólo quiero algo a cambio.

—Aquí vamos de nuevo. No te pienso besar Dylan.

Sonrió.—Vas a terminar pidiendo que te bese, no lo digo yo, lo dice la ciencia.

—¡Alucinas!—exclamé sin poder evitar la risa que desprendió mi garganta.

—¿Quieres apostar?—me retó sin rodeos.

—¡Claro! Será pan comido.—No tenía ninguna intención de perder.

—¡Bien!

—¡Bien!

Nos miramos fijamente por un par de segundos, ambos totalmente convencidos de sí mismos. No lo dejaría ganar tan fácilmente, por más que me mirara con esos irresistibles ojos azules, le demostraría que no tenía ningún poder sobre mí.

O por lo menos, de eso trataba de convencerme.

—Lo que por el momento pido, para poder responder tus preguntas, es simple.

No vivía lejos de la biblioteca, 2 cuadras después, ya nos encontrábamos en frente de la fachada de mi hogar.

—Aquí vivo,—le informé antes de que avanzará más.—¿Qué pides entonces?

—Una cita, ¿Qué dices?

Logré percatarme del brillo en sus ojos que irradiaba esperanza, las inmensas ganas que tenía de que le dijera que sí, no podían ser pasadas por altas.

—De acuerdo—acepté lentamente.—Pero...

—¿Pero...?—insistió.

  —Te advierto que no será una simple cita, será un interrogatorio.—Le regalé una sonrisa enorme y, sin perder más tiempo, tomé dirección hacía el portón de mi casa.

—¡No podría pedir nada mejor!—gritó de la nada, provocando que volteara y le dedicará una última mirada al guapo muchacho de ojos azules resplandecientes, al cuál acababa de aceptarle una cita. Espera... Una cita.

Oh por dios. ¿QUÉ HICISTE HAYLEY?

¡Oye! Ése es mi libroDär berättelser lever. Upptäck nu