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"Leer es estar soñando con los ojos abiertos."─

─ ¿Camille? ¿Llegaron los pedidos verdad?

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─ ¿Camille? ¿Llegaron los pedidos verdad?

Le pregunté a la encargada de la biblioteca.

Ella era como familia para mí. Desde que era muy pequeña me convertí en su principal "cliente". Solía venir horas rogándoles a mis padres que me dejaran y vinieran a recogerme más tarde.

Hoy en día, la biblioteca del pueblo se convirtió en una parte muy importante de mi vida. Al punto de convertirse en mi trabajo después de la escuela.

Estar rodeada de libros era como un sueño para mí. Jamás me aburría descubriendo cientos de aventuras.

— ¿Los?— me preguntó bajando ligeramente sus gafas para mirarme de manera acusatoria.

Maldición. Me descubrió.

Sonreí ligeramente apenada y divertida. —De acuerdo, de acuerdo. Mí pedido.

Definitivamente me conocía mejor que nadie.

Camille era una señora de alrededor de 30 años que aparentaba fácilmente sus 20 al tener una larga cabellera pelirroja y unos ojos color miel que delataban su inmensa inteligencia al brillar intensamente.

Sonrió triunfante. —Coloqué los libros en el pasillo número 5, tuve que desempacar las cajas lo antes posible. Desde la mañana vinieron a buscar algunos libros.

Dejé de escucharla desde que dijo pasillo número 5 y como sí de eso dependiera mi vida, salí volando en busca de mi preciosidad.

La ventaja de conocer a la perfección la enorme biblioteca, incluidos los rincones más ocultos, es que jamás podría perderme y sabía perfectamente dónde encontrarlo todo.

En el momento en que llegue al pasillo 5, recorrí cada uno de los estantes y al localizar el que estaba buscando, di un pequeño brinco de felicidad. Con pasos largos y decididos llegue frente al estante

Recorrí con la mirada cada uno de los lomos de los libros y cuando encontré mi libro, maldije una y un millón de veces mi estatura. Por más que me estirara, no lo alcanzaría. Debía buscar la escalera.

—Rayos, —susurré para mí misma.

Sin más demora me puse en marcha. Mientras recorría todos los pasillos, en busca de la dichosa escalera, logré escuchar la campana que anunciaba la llegada de un nuevo visitante.

No le di demasiada importancia y continúe con lo mío hasta encontrarla y llevarla conmigo una vez más al pasillo 5.

Tuve que subir por lo menos 3 escalones para poder estirarme lo suficiente y alcanzarlo. Mi mano rozó su lomo, estuve a punto de agarrarlo cuándo de manera improvista desapareció de mi alcance. Desapareció de mi vista. ¡¡DESAPARECIÓ!!

¡No! No podía ser cierto. Alguien del otro lado lo había tomado.

─ ¡Oye tú! ¡Quita tus sucias manos de mí libro!

Ni siquiera me molesté en pensar lo que dije. Mi lado más explosivo salió a relucir.

─ ¿Perdón?—preguntó la voz de un muchacho.

Me incline ligeramente al darme cuenta de que por la abertura que dejó mi libro podría saber quién era el culpable y dueño de esa voz.

Inmediatamente me incliné, hice contacto visual con los ojos más grandes y azules que había visto en mi vida. Eran simplemente hermosos.

—Ése es mi libro, —me quejé un poco deslumbrada y con mis ideas revueltas. —No por que tengas los ojos más bonitos que haya visto significa que te lo quedarás.

¡Oh no! ¿Qué acababa de decir?

Uno de los problemas más grandes que siempre he tenido.

Lo llamo la maldición de la sinceridad. No puedo pensar nada sin que mi mente haga una conexión inconsciente con mi boca y lo diga todo.

Definitivamente la detestaba.

Definitivamente la detestaba

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¡Oye! Ése es mi libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora