Capítulo 19

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19 | chocolate y emergencias.










LA BIBLIOTECA ESTABA EN SILENCIO. Solo oían las páginas de los libros, pasos ligeros y susurros casi inaudibles. Sarah suspiro mirando la pila de libros frente a ella, el trabajo de Lengua que tenía que entregar para el final del día parecía ser todo menos benevolente. Eran más de quince preguntas a desarrollar que iban a volverla loca.

La castaña hizo ligeros masajes en sienes, ya era hora de dar ese último esfuerzo y terminar sus estudios de una vez por todas. Aún no había decidido si quería estudiar una carrera —quizás porque iba a necesitar dedicarle mucho más tiempo, o quizás por ni siquiera tenía el dinero para costearla completamente y sabía que sus notas no eran tan excepcionales como para acceder a una beca.— pero de hacerlo, preferiría la psicología o algún profesorado práctico como las matemáticas.

Aunque claro, ese parecía ser un sueño lejano en su situación actual.

Se sobresaltó cuando un cuerpo tomó asiento en la misma mesa que ella pero sonrió al notar que se trataba de Emmett. Intentó no prestarle atención al calor en sus mejillas cuando clavó sus ojos en el hombre. —Hey, ¿qué haces por aquí?

El hombre lanzó una sonrisa digna de comercial y arrastró por sobre la superficie de la mesa el chocolate que le había comprado, Sarah lo tomó mientras elevaba las cejas con grata sorpresa. —¿Tienes un trabajo del señor Collins?— preguntó Emmett —Sí es así, necesitas azúcar para que no te baje la presión por el estrés...

Ambos rieron y Sarah abrió el chocolate para darle un mordisco saboreando.

—Si, ese tipo esta demente — aseguró antes de mirarle nuevamente. La simple presencia de Emmett la hacía sentir nerviosa de buena manera. —Gracias por esto — dijo luego de intentar convidarle y recibir un amable no por parte del pelinegro.

Estuvieron unos segundos en silencio y mientras Sarah escribía, Emmett se acomodaba en su silla. —¿Cómo está Ava?

Sarah movió su cabeza —Bien, un tanto confundida por todo lo que pasa con Margot y eso, pero bien...

La castaña notó algo extraño en la expresión del pelinegro y sin tomar demasiada consideración dejo las cosas a un lado para prestarle atención —Emmett, luces raro, ¿todo está bien?

El hombre hizo una mueca antes de tomar su mano por sobre la mesa. La diferencia de temperatura corporal fue abrupta pero no asusto a la mujer, se estaba acostumbrando a que Emmett estuviera helado todo el tiempo. —De hecho, tendré que salir unos días del país — declaró, Sarah elevó las cejas con curiosidad —Debo ir a Italia por unos asuntos familiares...

—Bueno, no olvides traer un recuerdo, nunca he visitado Italia, debe ser lindo, aunque no creo que la pizza aguante un viaje en avión si no te pediría una pizza — bromeó la mujer aunque la expresión de Emmett no demostraba mucha naturalidad. —¿Emmett, qué sucede? ¿Qué te preocupa? ¿Hay algo malo con tu familia, algo le pasó a tus hermanos?

—No, no, todos están bien —declaró —Solo que con todo lo que está pasando... No lo sé, no me parece bien tener que ausentarme unos días.

Sarah sonrió antes de apretar una de las mejillas del pelinegro, en serio no podía creer que aquel hombre fuera real. ¿Qué clase de adolescente se preocupaba por una mujer cuando tenía un viaje a Italia enfrente? —¡Por Ruby Rainbow, Emmett! — exclamó, el pelinegro frunció el ceño ante eso. ¿Ruby Rainbow? — No tienes que preocuparte por mí, no por Ava, no es tu obligación, y además estaremos bien — aseguró.

La castaña notó como varios en la biblioteca les miraban y no pudo evitar que la incomodidad se hiciera eco en ella. Ya se podía imaginar lo que estaban pensando y lo que iban a decir por los pasillos horas más tarde. —No me preocupo por ustedes por obligación — se quejó el hombre antes de pasar una lengua por sus labios. Sarah creyó que podría hiperventilar allí mismo.

Ese hombre era un mal a su sistema nervioso.

—Lo sé, Emmett, y gracias por eso también.

Ambos compartieron una mirada antes de que Emmett hiciera un ruido con la lengua y sacará de su bolsillo una pequeña caja. —También te quería dejar esto, para que lo tengas...

Los ojos de Sarah parecieron sacados de una caricatura cuando vio el interior de la pequeña caja. El anillo que relucía dentro no era extravagante pero definitivamente era caro, tenía una pequeña piedra brillante en el centro y era de plata. Era precioso sin dudas pero de repente la situación le pareció errónea.

¿Qué estaba haciendo?

La respiración se le atoró en el pecho y sus ojos buscaron al pelinegro al mismo tiempo que cerraba la cajita y la dejaba sobre la mesa luego de echar una mirada alrededor con nerviosismo rogando que nadie haya visto eso. —E-esta hermoso pero, ¿estás loco? — cuestionó. Lanzó un risa nerviosa —Ademas, ¿porqué?

—Mi prometida debe tener algo lindo en la mano.

La expresión dura y seria de Emmett duro unos segundos en los que el terror se abrió paso en el rostro de Sarah. Emmett río con diversión segundos después — ¿Es mucho?

Sarah chasqueó la lengua —Es solo que creo que estamos yendo muy rápido, ¿no? — cuestionó, la inseguridad se abrió paso en cada letra de la oración. Emmett hizo una mueca, la comprendía genuinamente, y quizás si se había apresurado, sabía que debía controlar ese aspecto porque su querer por Sarah podría terminar por asustarla, aunque en realidad quería complacerla de todas formas posibles como una forma de disculpa por ser lo que era. Quién era. Sarah se merecía algo mejor que él pero ya se había vuelto demasiado egoísta como para no permitirse amarla. —Digo, eres joven y acabamos de comenzar algo...bueno, no se si se le puede decir algo, ni siquiera sé si deberíamos ponerle una etiqueta— comenzó a divagar.

Emmett sostuvo sus manos de nuevo y Sarah sonrió aquella extraña conexión con él. Aquel sentimiento de seguridad que le envolvía —Sarah, tú me gustas, y quiero que lo nuestro vaya en serio, por lo menos de mi parte sabes que no estoy jugando —aseguro el hombre —Y por el anillo, es solo un accesorio, si quieres puedes usarlo o si no puedes tirarlo, no lo sé, solo es un regalo, no es para que te sientas presionada o nada así, a veces soy muy brusco para expresar mis sentimientos por las personas, lamento si te incomode.

Sarah negó. Lejos estaba de incomodarla, al final del día sabía que quien tenía miles de dudas sobre lo que podría llegar a ser con Emmett, era ella y no al revés. Es que la castaña realmente no veía por qué a Emmett le podía interesar tanto el enredarse en algo con alguien común y con tantos problemas.

—y...— continuo Emmett — Admito que la biblioteca no es un lugar muy romántico, estoy perdiendo el toque — bromeó. Ambos rieron. Una de las manos del hombre movió con suavidad un cabello de Sarah, acomodandolo detrás de su oreja. —Te quiero, Sarah. Supongo que el anillo y el chocolate querían decir eso pero también quiero que sepas que estoy consciente de que tienes que tus tiempos y los respetó.

Sarah sonrió —Era más fácil y barato el decirlo tú mismo, ¿o no?

Emmett respondió la sonrisa antes de dejar un beso en la punta de nariz. Sarah sintió que el corazón resonaba contra sus oídos. Pum, pum, pum, pum.

Eso. No. Podía. Estar. Pasando.

¿Porqué Emmett era un osito de peluche de dos metros?

—Ya tengo que irme, pero tengo un sorpresa para cuándo vuelva — dijo Emmett.

Sarah arrugó la nariz —¿Y qué? ¿No piensas decirme?

El pelinegro negó.













Guys my age [Emmett C, Jacob B]Where stories live. Discover now