Capítulo 14

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14| Confesiones nocturnas






EL SILENCIO ENVOLVIA A SARAH Y A EMMETT, y lejos de ser incómodo como la castaña pensó que sería, estaba cómoda sentada a un lado del pelinegro en el suelo de su apartamento mientras cortaban las figuras que acababan de imprimir para pegarlas sobre la cartulina. La castaña quería asesinar a su sobrina por estar durmiendo plácidamente mientras ellos hacían el trabajo pesado, pero también sabia que era pequeña como para quedarse toda la noche de apoyo moral. —Son niños, ¿Porque querrían saber el proceso de como se forman las estúpidas nubes?— se quejó la mujer mientras recortaba con violencia un pedazo de algodón que debía simular una nube en la insulsa cartulina que Emmett había  (milagrosamente) logrado conseguir en medio de la noche. Emmett sonrió a su lado, y la castaña le dio una mirada de reojo, el sueño húmedo que había tenido con él como protagonista hizo que el rubor tomara posesión de sus mejillas y convirtió al pedazo de algodón en el objeto más interesante del mundo, en donde, posó su intensa mirada mientras intentaba pensar en otra cosa.

—Supongo que les servirá en algún momento —respondio el pelinegro —¿Lo pegó aquí?— pregunto, Sarah asintió observando el lugar y le pasó el pegamento. —Por cierto, ¿no te gustan las nubes?

Sarah frunció el ceño ante la pregunta —Prefiero los días soleados a veces — dijo —Me gusta el cielo sin nubes, o el cielo repleto de ellas, no las cosas a medias — reconoció. Solía ser así para todo, vida, amor... es por eso que lo de Jacob le había lastimado tanto, jamás pensó que podría ser una cosa a medias para él, hasta que bueno, llegó la tal Bella. —¿Y que hay de ti? No se mucho, y si quieres que seamos amigos, deberíamos conocernos, ¿No?— contraatacó, Emmett sonrió por lo bajo mientras movía la tijera con agilidad recortando la figura perfectamente. Sarah le envidio en secreto, parecía que el hombre perfecto lo hacía todo bien.

—Me gusta el fútbol americano, los videojuegos y ganarle a mis hermanos cuando jugamos béisbol, soy competitivo pero también se detenerme y ceder el lugar cuando es necesario...— comenzó a soltar. Sabía que Sarah necesitaba información, la cual, quizás sería demasiada para otros pero no lo era para él. Intentaba ser lo más honesto posible, el evitar ese pequeño detalle sobre si mismo por el bien de la castaña y de Ava, lo estaba asesinando lentamente. Quería ser completamente honesto, pero sabia también que no era el momento. En la vida de Sarah no parecía haber lugar para un problema más, y mucho menos sobrenatural. —Parezco rudo, y bueno, lo soy, pero con quién me molesta, después suelen decir que soy un grano en el trasero porque me gustan las bromas y los chistes pesados, puede parecer que no pero también me apasiona el arte, me gustaría poder tocar el piano tan bien como Edward, uno de mis hermanos, pero soy más de pintar...

—¿En serio? — pregunto Sarah elevando las cejas. Emmett la observó, sus ojos oscuros chocaron contra los dorados del hombre y se preguntó si usaba lentes de contacto. Eran hermosos, pero les parecían un tanto irreal, aunque por lo que había oído, quizás era solo genética, sus hermanos los tenían así también.

—¿Qué? ¿Crees que no?— pregunto, su tono salió divertido pero un brillo en sus ojos demostró que algo sobre eso le molestaba o lastimaba. El pecho de Sarah sufrió un vacío instantáneo por un momento.

—Pense exactamente lo contrario...— declaró. —He incluso estaba envidiando tu firmeza al cortar esa figura, ¿acaso no tienes dolor de cabeza por mirada de envidia?— bromeó. Ambos rieron. —¿Te llevas bien con tus hermanos?— indago. Emmett asintió rápidamente.

—Si, aunque no siempre fue así, los primeros años nos odiabamos...

—¿Los primeros años?

—Si, ya sabes, los primeros años de convivencia, somos adoptados — Sarah abrió levemente la boca en señal de entendimiento. Había olvidado ese detalle, o realmente no sabía si lo había oído alguna vez. —¿No lo sabías? — preguntó.

Sarah se encogió de hombros levemente —Creo que lo escuché por uno de los pasillos, pero no presto demasiada atención a los cotilleos del instituto— dijo. Emmett asintió. —Estoy muy ocupada con Ava como para eso...

Sarah suspiro —¿Cómo lo haces? — pregunto —Ya sabes, estudiar, trabajar, cuidarla, son demasiadas responsabilidades a la vez — declaró. El jamás había tenido que hacer algo así, siempre se había preocupado por si mismo, y bueno, eventualmente su familia, pero sabia que ellos eran adultos y no dependían de él. —Realmente te admiro

Sarah sonrió ante eso —No tienes porqué, estoy segura de que hubieras hecho lo mismo en mi lugar. Digo, al principio sí estaba asustada como el demonio, pero sabia que mi padre no iba a ayudarme y que debía tomar una decisión. No quería que Ava creciera con desconocidos o en algún lugar sin amor, así que me lancé a la piscina sin saber si...

—habia agua — completo su frase el pelinegro. Sarah asintió con una sonrisa.

—Creo que eres muy especial, Emmett. Digo, tienes una habilidad nata para agradarle a Ava, eres amable, y además envidio como te quedaron esa figuras de papel — dijo en broma —pero hay un problema contigo...

Emmett elevó las cejas en señal de confusión, y su rostro adoptó una faceta sería. ¿Qué había hecho mal? ¿Quizás no le había contado lo suficiente sobre su familia? Las preguntas se dispersaron cuando Sarah respondió —No sabes elegir amistades — dictaminó.

—¿Disculpa? ¿Lo dices por ti?

Sarah asintió —Eres amigo de una niña revoltosa de seis, y de una tipa que viste un pantalón de helados, llora con la película Up, y la actividad más divertida que puede ofrecer es recortar figuras de papel para pegar en una cartulina de su sobrina a las dos de la madrugada — bromeó. Emmett río, sus hombros cubiertos por la tela negra de su camiseta se movieron armoniosamente junto a él.

—Bueno, exactamente por todo eso somos amigos. Ava es genial, tú haces que esos pantalones de helado de vean de última moda, y esta es la actividad más reconfortante que he hecho en años — dictaminó. Lucia tan seguro de sus palabras que no dejaba espacio de duda en Sarah, aunque quisiera refutar cada palabra que salía de su boca. Ningún tipo de su edad aspiraba a sentarse en la madrugada a hacer un estúpido proyecto del colegio de una niña olvidadiza.

—¿Porque esto es tan reconfortante?— pregunto, el tono jocoso de Sarah sonó —Es solo cortar y pegar...

—Porque es contigo, Sarah

Los ojos de Emmett capturaron los de Sarah y está sintió como él calor volvía a subirle a las mejillas. Quizás, y solo quizás podría comenzar a admitirse a sí misma que Emmett movía toda su estructura.

Todos y cada uno de los malditos estantes de su estructura. Y de repente las confesiones de medianoche no le molestaron, porque no venían de un hombre ebrio, mentiroso y entre gemidos. Venían de alguien real, de alguien sobrio y que no necesitaba tocarle ni un pelo para llamar a eso intimidad.

























Guys my age [Emmett C, Jacob B]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt