Capítulo 16

1.2K 89 24
                                    

No se cuánto tiempo he pasado en los sanitarios frente al espejo, pero no me preocupo mucho porque dejé a Gabriel ocupado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No se cuánto tiempo he pasado en los sanitarios frente al espejo, pero no me preocupo mucho porque dejé a Gabriel ocupado.

Me siento cansada y mareada, pese a no haber tomado ninguna sola gota de alcohol. No tengo deseos de irme, sin embargo.

Me doy un último vistazo y, una vez conforme con con mi aspecto, salgo de los sanitarios y me dirijo hacia la barra.

El bartender, con quien sostuve una conversación bastante amena antes de ir al baño, me sonríe apenas me acerco.

—¿Te sirvo otro? —ofrece de inmediato, señalando el vaso medio vacío que dejé en la barra.

No sé exactamente qué he estado tomando pero es casi tan adictivo como el alcohol, sólo que no me ha privado de ninguno de mis sentidos.

Asiento y apoyo los codos sobre el material de la barra.

—¿Dónde está Gabriel? —le pregunto.

El chico se encoge de hombros y niega con la cabeza.

—Lo vi hablando con una mujer rubia y desapareció después.

Tuerzo el gesto. No puedo evitar sentirme ofendida porque mi amigo me ha abandonado luego de casi haberme suplicado que lo acompañase aquí.

El bartender coloca el vaso con esa bebida azul llenándolo hasta el tope y debo darle un sorbo para que no se derrame sobre la madera.

—Jamie, una cerveza —pide una voz familiar. De inmediato levanto la cabeza para buscar al dueño.

Harry está justo a mi lado. Sus ojos esmeraldas me observan atentos, detallándome.

—Noah Jane —pronuncia divertido.

—Harry Edward —digo de la misma manera.

Una de sus comisuras se estira un poco antes de tomar la cerveza que Jamie —el bartender— le ha facilitado.

—Cuánto tiempo —exclama, como si de verdad hubieran pasado siglos desde la última vez que nos vimos.

Una risa casi genuina huye de mi boca. Acerco el vaso a mis labios para darle otro sorbo.

—¿Cómo está tu abuelo? —pregunto sin siquiera ser consciente de ello.

Harry ríe incrédulo y sacude la cabeza.

—Casi puedo jurar que si hubiera sido él quien te invitara a salir, habrías aceptado sin pensarlo.

Me encojo de hombros.

—Al menos tu abuelo es directo y honesto —siseo.

Al principio, Harry parece no entender de lo que hablo, pero no tarda demasiado cuando sus facciones se suavizan y sonríe de nuevo, retador.

Se remueve dubitativo unos segundos y luego me rodea hasta instalarse detrás de mí. Apenas puedo verlo por el rabillo del ojo para tantear sus movimientos, aunque no hace mucha falta porque comienzo a sentir el calor que emana su cuerpo.

Todo lo que fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora