Capítulo 20

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Zoe apenas se quedó dormida, hace un par de minutos, pero Emma se niega a dejarla en la cama porque la conoce y sabe que se despertará apenas deje de sentirla

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Zoe apenas se quedó dormida, hace un par de minutos, pero Emma se niega a dejarla en la cama porque la conoce y sabe que se despertará apenas deje de sentirla.

—¿Eres muy amiga de Harry? —pregunta.

Me encojo de hombros. No sé qué responder a eso. No sé siquiera si Harry y yo somos amigos.

—No tanto como lo soy de Keith —digo, sin embargo.

Emma sonríe.

—En verdad le agradas. Él te quiere —asegura.

—No lo sé. Puede ser que he pasado tanto tiempo con ellos que podría ser solo costumbre.

—No, Noah. Mi abuelo te ama, como lo hace con Harry o conmigo.

—Claro que no —sacudo la cabeza, negando todavía más la idea de que Keith me ve de la misma manera que a ellos.

—Habla de ti todo el tiempo, y cuando te mira, lo hace como si hubiera pasado todo el día deseándolo. Él te adora y quiere cuidarte. No le quites eso. Le hace mucha ilusión.

—¿Él te dijo todo eso? —inquiero, incrédula.

—No hace falta, sólo hay que prestar atención.

No digo nada al respecto. No hay mucho qué decir en realidad.

Decido que debo darle un poco de privacidad con su hija para que pueda dormirla tranquilamente y salgo de la habitación.

No voy en busca de Keith ni de Harry. Me encierro en el cuarto de baño para espabilar y calmar la tormenta de sentimientos encontrados.

No sé cómo debo sentirme con todo eso. No sé si está bien o todo lo contrario. Tal vez no lo parece, pero las cosas con Harry no van como lo pensaba. Y entiendo que nuestra relación influye por completo con la mía con Keith, aunque tratemos de sobrellevar las cosas y fingir que todo marcha bien.

Al salir al pasillo, otro pinchazo en el vientre hace que me encoja del dolor. Sin embargo, hago todo mi esfuerzo para no quejarme y no llamar la atención de nadie.

Me toma unos segundos recuperarme. Finalmente, cuando me encuentro con Keith en la sala, está sentado en el sofá largo, con sus nietos a cada lado, hablándoles despacio, mientras ellos luchan para mantenerse despiertos.

No me acerco para no irrumpir el sueño de los pequeños y, con un gesto condescendiente, el hombre me disculpa.

Desde aquí puedo ver a Harry en la cocina, comiendo del pastel sin ningún tipo de cuidado. Sigue bebiendo, así que supongo que está algo ebrio.

—Es de mala suerte comer pastel antes que el cumpleañero —bromeo cuando me encuentra observándolo desde la entrada de la cocina.

—Ha comido demasiados pasteles —dice, quejumbroso.

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