13. Hola, calma

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[Xiè Lián]


Desde que tuvo uso de razón, A- Lián supo que su familia era diferente: Padre era un agente encubierto que investigaba a grandes criminales, mientras que Papi era un historiador muy ocupado, así que su estilo de vida estaba lleno de precauciones y secretos.

Sus padres se ayudaban mutuamente y eran el mejor equipo de investigación que podía haber, por tanto su familia funcionaba a la perfección. Ahí A- Lián conocía su lugar: ser el hijo modelo que heredaría las responsabilidades de sus padres.

No se quejaba de vivir escondido, porque sabía que Padre y Papi tenían muchos enemigos; ni se quejaba de las largas horas de estudio o el intenso entrenamiento al que Papi lo sometía. No se quejaba porque tenía que ser el hijo perfecto y no debía molestar a sus ya de por sí estresados padres.

Tampoco se quejó cuando Padre los llevó a vivir a un bosque cercano a la Ciudad Prohibida; inclusive se emocionó cuando Papi le mostró la entrada de un túnel secreto que conectaba a su casa con Ciudad Prohibida.

Ciudad Prohibida era la ciudadela amurallada más famosa del país, ya que por siglos fue el hogar de las últimas dinastías hasta que la familia Imperial tuvo que ser exiliada en una antigua fortaleza en WuYong. Antes solo el emperador podía vivir ahí y nadie más tenía permitido entrar, pero después de la Revolución de Yǒng'ān y la caída de los demonios celestiales, la ciudadela siguió siendo prohibida y solo los militares de alto rango y algunos estudiosos de Historia, autorizados por el gobierno, tenían acceso con el fin de evitar que el tesoro histórico se dañara.

A- Lián sabía lo mucho que Papi anhelaba entrar en la Ciudad Prohibida para estudiar sus libros y sus palacios, así que admiró a su Padre cuando este compró una casa con un túnel que los conectaba a la ciudadela.

Desde entonces él y Papi solían escabullirse a la ciudadela mediante el túnel, así que Ciudad Prohibida se convirtió en su segundo hogar. Por mucho tiempo fueron ellos tres y los silenciosos sirvientes de su padre, solos en setenta mil metros cuadrados de viejos palacios y antigüedades de un valor incalculable.

A- Lián había estudiado muy bien la Ciudad Prohibida y conocía al derecho y al revés tanto su historia como sus pasillos. Sabía qué sitios eran peligrosos y cuáles no, así que se le hizo muy extraño cuando un día Padre le dijo que no se acercara al viejo templo Qiāndēng, donde por años pasó muchas horas jugando.

Era raro porque Padre casi nunca le prohibía nada, ya que se portaba excepcionalmente bien: todas las mañanas A- Lián estudiaba duramente en casa y por las tardes lo dejaban jugar en las calles semi vacías del lugar.

-Papi... quiero tener un amigo. ¿Por qué no puedo salir? -se quejó una vez un A- Lián de siete años.

-Porque es más seguro para ti -había respondido vagamente Papi, sin dejar de jugar cartas consigo mismo.

-¿Por qué?

Papi dejó de jugar cartas y lo miró seriamente, lo más que un niño de siete años podía aguantar sin echarse a llorar.

-Porque hay personas que le quieren hacer daño a tu Padre, dañándote. Pero tu Padre y yo siempre te vamos a proteger, hijo -aseguró antes de que el miedo invadiera al niño.

Because I'm stupidWhere stories live. Discover now