MI PRIMER DIA EN TALARA

31 1 0
                                    

Cuando empezó amanecer, me pude bajar al huerto, porque era el primer día que yo pasaba en mi pueblo. Mí huerto parece un bosque de abandonado que está, se ve que no está su dueño. Pero...

Es bello hasta en su abandono pues en él está el Señor, lo he podido comprobar en las gotas de rocío que me han mojado al pasar. El olor de los jazmines, el olor del azahar, las flores recién abiertas, las campanillas aún se encuentran cerradas, solo se abren al sol, en él, ven a su Señor que las abre con amor cuando les da su calor. Aquí sale el sol más tarde incluso que allí en "Grana," allí, a las siete y media estaba llegando ya, y aquí son casi las ocho y no ha querido llegar.

Será la sierra más alta y no lo deja pasar, pero no pierda cuidado, porque si la sierra es alta, el sol le viene ganando, y ya, en este momento su luz nos está inundando. Está inundando la tierra llenándola de color.

¡Cómo ha cambiado la tierra cuando la ilumina el sol!¡Qué olores tiene la tierra!¿Huele?

A tierra recién nacida. Él olor es tan intenso que da calor a mi vida. Él canto de muchos pájaros que me dan la bienvenida, hasta el canto de algún búho escuché en la lejanía. La higuera se me ha secado. ¡Qué pena, se va mi amiga! Por ella me habló el Señor, iluminando mi vida.

Las gotitas de rocío se parecen a diamantes, pero mucho más bonitas, porque ellas están vivas, dándole vida a las plantas y así poder refrescarlas.

¡Cuánta vida hay en mi huerto!, aunque esté tan mal cuidado, puede que cuando lo cuiden desaparezca la vida que yo en él he contemplado.

Desaparezcan las hierbas, y también las campanillas, porque son flores silvestres, enredadas en las flores que se suponen más finas, robando quizás sus vidas, pues se enredan en sus tallos y les van quitando vida a esas flores, que se suponen más finas. Pero eso lo veo yo y no lo ve el labrador, que sólo ve la belleza que se ve en el exterior, de una rosa abierta al sol que le muestra su belleza.

Una humilde campanilla enredada en una flor, ¿para qué puede servir? A ella, la ve el Señor, que quiso plantarla allí para que la viera yo, y a ella me comparó. Las demás están abiertas, relucientes y muy frescas, olorosas y muy bellas, y las gotas de rocío aumentan más su belleza.

¿Las campanillas silvestres?  Permanecen muy cerradas, mientras que no les da el sol, no puede haber quien las abra. ¡Cuántos misterios la vida me ha mostrado esta mañana, en un huerto abandonado, porque no estaba su amo!

Todos me han saludado, el búho con su sonido que siempre se oye el mismo, el gallo cual centinela, me recordó que el Señor quiere que estemos alerta. Los pájaros con la fiesta cuando va llegando el día, me han llenado de alegría.

¿Y mi huerto abandonado? También me habla de amor, porque en su mismo abandono también se encuentra el Señor. En las cosas que yo he visto este nuevo amanecer, todas las veo distintas del otro que pude ver. El olor que da el rocío que va regando la tierra, para que pueda aguantar, los calores que le llegan. No me he podido sentar, porque donde yo lo hacía, el rocío había llegado dejándolo muy mojado. Además, hacía fresquito.

¡Qué distinto del calor, de estos días pasados! Son las cosas del Señor. Me ha recibido temprano con el fresco de la brisa y el rocío la acompaña, para seguir dando vida y para regar las plantas. ¡Qué mañana tan bonita!¡Cómo ha cambiado mi vida! Él orden y el compromiso eran mis buenas amigas!

Ahora, es el amor el que ya manda en mi vida, he incluso en el desorden puedo contemplar a Dios, pues en la vida hay desorden y también la quiere Dios. Todo está desordenado en la viña del Señor, por eso busca operarios. Y no le importa la hora para hacer bien su trabajo, si es a primera hora o llegan a medio día, o si llegan por la tarde, por haber pasado el día sin que nadie los contrate. Su viña está abandonada lo mismo que mi jardín.

Y así me dice el Señor: Yo quiero trabajadores que trabajen en mi viña. Rogar, rogar a su dueño, que mande trabajadores para que cuiden su viña. No mira que sean mujeres, que sean ancianos o niños. En mi viña cogen todos, necesito sus servicios.

Esto lo dice el Señor viendo el desorden del mundo, y yo he visto en mi jardín, y lo he visto con cariño. Él ve lo mismo este mundo, y quiere trabajadores que lo cuiden con cariño. No le importa ni la hora ni la edad ni la apariencia.

Todos pueden hacer algo en la viña del Señor, los niños y los ancianos, las mujeres y los hombres, porque su viña es el mundo, ¡y está tan abandonado!, que se parece a mí huerto, porque no estaba su dueño.

Animo y a responder, que hoy es el primer día y el Señor está llamando:¿Nadie os ha contratado? Trabajar hoy en mi viña. Él salario es un denario para el que quiera intentarlo, y un denario es el Cielo para el que quiera el trabajo. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Recuerdos de mi jardínWhere stories live. Discover now