22.LAS REJAS.

1 1 0
                                    

Me levanté esta mañana como todas las mañanas cuando va llegando el alba.

Pero el tiempo va cambiando y los días son distintos, y yo me encuentro a la espera para cambiar de lugar, cuando se acaba el verano y me voy a la ciudad.

El día, ha comenzado lloviendo y es una maravilla. Pero como está lloviendo no puedo salir al huerto y me tuve que sentar delante de una ventana para poder esperar al Señor esta mañana. La ventana tiene rejas y yo detrás de las rejas contemplaba mi jardín, y con un poco de pena porque no podía salir. Y cuando llegó el Señor y yo puede oír su voz sentí que me decía así.

¿Te encuentras bien entre rejas?

No Señor, le contesté. Lo que más me gusta a mí, es tener la puerta abierta.

Ya lo se me contestó: ¡Mi querida campanilla! Sé que temes a las rejas, te sientes como en prisión, sin gustarte estar tras ellas. Me recuerdas a un pajarillo enjaulado, pero con la diferencia, que él canta en su prisión, lo que los hombres no saben es que canta su dolor. Eso a los hombres les gusta, y sé que a ti no te gusta porque sientes su dolor.

A los hombres si les gusta, porque les gusta el dolor, y le gusta dominar y enjaular a los demás, y mucho más, a los que gozan de libertad, que no suelen molestar por no necesitar nada, no les piden de comer ni se resguardan del frío, porque yo soy su Señor y por eso a todos cuido.

Los hombres son al revés, si le piden de comer, o le piden un lugar donde guardarse del frió, dicen que no tienen sitio, y a quien no le pide nada porque gozan de lo mío, lo meten en una jaula, le dan de comer, lo cuidan, y les encanta su canto, al no saber distinguir el dolor que hay en su canto. Los hombres suelen decir que los pájaros, cantan más en la prisión, y es verdad, porque cantan su dolor que no pueden soportar al nacer para volar. Lo que les gusta a los hombres, y tú lo sabes muy bien al oírlo cada día, es oír, hablar y contar el dolor de los demás. Si alguien se pude enterar del dolor que tiene el otro, lo compara con el suyo, y ya se siente mejor, al saber que aquel dolor es muy superior al suyo. El hombre que no es legal, finge, miente, y pone cara de pena ante el dolor de los demás, pero después por detrás, lo compara con el suyo, y se siente confortado ante el dolor de su hermano.

Hay una ventana abierta sin rejas y sin prisión, hay lenguas detrás de ella, para contar a los hombres, todo lo que va pasando en un mundo de dolor. Y no cuentan lo que pasa, es lo que "dicen" que pasa, los que llevan la batuta de la orquesta de este mundo. Hablan según es su música y como quieran tocarla. Lo que prima es el dinero, y el mal va detrás de ello. Siempre buscando la fama que se esconde trás de ellos, y se aprovecha de ellos que también buscan la fama. ¿Cómo la buscan? Hablando de los demás, si les preguntan de lo que les pasa a ellos salen corriendo y se van. ¿De qué hablan? ¿El mal de que puede hablar? De peleas, violencia enfrentamientos, divisiones, agresiones, mentiras, escándalos, robos, asesinatos, terrorismo, falsos testimonios, denuncias, juicios cárceles......

Son pájaros ¿en vuelo?

Las rejas de esa ventana son más fuertes que las tuyas, pero no se pueden ver porque las tapa el dinero. ¿Y qué es lo que se oye?

Lo mismo que hacen los pájaros cuando están en la prisión, hablan, cantan o cuentan que es lo mismo, solo cosas de dolor que sirven de diversión. Solo saben contar duelos, escándalos o mentiras, o palabras que se inventan dividiendo a las familias, la mitad de todo eso suele ser una mentira.

¡Cuentan! ¡Dicen! Sin saber ni quien lo dice, pero lo difunde el mal, y él, suele darle fama al que lo quiere contar y que caigan los que caigan. Y se entretienen contentos por escuchar el dolor que sufren los demás hombres que meten en la prisión, las lenguas que sin reparos van causando ese dolor. Cuenta tú mi campanilla como te sueles sentir.

Recuerdos de mi jardínWhere stories live. Discover now