Recuerdos de un verano, en el jardín de mi pueblo. Que en un principio era un pequeño bosque, triste , descuidado y sin dueño. En ese momento sentí que me daban la bienvenida ( las flores, plantas ,los arboles, el sol, la luna, las montañas...)
Mi...
La noche ha estado revuelta, lo mismo que lo está el día. Mi alma no está revuelta, pero sí lo está mi vida.
La noche estaba mediando, y el viento me despertó. Era un viento huracanado, que, de pronto, me asustó. Sonaba con tanta fuerza que su voz me despertó, y gritaba con tal fuerza, que eso sí que me asustó.
Me levanté presurosa para cerrar las ventanas, pues el aire era tan fuerte que casi las arrancaba. Soy un poco exagerada, (porque soy de Andalucía) pero eso parecía, por ese ruido que hacía.
Me levanté como siempre para ver llegar el alba, y me pasó como al viento, todo estaba muy revuelto, y no encontraba el lugar donde yo suelo esperar al Señor por la mañana. Como hacía tan mal tiempo no pude bajar al huerto para esperar al Señor.
Y en mi casa, también tenía un lugar donde esperar al Señor cuando no bajaba al huerto, él venía algunos días llevándome a su jardín, el que plantó en su morada cuando en mi quiso vivir.
Mis hijos, ocupaban el lugar donde me solía poner, porque vinieron ayer a descansar unos días.
Me sentía como el viento. Iba de un lugar a otro sin poderme concentrar, ni encontrar ese lugar donde esperar al Señor, y que en silencio y amor como él lo sabe hacer, me cerrara algunas grietas, que vientos inesperados habían abierto en mi alma.
Todo ha sido en un momento, pues yo estaba como el viento. Oía la voz del viento. El gallo no se callaba. Anunciaban ese tiempo, que hoy se encuentra revuelto. Y yo he querido bajar a mi querido jardín, porque ya llegan los días en que me tengo que ir.El cielo amenaza lluvia. El jardín no tiene luz. Hay muchas ramas caídas. Y yo quiero estar en medio, y vivir este momento que es único para mí.
Porque se acercan los días en que me tengo que ir. Y no sé por qué será, pero yo me siento así. Todo llega hasta mi vida y todo me afecta a mí. Y, ahora siento el dolor por irme de mi jardín, e irme de Talará, este pueblo tan querido que fue donde yo nací.
Me duele dejar aquí, a mis queridos paisanos mis amigos y vecinos, porque me siento su hermana, una hermana un poco rara, que no se va nunca sola, porque los llevo conmigo, donde quiera que yo vaya, para sentirlos conmigo. Los llevo en el corazón, en ese lugar secreto en donde vive el Señor, y que tanto amor me da para que pueda yo amar.
Estoy en medio del viento, aprovechando el momento de sentirme acariciada, por este viento revuelto, como tengo yo mi casa. Mi casa que se prepara para irse a otro lugar, está muy alborotada por tenerse que marchar. Pero no lo está mi alma, que se siente acariciada por ese viento revuelto, que, lo mismo que mi alma, va acariciando mi cara. Quizás tiene sentimiento porque me marcho de aquí, pero puede estar tranquilo, porque yo lo espero allí, en la ciudad de Granada, donde yo suelo vivir, esperando su caricia cuando yo lo sienta allí, si Dios lo permite así.
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