Capítulo nueve

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Después de salir del consultorio se fueron en busca de los mellizos para ir a la heladería como habían prometido. Los niños habían esperados ansiosos para saber sobre el género de Ellio, por lo que cuando Harry les dijo que era alfa ambos tuvieron reacciones muy diferentes.

Abby lo celebró mientras que Edward se quejó y se enojó por ello, alegando que quería que su hermanito fuese omega.

Ni siquiera cuando estuvieron en la heladería se le pasó el coraje y menos cuando llegaron a casa, momento en el que Edward aprovechó que Louis iría a cambiar a Ellio para poder quejarse.

—¡Pero yo no quería que fuese alfa!—exclama nuevamente, como si haciendo un berrinche por eso lograría cambiar la genética de su hermano.

—¿Puedes ya decirme por qué no quieres que Ellio sea alfa?—pregunta su padre, un poco cansado de escuchar las quejas de Edward.

—Hay muchas razones—contesta el niño—. Los omegas son más lindos, no crecen tanto y no vamos a pelear por nuestras cosas.

Edward tiene razón en lo último. Tener a dos pequeños alfas de la misma edad le ha enseñado a Harry que todo sería más fácil si no obligaba a sus hijos a compartir. Al ser tan pequeños es normal que los niños se dejen llevar por sus instintos primarios, por lo que podían armarse una pelea territorial sólo por algo tan simple como un juguete.

Y ahora no son dos, sino tres alfas los que tiene consigo y a quienes tiene que enseñar a obedecer aunque sea difícil. Por su naturaleza, a los niños alfas se les dificulta acatar órdenes más que al resto.

En el caso de Ellio, todo resultaría incluso más difícil.

No han mencionado el tema de la condición de Ellio a los niños, pues Harry quiere esperar a tener el diagnóstico oficial antes de decírselo a alguien más.

—Ustedes no tienen que estar peleando, no importa si son alfas o no—le reprende con suavidad.

—A mí me gusta que Ellio sea Alfa—habla Abby—, sólo que no quiero que acapare a Louis.

—¡Siempre lo hace!—se queja Edward.

Harry toma asiento en el sofá, da un suspiro y mira a sus dos hijos.

—Niños, ya hablamos de que no pueden tratar a Louis como su propiedad—amonesta.

—Es nuestro omega y Ellio siempre lo tiene con él—contesta Abby, quien ahora también se ha enojado.

—Louis está con los tres todo el día de todos los días—dice con paciencia—. Come con ustedes, juega con ustedes y lo ven desde que se despiertan hasta que van a dormir ¿No es suficiente?

—No—responden ambos al unísono.

Nadie le dijo que tener hijos sería fácil, a estas alturas no sabe porqué lo creyó.

—¿Y qué quieren?

—A Louis para nosotros—dice Edward con simpleza.

—Él no es un juguete, es su niñero y Ellio necesita de él porque está pequeño ¿entienden? Es un bebé que necesita atención—repite—. No van a excluir a su hermano por querer acaparar a Louis.

Ambos niños muestran su descontento, pero al ver que su padre se ha molestado un poco no dicen nada más. Harry sabe que apenas es que están iniciando el largo camino de enseñarles a controlar sus instintos.

Piensa en todo lo que le dijo Anna sobre la falta que le ha hecho a Ellio el no tener a su madre con él, pues Ally murió pocos días después de darle a luz así que el niño no tiene ningún recuerdo de ella. No es como con los mellizos, quienes culparon profundamente a Ellio de la muerte de su madre y aunque ahora ya no hablan de eso, Harry siente que es esa la razón por la que sus hijos mayores siente tanto rechazo hacia el bebé. Las pocas veces que se muestran dispuestos a pasar tiempo con el cachorro, este se esconde de ellos o los ignora.

i was lost until I met youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora