Capítulo dieciocho

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Un beso cálido en su hombro desnudo lo despierta, y Louis piensa que podría acostumbrarse a eso sin estar ni un poco cerca de cansarse. Los labios calientes del alfa trazan un camino hasta su cuello, dejando pequeños rastro de humedad que le provocan una presión suave en el vientre.

Se encontraba acostado de costado, por lo que extendió la cabeza hacia atrás para darle más acceso a esa boca dulce. Las manos del alfa le tantearon su redondeada cadera y presionaron con firmeza la piel de la zona. Él omega las hecho hacia atrás casi instintivamente para tratar de crear algún contacto con la pelvis ajena.

— ¿Estás ansioso? —preguntó con un deje de diversión en su voz y deslizó sus largos dedos por el cuello de su pareja, tomándolo con firmeza y obligándolo a mirarlo a los ojos.

—S-sí.

—Entonces hay que solucionarlo.

Cuando sus dedos comienzan a dejar caricias en la piel tersa de sus caderas, dispuestos a llegar al espacio húmedo entre las piernas del omega, el llanto de un niño a través del monitor de bebé los alerta.

Instintivamente, Louis se levanta y comienza a dar vueltas buscando su ropa, a lo que es sorprendido por Harry quien lo detiene tomándolo por las muñecas.

—Hey, tranquilo —le dice con voz suave —, yo iré a verlo, tú date una ducha.

Louis asintió estando más tranquilo, tomó una toalla del closet y se envolvió en ella ahora sintiendo timidez de que el alfa observase cuerpo, como si no hubiesen estado juntos la noche anterior y a punto de hacerlo otra vez. A penas se encerró en el baño se puso a repasar todo lo sucedido y la vergüenza le cubrió como un manto acalorado y asfixiante. ¿De verdad había actuado tan desvergonzado sólo por dejarse llevar por la calentura?

Quería enterrar la cabeza en el suelo como un avestruz y quedarse ahí por siempre. Y es que, santo cielo, en parte entendía que su cuerpo reaccionase de esa manera si todo en el alfa le resultaba provocativo. De sólo recordar cómo le hablaba de manera tan sucia en la que Harry le había hablado mientras lo hacían, le causaba un temblor en las piernas y ganas de apretar los muslos.

Necesitaba una ducha fría con urgencia y sacarse el aroma ajena de la piel.

Se talló con fuerza y llenó su cuerpo con jabón para tratar de que el olor saliese, pero parecía como si Harry hubiese dejado una parte de sí mismo dentro de Louis, y ahora estaría con él por siempre.

Para cuando estuvo seco y vestido, salió a la sala y se encontró con Ellio refunfuñando en el sofá mientras masticaba un juguete, esos que usaban los bebes cuando sus dientes estaban creciendo. Al notar la presencia del omega comenzó a llorar para obtener su atención. Lou sabía lo que trataba de hacer, así que sonrió y se acercó al bebé, aun con algo de preocupación porque notase algo raro. Pero no lo hizo, sólo disfrutó del cálido abrazo del mayor y enterró su cabeza en el cuello de este.

El pequeño bebé aún seguía lanzado quejidos bajos, como gruñidos, y no paraba de mover la boca.

— ¿Tus colmillos están creciendo? —Preguntó y el niño continuó con su suave quejido—. Puedo ayudarte con eso.

Harry estaba en la cocina, por lo que el rostro de Louis rápidamente se calentó al verlo ahí. Los recuerdos de la noche anterior lo pillaron por sorpresa y no parecían querer salírsele de la cabeza.

— ¿Aún se sigue quejando? —quiso saber el alfa mientras señalaba a Ellio con un gesto de la cabeza.

—Sí, no me extraña que ahora quiera morder todo o meterse cosas a la boca. Hacerle unas paletas heladas lo ayudará.

i was lost until I met youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora