Capítulo final

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Punto de vista de Vero:

Seguí a Keana a su habitación muy feliz de poder jugar videojuegos con ella nuevamente y ella entró dejando la puerta abierta para que yo entrara y tan pronto como lo hice, la cerré.

—Qué juego vamos a jug... —Las palabras murieron en mi boca cuando la vi inclinada, tocando algo, que no quería saber qué era, en la cama.

Era y no era tan genial que ella usara un short tan ajustado y corto porque no podría concentrarme en el juego y...

Será mejor que encienda el videojuego para distraerme de algunas cosas que me gustaban que me distrajeran, pero me ponían nerviosa.

—¿Qué? —Preguntó y no tuve el valor de mirarla porque no quería.

Ella me gustaba, yo le gustaba a ella, tuvimos sexo y no recordaba nada, nos besamos hace unos minutos, pero ya nos habíamos besado antes, incluso en esa habitación, con aquella pijama, que era roja como la manzana del paraíso...no estoy segura si era una manzana y si era roja, pero estaba en el paraíso y fue responsable de la caída de Eva, pero yo no era Eva, yo era Vero, soy Vero porque no cambié mi nombre y...

—¿Estás bien? —Mi alma dejó mi cuerpo y volví a notar que estaba cerca de mí, muy cerca, invadiendo mi espacio personal que quería ser invadido.

—El Ferrari rojo es mío. —Le advertí entregándole el joystick y me alejé, me quité los zapatos y me senté en la cama que había ordenado.

Necesitaba distraerme de mi distracción, pero ella necesitaba colaborar conmigo y respirar a una distancia mínima de cincuenta metros de mí.

Pero ella no quería colaborar conmigo.

Sentí que el colchón se hundía a mi lado y por el rabillo del ojo la vi con el joystick en las manos y la mirada almendrada pegada a la pantalla.

Mirada almendrada...Mirada almendraa no, su mirada era de color marrón claro como las heces de un niño recién nacido, así se puede entender mejor y no es tan raro.

—¿No diste tú los mandos? —Se suponía que debía mirarla a la cara cuando me hablara, pero involuntariamente mi mirada se dirigió a su escote.

¿Qué me estaba pasando?

—¿Sabías que Philip Sheridan fue general en el ejército estadounidense entre 1883 y 1888? También le gustaba ser el del mando.

¿De que estaba hablando?

—Lo sé, —Sonrió. —estudiamos eso en la clase de historia, pero estoy hablando de los controles del juego. Te gusta ser el jugador 1.

—Oh, si. —Asentí y aparté la mirada de su escote hacia la pantalla y comencé el juego, pero no funcionó porque no podía concentrarme con ella tan cerca.

No sé qué pasó, pero pasó algo, empezó dentro de mí y toda la concentración habitual que dedicaba a los juegos se fue.

¡Era el pijama, estaba segura!

—¡Así no se puede! —Ella exclamó, pausando el juego y haciéndome saltar. —Estás golpeando cada curva y eso no tiene gracia. —Se levantó de la cama y fue al videojuego. —Veamos una película y luego juguemos de nuevo, ¿de acuerdo?

Tal vez la película me distraería más.

—Tengo calambres en la mano porque pasé mucho tiempo montando en bicicleta y mis dedos se quedaron en la misma posición durante mucho tiempo. —Mentí y ella asintió con la cabeza para poner alguna película, que no quería saber cuál era, apagó la luz y regresó, sentándose a mi lado. Esta vez miré de cerca su rostro, quien me sonrió antes de tomar mi mano derecha.

You Hate Me While I Love You [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora