Un Rumor

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Y como dijo una muchacha de Eurovisión: Voila! A ver que piensan.

Capitulo XII: Un rumor

-Ildefonso - Maite lo observó sin saber muy bien que decir en primer lugar - ¿Quiere...? - no pensó en hacerse la distraída porque sabía por donde iba el asunto o eso creía, así que no preguntó que lo traía por su casa - ¿Quiere pasar? - señaló la puerta.

-No, no estaríamos tranquilos - advirtió el hombre - venga conmigo - le solicitó - vamos a un sitio donde podamos estar tranquilos para hablar libremente.

Y ella lo hizo, lo siguió sin protestar, pero con un nudo en la garganta hasta la vera del río. El mismo río en el que él sugirió haber idealizado dejar de sufrir en el pasado. El mismo al que ella evitaba después de sentirse identificada con esa historia. Y allí, sentados frente al agua que se mecía, ambos suspiraron como si estuvieran a punto de enfrentar un destino difícil, pero que no se veían capaces de evitar otra vez.

-Ildefonso yo…

-No – el hombre la detuvo inmediatamente- déjeme empezar a mí, Doña Maite. En el pasado reciente hemos sido honestos, tanto como para cultivar una relación directa y franca, y quisiera seguir así – miró al río y suspiró antes de volver su mirada a Maite - ¿Sabe que mi abuelo, antes de morir, me nombró su sucesor en el marquesado? – Maite le devolvió la mirada sin saber muy bien que decir. No entendía a qué venía la confesión – Fue su solicitud a mi padre para legarle el apellido familiar, las obligaciones y, por supuesto, todas las ventajas de ser el heredero – hizo una pausa – Mi abuelo era el único miembro de mi familia que me quería. Lo recuerda, ¿verdad? A mi abuelo, quiero decir.

La morena asintió – Estuvo en la galería – dijo – me pareció un hombre muy interesante y culto.

-Lo era. Era un digno hombre de la nobleza, adelantado para su época. Murió dos años después que usted se marchó – le contó él – apenas pudo disfrutar de Elisa

-Debe haber estado muy orgulloso de usted.

Ildefonso suspiró – Lo estaba. No lo estuvo siempre, pero lo estaba en su lecho de muerte. Y, con su partida, me dispuse a heredarlo cuando llegara el momento y resulta que el destino es caprichoso, ¿sabe?

-¿A qué se refiere? – preguntó ella.

-A que el destino le dio una vida larga y próspera a mi abuelo, pero una demasiado corta a mi padre – confesó el ex soldado – hace unos días he sido notificado de que mi padre se debate entre la vida y la muerte.

-Lo siento mucho – comentó Maite.

-Gracias por su simpatía, pero, como le dije, mi abuelo era el único que me quería – hizo una pausa y Maite sintió el dolor en sus palabras – aún así, eso no me puedo desligar de mi promesa, ¿no le parece?

-Heredará el papel de su abuelo – Maite vio a Ildefonso asentir – sus obligaciones y sus ventajas. ¿Representa mucho cambio en su vida este nuevo estatus?

-No, bueno, estaré más ocupado y mi patrimonio acabará por multiplicarse por varios ceros, pero no tiene porqué ser algo demasiado complejo. O no debería, realmente – observó unos instantes a Maite – y he aquí dónde se encuentra mi verdadero dilema, Doña Maite.

-¿Su dilema?

-Un aspecto que siempre me pareció peculiar de mi querida esposa era su renuencia a dejar Madrid – confesó con ligero agrado – y mire que teníamos opciones dónde vivir, pero, excepto por un pequeño período al comienzo de nuestro matrimonio, nunca quiso alejarse de Acacias. Nunca hasta ahora.

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