Villana

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Bueno, uno de los menos escogidos es el que finalmente ha tocado. Villana. Se parece a cierta Felicia. Pero, mejor lean...

Gracias por seguir acompañándome. Aprecio mucho el cariño.

Capítulo XV: Villana

La sala del Nuevo Siglo XX está vacía, excepto por ellas dos sentadas en una mesa de esquina. Es tarde para el café y muy temprano para algo más contundente. Fuera, el doctor Rodríguez Laporta mira con interés el interior donde sus dos pacientes, la antigua y la reciente, se observan en silencio más tiempo de lo recomendable. Ya ha hecho sus cálculos y entiende cuál es el lazo que las une. No qué, sino quién. Una mujer, la hija y la amante. Por fin entiende la absoluta abnegación con la que Felicia cuida y acepta las circunstancias y decisiones de su hija. El porqué siempre hablaba de que le había hecho mucho daño en el pasado y, por ello, muchas veces se dejaba castigar por algunos desplantes de Camino que eran, incluso, demasiado poco considerados. La historia de Maite le cerraba los interrogantes y ahora deseaba saber cuál sería la siguiente forma en que estas dos mujeres, que se medían con los ojos, iban a relacionarse a partir de este encuentro. No iba a entrometerse, solo se quedó para terminar el café y observar. La primera apuesta era sobre cuál de las dos rompería el silencio. Pensaba que la anfitriona, pero perdió.

Maite se adelantó repentinamente a Felicia. Apenas un instante antes.

-¿De qué va todo esto?

La mujer mayor le dirigió una mirada aguda - Directa al grano, aprecio el cambio - comentó - antes solía envolverme en palabrería para engañarme.

-Antes era otra persona - dijo Maite firmemente.

-Aprecio la honestidad también - Felicia suspiró audiblemente - me gusta la gente que admite que cambia o puede cambiar. No me gusta la que se engaña a si misma creyéndose siempre en el mismo punto, inamovible o, peor aún, conforme con sus desdichas.

-¿Quería que me quedara para halagarme bajo sus impresiones? ¿O para contarme de qué está hecho el mundo? Porque eso yo ya lo sé - concluyó Maite omitiendo pensar en Camino con aquello de la conformidad - ¿De qué va ese asunto, en primer lugar? - preguntó la artista señalando el exterior donde el médico escribía en su libreta.

-¿No aprecia la ayuda del doctor? - cuestionó Felicia - ¿No ha sido útil para su mejoría?

Maite la observó con sospecha - ¿No me dirá que mi salud le preocupaba?

-Yo también he cambiado, Doña Maite - contestó la mujer mayor - no me he entrometido más que por empatía, porque entiendo lo que está pasando - aclaró - yo también sufrí de esa dolencia posterior a un momento crítico, esa que no deja respirar y, también, el pánico que causa...

Maite mantuvo una expresión de incredulidad - Perdóneme si me cuesta creer que lo hizo por buenas razones - replicó con retintín.

Felicia suspiró - Puede creer lo que quiera, pero ya tuve bastante con el regaño de mi hija hace unas semanas - comentó - no necesito un nuevo sermón. Necesito que hablemos de lo que importa realmente.

-¿Por qué la regañó? - indagó Maite - Ha dicho que Camino le dio un sermón.

-Al escuchar de su boca el nombre del doctor, lo tuvo claro. No me creyó cuando le dije que mencione su nombre frente a Don Armando por buenas razones, como usted ahora mismo - confesó Felicia -, pero ha corroborado por su propio pie que no hubo nada de malo en ello.

-Así debo suponer que no ha manipulado nada esta vez, ni pagado por arruinarle la vida a nadie - la morena usó un tono algo despectivo, pero la razón principal es que no conseguía comprender a esta mujer.

RenacerWhere stories live. Discover now