Epílogo I

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Renacer

5 años después...

La historia vuelve a reencontrar a las almas que nunca dejan de buscarse. Pero ¿esa alma seguirá buscándola a ella?

Entren y lean. No me pregunten porque he decidido escribir esto, pero lo necesito. Gracias a quienes le quieran dar la oportunidad.


Me apetecía recordar la descripción de esta historia. Recta bien final. Quiero agradecerles por seguir conmigo. Nos leemos abajo!


1964

"Querido Doctor:

Por fin me he sentado frente al diario, llevaba mucho tiempo sin poder hacerlo. Usted sabe, el tiempo, los achaques. Ha pasado casi un año desde la última vez que me ha visitado y se ha llevado mis pocos textos anteriores, mi querido amigo, pero sigo pensando en usted a diario, como en sus consejos. Que malicia la de la vida, cuando te recuperas de los traumas de la juventud empiezas a envejecer y ya no caminas tan bien como antes o puede que necesites afinar tu dieta un poco más. Pero no me quejo, que no se diga que estoy tan mayor como para empezar a quejarme tanto. Además, he vivido una vida plena en el amparo del, casi, anonimato y sería un pecado quejarse de las tonterías (aunque lo hago cuando puedo). Una vida plena a la vera del mar del norte y del fuego de un hogar en el que he visto crecer a mi familia y hacerse más numerosa.

¿Está mal que los llame mi familia? No he concebido a Elisa ni la he adoptado como propia el día que nació, pero ella me adoptó a mí a medida que crecía. A Camino nunca le importó que nuestra niña me llamara madre en algún punto de su camino a la adultez. Dice que así está bien, que es apropiado porque yo la he criado desde que tenía sus apenas 5 añitos. Dice, incluso, que se parece a mí. Supongo que tiene que ver con que ha dedicado su vida al arte aunque no lo hiciera pintando por mucho que se formó en esos menesteres y que tiene talento. Lo de ella era otra cosa y tan bien lo ha demostrado.

Lo sé. Ahora es cuando me preguntaría "¿por qué me cuestiona si puede cuando ya habla con el orgullo de una madre?". Siempre tan listillo. Siempre tirando el balón a mi campo. Supongo que tiene razón también. Siempre ha sido alguien muy intuitivo y con un gran sentido de la lógica. Lo admiro por ello y usted lo sabe.

Hace tanto tiempo que somos paciente-doctor o amigos, posiblemente. Han pasado tantas cosas. Me han pasado a mí, pero sobre todo al mundo. Mis pesadillas han cesado hace mucho tiempo y yo me he aprendido a mirar aquel pasado con un ojo más acostumbrado. Lo del mundo es otra cosa. Al mundo le pasaron y le siguen pasando tiempos oscuros. A este país le han pasado y aún le sobreviven las sombras. Me siento privilegiada y al mismo tiempo me parece demasiada fortuna la burbuja en la que hemos vivido estos años. Sobrevivimos a todo el caos y a la lucha, a las nefastas injusticias, metidos en esta finca. Casi siempre lejos del centro de los conflictos gracias al apellido de un marques que no me habría desamparado nunca. Una sola ocasión recuerdo que aparecieron aquí con esos humos y esos aires. Pero el marqués de los Pontones tenía mano izquierda y derecha, se marcharon con la cola entre las piernas pidiendo disculpas por la intromisión. Hay pocas cosas sagradas para las sombras que recorren este reino, excepto ciertos dogmas medievales y los deseos de congraciarse con el mundo exterior que empezaron a tener en los años ulteriores. Usted sabe, lo ha vivido en primera persona y lo vive.

Primero nos salvó el apellido y, luego, nuestra labor en el arte. Bueno, no la nuestra. La labor de Elisa y su descendencia. Nosotras sólo la educamos y la cuidamos junto a su padre. Nuestra pequeña, la marquesa, ha dejado atrás el vínculo nobiliario por defecto y se ha trazado un estatus con su trabajo y con su carácter. Y menudo carácter. No hay hombre de política o de fuerza que se le plante delante y su marido la protege si algún incauto osa intentarlo. Me alegra tanto que haya conocido a ese buen hombre, uno que le permitió mantener vivo el apellido Cortes y todo el legado que está creando a su alrededor. Nosotras, con nuestra escuela y nuestra vida ignota, hemos perdurado. Me siento afortunada, pero también me lastima que la fortuna no persiga a todas las personas por igual. Me lastiman todos los que siguen sin encontrar paz.

RenacerWhere stories live. Discover now