Decir adiós

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Primero que nada... Hola y gracias por la espera y la paciencia. Han pasado unos cuantos días o semanas más de lo normal. Han pasado muchas cosas este último tiempo, pero por fin me he podido enfocar aquí. Nos quedan 3 capítulo además de este y, técnicamente, este es, junto con el siguiente, el final de esta historia. Ojalá renazca en ustedes la ganas de terminarla y ojalá alcance las expectativas.

Besos enormes y nos leemos finalizando el capi...

Capítulo XVI: Decir adiós

Maite dejó a Felicia en su restaurante con el doctor haciendo toda clase de preguntas, de las fáciles de responder y de las otras. Sus pies la llevaron al sitio que la vio volver a la vida o al menos respirar con la energía de quien quiere vivir. La plazoleta estaba vacía, ni risas ni juegos, ningún niño. Silenciosa, casi apabullante. Como si la ingenuidad y la ilusión se hubieran perdido. Forzosamente antinatural para un rincón de juegos. El mundo apagado le recordó que su vida podía ir en esa dirección. La de la quietud y el mutismo. La del solitario olvido de no llegar a ser o a alcanzar el destino que podría. Deshabitada como esa plaza del barrio.

Estaba tan gris. El pecho le pesaba lleno de un ahogo de desasosiego, de angustia. De verse frente a la expectativa del adiós. Del perderla para siempre. Tantas veces reprochándose el haberla perdido, deseando cambiarlo. Y aquí estaba, otra vez reunidas, otra vez a punto de romperse.

Le había hecho una promesa a Felicia y lo intentaría. Aunque tenía las esperanzas atrofiadas sobre todo porque Camino había gemido en sus brazos y la había besado con desespero, pero, aún así, no la había tenido. No la había alcanzado. La había rozado con las yemas de sus dedos, la había besado con sus labios y su piel, la había tomado como suya durante esa noche en que ambas fueron débiles a sus deseos. O fuertes por amor cambiando por una vez el curso de la rutina. Y, a pesar de todos los roces, ni siquiera la había rozado o esa impresión tenía. Porque, si así fuera, ¿cómo Camino podía seguir con su vida así sin más? Volver a casa y pretender vivir su vida con su familia como si esa noche nunca hubiese ocurrido. ¿Cómo podía siquiera callarlo? Esconderse del mundo y de todos, esconderse de las personas que la querían bien, esconderse de ella y esconderla también. Incluso, negarla. Decidir alejarla, decidir seguir. ¿Cómo? A ella no le cabía ni en la cabeza, ni en el cuerpo, ni en el corazón. A ella los poros le temblaban al pensarla, al recordarla y no podía pensar ni siquiera en el día siguiente sin echarla de menos, mucho menos en pasarse la vida así.

¿Cómo puedes hacerlo? ¿Cómo puedes seguir como si nada? ¿Cómo es que para ti nada ha cambiado cuando en mi vida lo has cambiado todo? ¿Cómo puedes renunciar a todo sin mirar atrás? ¿Cómo olvidas cada beso y cada caricia o, simplemente, cómo vives con ellos atravesando la memoria de tu piel? ¿Es que acaso no me recuerdas cuando te hundes en tu cama o cuando besas por cumplir con lo que se supone que es tu destino? A mí no se me ocurre ni imaginar que alguien más me besé los labios después de ti y tú prefieres olvidar los míos.

Daba igual, si es que no valía de mucho preguntárselo tampoco. No obtendría nunca una respuesta que la dejara satisfecha y no le valía con un simple "no puedo" cuando podía observar los ojos rotos de Camino al marcharse de su lado. Los por qué quedaban al margen cuando no hay nada de lo que hablar.

Entre las piedras del emplazamiento divisó unas líneas ya deterioradas por las inclemencias del tiempo. Pero ella las reconocería donde fuera, no importaba lo mal que estuvieran. Eran líneas  desdibujadas de la primera tarde que pasó en Acacias. Ella y Elisa estuvieron dibujando en ese rincón. El dibujo estaba allí, pero emborronado. Se agachó y tomó la piedra más cercana sacándole punta con cuidado siguiendo su propio consejo. Reinventó la pequeña creación suavizando los bordes y las texturas del dibujo, parando en zonas que antes solo eran trazos inexpertos. Mantuvo la naturaleza infantil de la obra, pero le dio algunos toques más suyos. Elisa y ella emergieron de su trabajo se unos minutos. Le sonrió a su pequeño esfuerzo y  debatió sí agregar o no a Camino. Elisa quería en su momento, pero ella no tuvo ánimo para soñar. ¿Para qué iba a dibujar algo con lo que no podía ni siquiera fantasear?

RenacerWhere stories live. Discover now