2. Dudas.

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Una semana

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Una semana. Una semana había pasado desde su disculpa con él y desde ese día su nombre vivía con renta gratis en su cabeza. No había podido dejar de pensar en él durante horas, segundos y días. Era imposible el descontrol que tenían sus ojos cada vez que se lo topaba en los pasillos, en el comedor o en los mismos entrenamientos. Más de una vez el hombre la había atrapado mirándolo pero él sólo desviaba la mirada o simplemente la ignoraba.

Mentiría si dijera que su corazón no se aceleraba cada vez que sus miradas chocaban y que la frustración que él no mantuviera sus ojos en ella la consumía.

Hoy no fue la excepción.

Durante el entrenamiento, los fuertes rayos del sol aumentaban considerablemente el calor llegando a ser casi inaguantable. Seguramente hubieran muerto sino fuera por un pequeño sector donde llegaba la sombra y les permitía descansar de la sensación de estar quemándose vivo.

—¡Hey! ¡¿Qué creen que están haciendo, mocosos?! – su grito hizo que todos sus subordinados rápidamente volvieran a pararse con su mirada en alto. Al contrario de sus compañeros, que miraban con miedo,  cada vez que el capitán se acercaba  más a ellos, ella se mantenía neutral en la superficie. No le tenía miedo, tampoco la intimidada lo suficiente para no cuestionarse si debía acatar al pie de la letra una de sus órdenes. Su ceño se encontraba fruncido y su paso era seguro pero en la manera que su espalda estaba levemente encorvada demostraba lo molesto y enojado que estaba con su escuadrón. ¿Quién los había autorizado a tomarse un descanso cuando no habían hecho ningún ejercicio decente? – Quiero que den diez vueltas extras a la cancha. – el comienzo de un quejido en conjunto fue lo que lo puso en alerta y antes de que pudiera salir algo de los labios de esos "mocosos" él habló. – No quiero ninguna queja o los haré limpiar los establos, o el comedor, o...¿Saben que? ¡Limpiarán todo! – se sintió satisfecho al ver sus caras invadidas por el terror. – Ahora, quiero que el grupo uno empiece a correr primero. – el grupo asignado sin esperar a que su capitan contará hasta tres comenzaron a correr.

La azabache había intentando no mirarlo en todo este tiempo. Él estaba lo suficientemente cerca para notar su mirada sobre la suya pero cuando dejó de hablar fue como si sus ojos tuvieran vida propia y como en acto de reflejo sus orbes lo observaron intentado captar cada detalle. Su cabello al igual que su rostro estaba estaba cubierto por una leve capa de sudor. Mikasa noto como una pequeña gota de agua caía por su cien siendo molesta para el porque al instante pasó sus manos suavemente por esa parte de su rostro. El calor estaba tan infernal que con solo estar allí cuente minutos estaba cubierto de sudor. Luego, su mano sacudió gentilmente su cabello para intentar quitar un poco la molesta humedad que sentía.

¿Su cabello será suave o áspero?

Jamás pensó en envidiar las manos de su capitán. Ahora tenía la duda de cómo se sentirían esas fibras oscuras entre sus manos.

—Mikasa... – Sasha le dió un leve codazo pero la joven no lo sintió al estar tan adentrada en sus pensamientos.

Esa camisa blanca de tirantes le quedaba increíble. En especial ahora que la tenía ceñida a su cuerpo.

¿Como sería su torso desnudo?

De pronto, sintió sus mejillas arder pero eso no la evito de seguir fantaseando.

¿Tendría sus abdominales marcados?

Ella creía que sí. Por su puesto que los tenía. De vez en cuando, había podido observar cómo sus superiores entrenaban y por la manera que lo había visto moverse en momentos de acción, podía apostar que hasta su espalda estaba pronunciada.

—Mikasa...

Torso. Rostro. Rostro. Labios. Labios. brazos. Brazos. Piernas. Piernas. Labios. Labios. Labios. Labios. Labios.

Labios.

Sus labios se veían suaves, ¿lo serían? ¿Como besarian? ¿Besarian bien? ¿Mal? ¿Delicioso? ¿A qué sabrían...?

—¿Alo? ¿Mikasa? – esta vez sonaba un poco más desesperada. Si su amiga seguía así de despistada, el capitán la castigaría.

Levi había dado unos cuantos pasos alejándose de la joven y dándole la espalda

—¡Más rápido! ¡Esas cinco vueltas no se dan solas!

Mas de una vez había escuchado al hombre decir su nombre o dirigirse a ella de una manera formal pero, ¿Como sería escucharlo cuando estuviera enojado?

Los nervios de Saha aumentaron cuando noto que el capitán las estaba observando y su ceño fruncido se fruncia aún más al ver que la azabache si quiera se había levantado de su lugar.

—Mika...

—¡Ackerman!

Su voz fue lo único que pudo sacarle del trance y levantarse rápidamente de su lugar. Miró de reojo a su alrededor y se sorprendió al ver que era el turno de su grupo para empezar a correr.

Con sus manos intentó sacudir un poco el polvo de su ropa para acto seguí llevar una de su mano al lado de su corazón.

—Capitán.

Podía notar por la forma en la que el capitán estaba parado que no estaba de buen humor.

—Pensaré en tu castigo cuando termines de correr.

La adolescente bufó pero al ver el rostro de su supervisor rodó sus ojos y asintió.

—Bien.

Eso le pasaba por distraída y por pensar cosas que no debía.

𝐅𝐀𝐕𝐎𝐔𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐍; rivamikaWhere stories live. Discover now