6. Frustración

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Lo odiaba

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Lo odiaba. Lo detestaba. Lo aborrecia. Le molestaba. La enfadaba. La desconcentraba. La frustraba en todos los sentidos.
Cinco días pasaron desde el "accidente" y desde entonces no le había dirigido para absolutamente nada. Estaba furiosa con él por algo de lo que ni si quiera es consciente que hace. Aún así, el desarrollo del conflicto había terminado relativamente bien. Hange en vez de llevar a Sasha con el comandante, la cargó de vuelta a su pieza y la había arropado para que la cadtee pudiera descansar. Luego de eso, volvió por Mikasa, quien estaba mucho más tranquila que su compañera, por lo que fue mucho más sencillo llegar hasta la habitación y pedirle que durmiera. Lo complicado fue convencer a Levi de dejarlo pasar. El capitán estaba en contra de no dejarles algún castigo después de su compartamiento tan inmaduro y por faltarle el respeto a su tiempo y a su persona. Al final terminó accediendo cuando Hange le explicó lo ocupado y cansado que se encontraba Erwin y que este problema sería una carga más sobre los hombros del comandante.

Lo había convencido pero él tenía dos condiciones para sus subordinadas. La primera, no les permitiría un solo error o iría directamente donde Erwin a delatarlas. La segunda, tendrían que bañar a su yegua por lo que resta del mes (y eso que recién estaba empezando.)

Por más que quisiera negarse y mantener su orgullo en alto, no podía. No le quedó de otra más que aceptar la propuesta. De forma opuesta, Sasha agradeció con lágrimas cayendo por su rostro a ambos mayores por no delatar la y jurando por su padre que daría todo de sí para enmendar su error. El caso de Mikasa fue distinto. No hizo tanto escándalo como la castaña, lo único que hizo fue una leve reverencia de disculpas (solo dirigidas hacia Hange) y asumir su error por su comportamiento indebido prometiendo que no volvería a ocurrir. La reacción de ambos fue mejor de lo que esperaban. Hange sólo reía a carcajadas y las abrazaba ambas por los hombros riendo de las locuras de la juventud, mientras que Levi simplemente frunció sus labios y bufó un leve “Tch” antes de marcharse.

Esa fue la última vez que interactuo con él.

Desde ese día, había estado evitandolo dentro de lo posible. A pesar de haber bebido, podía recordar todo con suma claridad, en especial en el momento que sus labios pronunciaron aquel “Me importa una mierda”. La cara de su superior se desformo de la ira y estaba segura que la habría puesto a dar mil vueltas a la cancha ahí mismo si no fuera porque en ese mismo minuto entró la extrovertida mujer e interrumpió ese momento de tensión.

Lo odiaba, lo detestaba...

—¿Mikasa estas bien?

La pregunta de Jean la había desconcertado. No tardó en darse cuenta que la mirada de preocupación no venía sólo de él, sino de todos los que se encontraban en la mesa.

—Si. – respondió fría sin darle mucha importancia a sus pensamientos. Era una estupidez preocuparse por cosas como esas.

—¿Es por que te sientes incómoda con el capitán? – preguntó Armin poniendo en alerta a la azabache. Sus orbes grises se abrieron de par en par y casi se atragantó con su propia saliva. ¿Él se había dado cuenta? ¿Él había notado como se sentía cuando estaba cerca del capitán? Pero, ¿Como? ¿Tan evidente era? Esa pregunta sólo había servido para sacarla aún más de sus casilla.

Intentó controlar sus nervios y preguntó.

—¿A qué te refieres?

—Oh, ya sabes, el te vió algo tomada. Debe ser vergonzoso.

Se sintió como una estúpida al oír la respuesta del rubio. Por supuesto que era eso.

—Debe ser vergonzoso enfrentarte a él después de eso. – añadió Eren. – No sería capaz de verlo a la cara después de haberle fallado de tal manera...

—Estan exagerado. – exclamó Sasha con su boca llena de pan. – Ella es la menos avergonzada que se debería sentir. ¡Le dije enanin! ¡E-N-A-N-I-N! – recalcó lo último y ocultó su rostro con sus manos. – Realmente, me hubiese gustado ser tu Mikasa, te mantuviste en silencio en todo momento. No pudiste decir nada muy peligroso.

Oh, claro, no es como que lo haya mandado literal a la mierda por tratarme como una mocosa.

—No me siento de ninguna manera en específico cuando pienso en él. – mintió. – Es más, solo siento rabia am recordar como golpeó a Eren. Eso es todo. – Ajá, y porque hace que tus pensamientos se enreden y formen un nudo imposible de desatar, te faltó agregar.

Por un micro segundo levantó su cabeza y lo buscó con su mirada por inercia y como si de un imán se tratara no demoró nada en hayarlo. Estaba serio sentado con el comandante Erwin en la mesa del fondo. Sus ojos se encontraban cerrados y no vestía el uniforme de los soldados, sino que un refinado sacó negro con unos pantalones a juego del mismo color. Su camisa era blanca con los tres primeros botones libres dejándole a la vista su cuello que estaba decorado con su característico pañuelo. Tenía una de sus piernas cruzadas y su mano sujetaba una pequeña taza blanca humeante por lo cálido que debía de estar el líquido dentro. En el momento exacto en el que sus labios rozaron la porcelana fria y su lengua probó el sabor de su té, abrió sus ojos observandola de forma penetrante. Una corriente eléctrica invadió el cuerpo de la joven y quitó rápidamente sus ojos sobre él y se centro en integrarse a la nueva conversación de su mesa.

No quería seguir desconectada por mucho tiempo más.

Fin del capítulo.

𝐅𝐀𝐕𝐎𝐔𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐍; rivamikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora