8. Té negro

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Eran las doce y media de la noche cuando terminó de trapear con una sonrisa de satisfacción en su rostro

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Eran las doce y media de la noche cuando terminó de trapear con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Era lo último que le quedaba por hacer para quedar en libertad y finalmente lanzarse a su cama sin sentir culpa alguna. Ha decir verdad, se había esforzado de manera sobre natural para que él no tuviera queja alguna de su trabajo. Había lustrado todas las monturas, bañado a los caballos, limpiado cada rincón, hasta barrer tres veces los establos con el fin de cersiorar que no tuviesen nada de polvo acumulado.

Aún así sus esfuerzos fueron en vanos ante los ojos del capitán.

—Te faltó la esquina inferior derecha.

Todo su cuerpo se paralizó durante unos segundos al reconocer la voz de su capitán a su lado. Era consciente que en algún momento iba a verlo a solas y tener que enfrentarlo, pero no pensó que iba a tomarla por sorpresa.

Encubrió sus nervios en una mirada completamente serena antes de mirarlo pero al voltearse su boca cayó al piso, sus ojos se agradaron y sintió cada bello de su piel erizarse. El hombre tenía su espalda apoyada en la entrada del lugar con ambos de sus brazos cruzados de forma casual. La luz de la luna le sentaba muy bien en este momento, se veía realmente apuesto. Tragó saliva de forma pesada cuando su mirada volvió a enfocarse en ella y basto sólo una mirada rápida a su rostro para que su mente volviera a reproducir cada secuencia de su sueño una y otra vez.

Él no debía de enterarse de eso.

— Es extraño, he barrido tres veces cada establo y he trapeado...

—Lo harás de nuevo hasta que quede satisfecho. Ese será tu castigo por ser insolente con tu superior.

Su tono de voz era autoritario y ella sabía la razón. Le debía una disculpa por su comportamiento de la vez anterior y el la estaba esperando.

—Yo...Quiero disculparme con usted. – cortó el contacto visual con el azabache y apretó sus piernas de la vergüenza que sentía por todo lo ocurrido pero en especial por los pensamientos indebidos que rodaban sin descanso en su interior. – Ese día estaba avergonzada de la manera en la que actúe y no debí decirle todo eso por algo que no es su culpa.

—Bien, ahora dilo mirándome a los ojos.

La culpa y el remordimiento vuelven a apoderarse de su cuerpo al escucharlo decir esas palabras. Tomó aire y exhalo con fuerza esperando encontrar un poco de valor en ello. Levantó su vista y volvió a encontrarse con esos ojos azules con los que llevaba días fantaseando.

— Lo siento.

Realmente se sentía mal por lo que había pasado. Sabía que no lo debía tratar así y menos con alguna grosería, eso era lo que su madre solía decirle.

—No quiero volver a tener esta conversación contigo, Ackerman. – suspiro y paso sus dedos por su cabello. – Eres demasiado impulsiva, estoy seguro que algún día querrás matar a alguien si sigues así. – su respuesta la había relajado un poco. Al menos estaba segura que no seguirían con la conversación. —Pero no es solo porque estuvieras avergonzada, era algo más aparte de eso, ¿Estoy equivocado?

𝐅𝐀𝐕𝐎𝐔𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐍; rivamikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora