"-Odio el pecado, no al pescador."
Te conocí en el peor de los tiempos, en el mejor de los crímenes y yo nunca había necesitado de nada más. Las mentiras eran blancas y piadosas, tu necesitabas un motivo y yo nunca había hecho esto antes. Pero aún n...
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Se miró al espejo una vez más y maldijo por lo bajo. Estaba frustrada, nunca había estado en una situación así y no le gustaba no saber qué hacer. Observó con detalle la silueta de la forma natural de sus labios y como su intento de maquillaje parecía un dibujo suyo de cuando tenía cinco años donde todo el color, estaba por fuera de las líneas.
Estaba horrible.
Con el dorso de su mano intentó no dejar rastro de su intento abominable de querer verse mejor. Jamás se le había cruzado la idea de maquillarse hasta que escuchó a Historia comentar algo al respecto sobre lo bien que se vería si se pintaba los labios. Al inicio negó rotundamente la idea pero de forma inmediata una pregunta surgió en su mente.
¿Levi pensaría lo mismo?
Esa pregunta había sido la causante de muchas más que a la vez producían un montón más siendo un ciclo infinito de dudas sin respuesta.
¿Levi habrá estado con más mujeres? Por supuesto que sí, era demasiado atractivo para que nadie se fijara en él.
¿Como habrán sido las otras chicas? ¿Se habrán arreglado? ¿Serían más interesantes, hermosas e inteligentes que ella?
Nunca se había sentido tan insegura sobre su forma de ser y sabía quién era el culpable indirecto. Solo él y nadie más que él.
Es por eso que se encontraba encerrada en el baño tomando el labial rojo vino, que Historia le regaló, en su mano con su mirada fija en el espejo sin sentirse bella o satisfecha con el resultado
—¿Mikasa? — la voz de su compañera la sobresaltó. —¿Puedo entrar? Quiero lavarme las manos...
—Espera un momento — en tiempo récord eliminó los rastros de mancha roja de su boca. — Pasa.
En el segundo que la puerta se abrió la rubia no tardó en darse cuenta el motivo por el que la azabache se estaba demorando tanto. Bastó con ver su mano manchada de labial.
—¿Quieres que te ayude con eso? — Mikasa volteó a verla con sus pupilas dilatadas. Mierda, la habían descubierto. Por otro lado, la mujer con menor estatura estaba feliz de ver a su compañera utilizando su obsequio. — No seas obstinada, dame eso. — Sin esperar respuesta de Ackerman, se acercó a ella y le pidió que se sentara para alcanzar la zona de sus labios y poder maquillarlos mejor. Tomó el producto y le pidió que abriera su boca a lo que Mikasa acató sin quejarse por más que quería hacerlo. Tampoco se atrevía a mirarla, por lo que tenía un punto fijo a los costados de la cabellera rubia de Historia. Pasaba el labial con cuidado sobre su labio inferior, al contrario como ella lo había aplicado, tuvo cuidado con no sobre salirse de los bordes y ser fiel a su forma natural. — Cierra la boca. — exclamó concentrada y la joven con rasgos asiáticos obedeció.— Prosiguió a marcar una cruz marcando su arco de cupido y al tener el contorno marcado rellenar con color era mucho más sencillo, por lo que terminó en pocos minutos de maquillarla. Dejó el pequeño cilindro en el lava manos y de su bolsillo, sacó una servilleta y la posicionó en la separación de sus labios. — Muerde y aprieta y estás lista.
